Foto. / artemisadiario.cu
Foto. / artemisadiario.cu

Renacer desde el espacio de una grieta

Todavía algunos no logran superar el sobresalto de aquella aciaga madrugada en que los vientos y las lluvias de Ian arreciaron con saña sobre diversas comunidades del occidente cubano.

Aun cuando ya el peligro real es historia, quienes desde la distancia sobrellevamos y supimos de la fuerza atronadora y los estragos de este desastre natural, no podemos dejar de pensar en que, por un tiempo más, pesará la incertidumbre, el dolor y la desolación entre aquellos que perdieron bienes materiales, justo en un contexto económico complejo, pero que consiguieron sacarle ventajas a la adversidad y lograron preservar el bien más preciado: la existencia misma.

Recomenzar, volver a poner la vida en perspectiva tras los destrozos, precisan de ímpetu, voluntades individuales, colectivas y compartidas; apostar el todo por todos que singulariza al cubano ante los contratiempos es hoy más que una meta, una postura como compatriotas.

 “Son tiempos duros, casi tanto como aquel terrible año en que el Flora quiso partirnos en dos”, comentaba a esta reportera una vecina ochentona hace apenas unos días, cuando juntas veíamos unas fotos que circularon en las redes sociales y mostraban al poblado pinareño de Cocodrilo (uno de los más castigados por el huracán) y el extraordinario trabajo emprendido allí por la Brigada Artística Martha Machado, fundada en 2008 por el creador visual Alexis Leyva Machado (Kcho).

Raúl Paz llevó sus canciones al pueblo de San Luis, una de las localidades asoladas por el huracán. / facebook.com/CanalCaribe

Se nos devolvía el alma al cuerpo al apreciar cómo el lenguaje universal del arte exhibía su poder sanador, su capacidad para reponer energías e instar a marchar adelante a pesar de lo tortuoso del camino, en medio del ajetreo por restablecer las redes hidráulicas, eléctricas; comenzar a revertir los cuantiosos daños en el fondo habitacional, la agricultura, la cobertura e infraestructura de varias instituciones públicas, escuelas, espacios culturales, entre otras instalaciones.

Como la sureña Cocodrilos, los damnificados de otras comunidades han contado con el apoyo de organizaciones gubernamentales, políticas, y en particular, el acompañamiento psicológico y emocional que precisa una contingencia de tal envergadura.

La familia, especialmente, los niños, las niñas y los adolescentes, quienes a la llegada de los artistas de diferentes manifestaciones, exhibían caritas quejosas, irritadas y hasta mustias, porque “en mi casa no quedó nada”, en el decurso de las jornadas de intercambio se mostraron más optimistas, cooperativos, resilientes.

El arte también es un soporte emocional imprescindible en situaciones de desastres o emergencias como aconteció recientemente con Ian. / facebook.com/dmepr.cu/

Esta experiencia, nacida tras el paso de los huracanes Gustav y Ike en 2008, ya halla pares en otras regiones afectadas, con el sostén de agrupaciones artísticas locales, artistas de otras provincias, La Colmenita, la Brigada de Instructores de Arte José Martí, la cual alterna dicha iniciativa con sus múltiples proyectos sociales y comunitarios.

Restaurar el equilibrio socioemocional en esta situación de crisis es vital para cualquier persona y más aún en la formación de la personalidad de las nuevas generaciones. Cualquier expresión del arte y la cultura siempre contribuirá al crecimiento y la utilidad de la virtud, tal como predicara el Apóstol de nuestra independencia.

Los territorios ahora derruidos por Ian volverán a florecer con sus poblaciones sanas, en perfecto estado físico, psicológico y emocional; ya lo expresó el intelectual argentino Ernesto Sábato: “El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos, porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer”.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos