Sin cambios de rumbo

Recep Tayyip Erdogan seguirá en la presidencia de Turquía


Los intereses externos y locales que acariciaron la idea de una transformación política en Turquía a partir de este mayo acaban de experimentar una experiencia traumática en sus “ilusiones”.

En efecto, en segunda vuelta, y luego de haberse colocado a la cabeza en la primera ronda, el presidente en activo, Recep Tayyip Erdogan, logró seguir al frente de la nación por un nuevo período de gobierno.

Algunos antecedentes

Como se recuerda, y como reflejamos en un análisis precedente publicado en BOHEMIA, en la primera jornada el mandatario, si no alcanzó a superar la mitad más uno de las boletas necesarias para su nominación definitiva, al menos sobrepasó por unos cuatro puntos a su más inmediato rival Kemal Kilicdaroglu, calificado de socialdemócrata por la prensa entendida.

“Por otro lado, se confirmó que los partidarios del presidente en funciones obtuvieron la mayoría absoluta en la conformación del poder legislativo, lo que al decir de expertos ha sido también una sorpresa a partir de las predicciones que antecedieron la votación.”

Por consiguiente, la victoria de Erdogan este 28 de mayo era un suceso con confirmación casi anunciada, aun cuando en algunas capitales occidentales el entorno mediático prevaleciente insistiese en un posible descalabro oficial a favor de la oposición, con preámbulos electorales relativos a un pretendido “mayor acercamiento al oeste” y la sustitución de un “régimen personalista” por una “verdadera práctica democrática”.

Según los conteos, Erdogan logró superar el 52 por ciento de los votos en la segunda vuelta, en tanto Kilicdaroglu obtuvo algo más del 47 por ciento, con una asistencia a las urnas de 86 por ciento, sin dudas una elevada participación popular.

Y mientras las multitudes celebraban la victoria junto a Erdogan y su Partido de la Justicia y el Desarrollo de Turquía (AKP, por sus siglas en turco), llegaban desde muy temprano las felicitaciones al presidente por su reelección, a la vez reveladoras de las actitudes internacionales con respecto a su prolongación en el cargo.

Contrastan en ese escenario la formalidad y rutina de los mensajes de Washington y otras capitales occidentales, que aluden reiteradamente a “la expectativa de un mayor desarrollo de los vínculos de Ankara con la OTAN”, de la que es miembro, a partir –evidentemente– de los recelos en relación con los signos de independencia que Erdogan ha asumido con respecto a las más recientes y candentes decisiones de una alianza militar bajo control totalitario de los Estados Unidos, incluido el peliagudo asunto de la guerra inducida contra Moscú por intermedio de Ucrania.

Por otro lado, se destacan los mensajes de quienes reconocen el interés de Turquía en defender sus intereses nacionales y ampliar su influencia en la escena global a través de una política propia y sin presiones ajenas, aun cuando se pueda o no coincidir con algunos de sus tópicos.

El Kremlin, por ejemplo, subrayó en su misiva precisamente ese nivel de autodeterminación, y exaltó los lazos de entendimiento mutuo y de simpatía vigentes entre Vladimir Putin y el jefe de Estado turco.

De similar signo han sido otras notas, como las de Venezuela, Brasil, Cuba y numerosas naciones mesorientales y centroasiáticas, a partir de reconocer una conducta internacional que, al decir del propio Erdogan minutos después de conocerse su triunfo, propende a que su país permanezca como «una isla de paz y seguridad» y a construir lo que denominó «el eje de Turquía», que traerá «estabilidad, multilateralismo y más cooperación tanto para Ankara como para la humanidad”.

El pueblo turco celebró la victoria del mandatario con actos masivos en diferentes plazas. / rt.com

Del otro lado del charco

Habría que insistir en horas como estas para Ankara en  que sin duda la persistencia de Erdogan en su cargo por otros cinco años no es justo lo que los poderes fácticos norteamericanos deseaban. No se trata de instigadas, viejas y manipuladas rencillas ideológicas o confesionales. El rezumo hegemonista Made in USA no admite disensos en ninguna plaza foránea. La “regla de las reglas” no es otra que la que reza que Washington manda y los demás deben obedecer sin chistar.

Sin duda, el “perfecto y celestial dogma” que conduce a evitar la existencia de colosos indeseables como Rusia o China, a desarticular y defenestrar a sus propios aliados euro occidentales y de otras partes del orbe para que nunca sueñen con ser competidores sino vasallos (ya Alemania, la locomotora del oeste del Viejo Continente, acaba de entrar en recesión por moldearse a las exigencias de USA), o maldiciendo políticas nacionalistas como la de Ankara.

No por gusto Erdogan debió denunciar la complicidad norteamericana con el fallido golpe de Estado en su contra, ocurrido el 15 de julio de 2016, y que fue conjurado con el apoyo de la ciudadanía y de las unidades militares y policiales leales. Entonces, el presidente acusó como alentador de la intentona al clérigo Fetullah Gulen, con residencia en los Estados Unidos.

No obstante, y según analistas de prestigio, «en 2020 el propio Joe Biden declaró públicamente que era necesario apoyar a la oposición turca para derrocar a Erdogan mediante elecciones.”

Y en ese contexto no resultó casualidad doce meses más tarde de que el demócrata asumiera la presidencia de los Estados Unidos, “la economía de Turquía se convirtiera en uno de los principales objetivos de las principales instituciones financieras occidentales».

De hecho, horas antes de las votaciones de este 28 de mayo, la lira turca fue objeto de brutales presiones a cargo de los bancos JPMorgan Chase, gringo y HSBC Holdings, británico, mediante la divulgación de informaciones sobre “el inminente debilitamiento” de la moneda local, que fueron amplificadas de inmediato por todos los medios de comunicación occidentales.

Se trataba, en resumen, de restar apoyo a la candidatura de Erdogan casi a la puerta de las urnas, intento infructuoso que se tradujo objetivamente en la persistencia de una espina en el indecente devenir totalitario estadounidense, esta vez con respecto a un país de trascendente posición geoestratégica y por tanto consciente de que mantener su ruta propia le es vital.


CRÉDITO PORTADA

Erdogan retiene la presidencia, para disgusto de algunos en este mundo. / sputniknews.lat

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