Sindo

Sindo Garay duró como cien años.

Y vivió La Habana que nos hubiese gustado ver y solo vimos a través de las letras de Cabrera Infante o Leonardo Padura. Sindo estuvo en la vida nocturna de principios del siglo XX, fue espectador de shows y de showcitos, quién sabe si acompañante musical de alguna “estrella”, detractor de la inmundicia y la prostitución, conoció a un montón de gente importante aunque él mismo nunca se supo como tal.

Se presentó guitarra en ristre en varios lugares capitalinos, el de mayor renombre era Café Vista Alegre. Allí conoció al proxeneta más recordado en Cuba: Alberto Yarini Ponce de León, hombre hermoso, adinerado y pasional, pero que no escatimaba en vulnerar sexualmente a las mujeres.

Eran muy distintos y a pesar de sus diferencias se convirtieron en amigos.  Una amistad que luego provocó que Sindo le dedicara a Yarini la canción “Nada temas, la vida te sonríe”, lo cual evidencia que este santiaguero cantaba a lo que le parecía relevante: la mujer, nuestro paisaje o cualquier hecho cotidiano. Esa es la canción que tocaba en esta entrega de Horas Cantadas, y no apareció ni en los centros espirituales.

En el volumen La canción en Cuba a cinco voces, Dulcila Cañizares cuenta que “según el propio Sindo, Yarini no solo lo invitaba a disfrutar bebidas de las mejores, sino que también le guardaba billetes en sus bolsillos para ayudarlo, pues era un hombre espléndido”.

Espléndido hasta en el nombre que escogió para sus hijos: Guarionex, Guarina, Hatuey, Caonao y Anacaona, porque se sentía indio y sus raíces santigueras reforzaban su idiosincrasia. Espléndido hasta en su nombre propio: Antonio Gumersindo Garay y García. Espléndido hasta en la intuición musical y el empirismo.

Él no era un guitarrista virtuoso, como tampoco tuvo la gran voz, pero fue óptimo como segundo, “al punto de haber sido considerado el mejor por sus incomparables evoluciones armónicas y su utilización de los cromatismos”, sentencia Cañizares.

Escúchese en “Tormentos fieros” cómo el acompañamiento en tono grave resulta nostálgico y leve, con cromatismo musical. Nótese cómo en “El huracán y la palma” usaba los melismas, en la armonía y la melodía.

También en sus segundas voces se destacaba la agógica, que es el alargamiento de los tiempos fuertes que tienen notas esenciales y el ligero aceleramiento de los tiempos débiles: “Cualquier flor”.

Este trovador figura entre lo más resplandeciente de la trova tradicional cubana por bohemio incansable, negado a vivir mucho tiempo en un mismo lugar y con ideas musicales originales, repito, sin formación alguna.

Hoy es una de esas mañanas signadas por el sosiego, entonces un sobresalto permite que extienda la mano y encienda la bocina. No habrá aleatorio matutino –como casi siempre-, sino un diminuto repertorio de Sindo Garay que nos devuelve, nuevamente, a la quietud.

Contenido relacionado para bohemios melómanos en el canal de Telegram de Horas Cantadas aquí: https://t.me/horascantadas/3

Comparte en redes sociales:

Un comentario

  1. Evidentemente quedo extasiado con estos cortos de Siendo Garay, Santiago o Vicente Feliu, Yo a decir verdad en este mundo un poco sobrecargado de ritmos e olvidado las buenas letras y los diferentes sentimientos por los que te lleva a transitar una buena composición. Yo vivo en Francia de forma permanente y siempre esperé con agrado un periodo de Feria del libro o quizas un buen concierto de Silvio, Pablo, C Varela entre otros. Hoy mismo se torna desde aquí fácil de escuchar desde aquí cualquier tema que uno elija o deseé. Más la nostalgia por estar allí, gozando personalmente de este Arte me lacera y puedo decir que la Extraño.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos