Desde que en 2018 Jada Pinkett Smith reconociera públicamente su alopecia, ha decidido llevar el cabello rapado para sobreponerse a su enfermedad / elmundo.es
Desde que en 2018 Jada Pinkett Smith reconociera públicamente su alopecia, ha decidido llevar el cabello rapado para sobreponerse a su enfermedad / elmundo.es

Un “chiste” de muy mal gusto

Los premios Óscar, celebrados este 27 de marzo, en el Dolby Theater de Los ángeles, han dado mucho de qué hablar. Pero, contrario a lo que pudiéramos haber imaginado, llamaron la atención por un suceso totalmente desafortunado: el puñetazo propinado por el actor Will Smith al comediante Chris Rock.

Para resumir el acontecimiento, dicho comediante se burlaba de Jada Pinkett Smith, la esposa del actor, quien debido a su alopecia ha tenido que llevar el cabello rapado. Will perdió la compostura, y en medio de uno de los eventos más esperados y visualizados del mundo, agredió física y verbalmente a Rock.

Podríamos ofrecer una disertación sobre las posturas retrógradas, machistas y violentas que mostraron estos dos hombres. Podríamos, incluso, hablar de las posturas igual de retrógradas y machistas de los eventos, de los premios, de la industria del cine, etc.

Pero podemos hablar también de un tema mucho más silente y no por ello menos importante. ¿Qué pasa con el cabello de Jada? ¿Por qué hay que burlarse del cabello de Jada? ¿Por qué el estereotipo de lo que se considera femenino, bonito, apropiado sigue latente, y porqué seguimos dando importancia a cosas irrelevantes y perpetuando patrones totalmente erróneos, discriminativos y abusivos?

Jada padece alopecia androgénica, una de las causas de calvicie más frecuentes, tanto en hombres como mujeres, lo que la ha llevado a lucir el pelo rapado.

El cabello representa un tercio de nuestro rostro, y es la parte del cuerpo en que primero nos fijamos al ver a una persona.

Aunque biológicamente su función es de protección, con el paso del tiempo pasó a ser considerado un accesorio más. Acomodarlo a nuestro antojo ha sido una de las grandes aspiraciones de la humanidad. Pero ha sido también utilizado como una herramienta de manipulación, discriminación y segregación.

“Las mujeres deben tener el cabello lacio”. “El pelo rubio es más bonito”. “Los pelados cortos son de marimachas”. “El pelo afro es pelo malo”. “Si tienes más de 40 años ya debes llevarlo corto”. “Que no se vean las canas”. Y tantas, tantas otras frases que por comunes se han considerado aceptado.

Y no, no está mal querer acomodarlo por una cuestión de gusto personal. Está mal que la sociedad determine qué debe hacer o no una mujer con su cabello. Que dicte cuándo una mujer es bonita o no; “femenina” o no; respetable o no, por cuenta de su cabello. Y no solo pasa con las mujeres, ¿qué decían, o dicen, de la supuesta “masculinidad” de un hombre que lleva el pelo largo?

Solo desde hace unos años las protagonistas de los dibujos animados dejaron de ser princesas blancas de pelo rubio y largo. Siguen contándose con los dedos de la mano los protagónicos en series infantiles, películas, animados, donde niñas, jóvenes, mujeres afrodescendientes, latinas, asiáticas, están en el foco de atención, y donde se respeten sus rasgos identitarios.

La industria de la moda, la belleza, la cosmética sigue vendiendo el estereotipo de que un cabello abundante, lacio, largo, claro, es el cabello perfecto. Siguen enfocándose más en vender extensiones para las hebras, tratamientos mágicos para que crezcan más sanas y fuerte, pelucas, moños postizos, y tantos, tantos otros, en lugar de potenciar la belleza de cada uno de los estilos y variantes.

Y en este entramado tan burdo, las mujeres, y sobre todo las afrodescendientes han tenido las de perder a lo largo de la historia.

¡Qué reconfortante y necesaria es esa ola de reivindicación y empoderamiento que ha llevado desde hace unos años a que las personas de cabello afro recuperen sus raíces con toda la actitud que ello encierra! ¡Qué gratificante es que se reconozca la belleza en todas y cada una de sus formas! ¡Qué necesario es que se entienda que lo diferente es la norma!

No obstante, queda mucho, pero mucho camino por andar. Los Óscar muestran solamente la punta del iceberg. ¿Cuándo empezaremos a cambiar la perspectiva? ¿Cuándo los discursos serán más de aceptación, de normalización, de educación y de consciencia? Hay vida más allá del cabello. Somos totalmente hermosos, funcionales, respetables y válidos con o sin él.

También lo somos sin una figura “perfecta”; también lo somos sin encajar en los moldes. Y aunque esto es un tema que llevará años de educación, de desmontar tabúes, patrones, malas prácticas, todos y cada de uno de nosotros somos responsables de que esto suceda.

Y no, Chris, Jada no tiene porqué interpretar a GI Jane 2 por tener rapada la cabeza. Ni siquiera era necesario señalar ese dato. Eso no es un chiste. O en todo caso, fue uno de muy mal gusto.

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4 comentarios

  1. Hay otra arista que no comento la periodista, la de los comediantes que utilizan las miserias de los demás para suplir su falta de originalidad. Que discriminan por sexo, color de la piel u origen geográfico. En nuestro patio abundan.

  2. Muy de acuerdo con Felipe y con Salems, y en cuanto a Jada, es valiente al dejar su cabeza al aire y no cubrirla con pelucas, además es una mujer bella, que sufran los que no se atrevan… hay varios «chistosos» de ese jaez para los que solo el «cuero» es humor, recuerdo un dúo en una actividad de la Agricultura que hicieron un «chiste» bastante ofensivo a un viceministro que estaba presente, sin siquiera averiguar con quién se estaban metiendo, y no por su cargo precisamente, pero se le dijo cornudo delante de sus subalternos, algo que al menos en Cuba es una ofensa de muchos puntos. El humor nunca debe basarse en defectos o en bulling.

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