Foto. / Ana Beatriz González Polanco
Foto. / Ana Beatriz González Polanco

Una centenaria “en pie de lucha”

La revista Alma Mater, de la Editora Abril, llega a su centenario con el reto de serle fiel a la tradición de reflejar las preocupaciones de los estudiantes universitarios y de la realidad cubana en su amplia diversidad


Como un testimonio elocuente de las últimas diez décadas en Cuba llega a su centenario la revista Alma Mater, publicación pensada para mostrar la realidad nacional desde el interior de sus universidades, y desde el análisis sobre los diversos contextos del país.

Portada de la revista, publicada en 1922. / cortesía de Yoerky Sánchez

Desde su fundación, en noviembre de 1922, la revista se enfocó en las preocupaciones de los universitarios y en las de la sociedad de la época. Así lo explica a BOHEMIA el director de la publicación, Santiago Jerez Mustelier:

“Hay que remitirse al editorial Nuestro credo, escrito por Julio Antonio Mella en el primer número. En él asienta que Alma Mater era un medio para laborar por la unión, no por la polarización; debía erigirse como plataforma que le permitiera al estamento estudiantil luchar por sus derechos y defenderlos, y servir a las causas del progreso y la hermandad.

“Mella entendió que, para cambiar las cosas dentro del techo académico, había que atacar lo que mal andaba a nivel social; por tanto, Alma Mater no es una revista únicamente para hablar de las preocupaciones o la cotidianidad de los estudiantes. Tiene que reflejar la realidad del país entendiendo la repercusión que ejerce sobre la vida universitaria”.

En el artículo Revista Alma Mater: una mirada a sus ocho primeros números (2020), sus autores destacan el lenguaje periodístico jocoso y coloquial, con marcada irreverencia y compromiso con la defensa de la soberanía nacional. El medio impreso trascendió en sus primeros años por sus firmes posiciones políticas. En el editorial Nuestro Credo se dejó claro que parte del equipo de la publicación comulgaba con la posición de quienes habían protestado por la intromisión norteamericana en los asuntos de la nación.

Cada época de esta publicación ha estado marcada por la realidad política y socioeconómica. Los cien años de Alma Mater no han estado exentos de “altas y bajas, como advierten algunos de quienes han sido parte de su historia.

“Me enamoré de Alma Mater”

Jorge Sariol Perea llegó a la redacción de la revista en abril del 2004, cuando Alma Mater tenía una frecuencia de publicación mensual y, como él mismo dice, “con un público-meta exigente, como se supone que es el lector universitario, y no me refiero solo al estudiante sino también al profesor”.

A la izquierda, Jorge Sariol, durante una presentación de Alma Mater en la Universidad de Cienfuegos. / cortesía de Sariol

Haber trabajado dieciocho años como parte de su equipo de periodistas, le permiten valorar, desde su experiencia, la impronta de Alma Mater dentro del sistema de medios públicos del país:

“Cuando nadie se atrevía a entrevistar a Leonardo Padura, Alma Mater ya lo hacía; enfocaba temas de la emigración de universitarios o de recién graduados; de las contradicciones dentro de  las becas, de los complejos temas de género, en un país patriarcal, que curiosamente tiene mayoría femenina en las universidades;  de los riesgos del liderazgo en la política cubana, de la tendencia a las universidades ‘blancas’ o de un problema de raíz histórica, como son las antípodas cubanidad-cubaneo, relacionadas con la cubanía, como si fueran lo mismo. Haber trabajado durante varios años secciones tan distintas como el inquieto Parque de los Cabezones, el punzante Paisaje con Lío y Ciencia, Tecnología y Sociedad, con un enfoque más sociotecnológico que tecnocientífico, me da la seguridad de haber creído en lo que me tocó hacer. 

“Me enamoré tanto de Alma Mater como para haber estado dieciocho años entregado a ella, como en el mejor de los mundos, aunque haya habido momentos buenos y malos. Ninguno de los que hemos pasado por allí se acerca al fundador, ni hace falta. Cada época es distinta y, sin embargo, todas llevan lo mismo”.

Crecimiento profesional y humano

Dos grandes reportajes de investigación marcaron el paso de Dainerys Mesa Padrón por la revista de los universitarios cubanos: El regreso posible y Universidades blancas, publicados en 2016, junto a la periodista Mayra García Cardentey, quien era su directora entonces, y la colaboración de varios estudiantes de periodismo. Podría mencionar otros, pero estos calaron tan hondo en el público, que no dudó en escogerlos entre los que más le impactaron.

El regreso posible habló sobre jóvenes que estuvieron o que estaban en una beca de posgrado en el extranjero. Esa era una de las vías de migración profesional que utilizaban en aquel momento —explica la periodista, que hoy trabaja en la revista Zunzún—. Y nos costó trabajo encontrar personas que hubieran ido y regresado, porque la mayoría de los que conocíamos se habían quedado”.

El dossier sobre sexualidad es uno de los números más buscados por los universitarios. / Ana Beatriz González Polanco

Universidades blancas centró su mirada en otro tema polémico: el bajo por ciento de representación de estudiantes con piel negra en la matrícula de la universidad. Dainerys asegura que partieron de un trabajo de tesis relacionado con el Ministerio de Educación Superior, el cual abordaba el asunto.

“Buscamos una historia que nos sirvió como hilo conductor del reportaje, la cual contaba las vivencias de un muchacho de una zona en situación de vulnerabilidad. Él había tenido tanta presión social para que se desenvolviera como trabajador, que tuvo que dejar su carrera universitaria para salir adelante.

“En aquel texto no hablábamos de que, a nivel de país o de políticas públicas, estuviera instaurada la discriminación ni el racismo, sino que, cuando se ponían en práctica determinadas políticas, seguía existiendo una brecha y se debía atender a determinados segmentos de la población para que pudieran permanecer en la universidad. Ambos reportajes nos dieron muchas satisfacciones y fueron muy bien acogidos por los lectores”.

Dainerys había llego a Alma Mater en noviembre 2008, sin imaginar que no solo encontraría retos profesionales y superación en temas de su interés, como la equidad de género; también halló una familia de amigos que perdura, a pesar de que en 2021, luego de trece años de trabajo, culminó su labor allí.

“A Alma Mater muchas entramos recién graduadas y, de pronto, nos convertimos en madres, y algunas se volvieron abuelas. Ha sido lo bonito de vernos crecer como personas y encontrar nuestro camino en la vida”, asegura.

De retos y aprendizajes

Si el equipo de trabajo de la revista siempre ha encontrado la varilla alta para serle fiel a su tradición periodística, para quienes han asumido la dirección no ha resultado más sencillo. Lo confirma Yoerky Sánchez Cuéllar, director del diario Juventud Rebelde, quien llegó a comandar Alma Mater con 26 años:

“Éramos un equipo muy unido. Las propuestas nacían de las discusiones en la mesa de trabajo y del aporte que nos hacían los colaboradores —recuerda—. Entre los temas que tratamos en esa etapa (2009-2013) estuvieron la ubicación laboral, el fraude académico, la importancia del estudio, la recreación, la situación de las becas, el ejercicio de las diferentes carreras. También abordamos preocupaciones de los jóvenes como la sexualidad, la emigración, las realidades económicas del país, la racialidad, el desarrollo local”.

Parte del colectivo que dirigió Yoeky Sánchez, entre 2009 y 2013, en una reunión de trabajo en la redacción de la revista. / cortesía de Yoerky Sánchez

Bajo su dirección, Alma Mater cambió de formato, pues pasó de tabloide a revista, y con la impresión en cuatricromía. Cuenta Yoerky que asumir los cambios fue un verdadero reto para el equipo, pues debieron reconfigurar secciones, cambiar las normas de entrega de los textos y los manuales de estilo.

“También batallamos por un nuevo sitio web para la revista —rememora—. Comenzaba la inserción de los medios en las redes sociales, especialmente en Facebook, aunque con un alcance muy limitado en aquellos momentos”.  

Cuando Yoerky analiza los tres años de trabajo en esa publicación, confirma que allí encontró nuevas herramientas para su formación como periodista y para asumir las responsabilidades que luego le encomendarían en Juventud Rebelde:

“Me enseñó a no virarle la cara a la polémica ni al ejercicio del criterio, a reafirmar que el periodismo no está reñido con la literatura, que del trabajo en equipo se obtienen las mejores propuestas y que escribimos para un público diverso”. 

El desafío es parecernos a nuestro tiempo

Rodolfo Romero Reyes es el periodista de mayor antigüedad que permanece como plantilla de la revista. Muchos se asombrarán si aseguramos que tiene 35 años, pues llegó a la redacción de Alma Mater, con solo 19.

“Llegué por invitación de la directora de entonces, Tamara Roselló. Ella buscaba estudiantes que quisieran colaborar con la revista. Publiqué mi primer trabajo en 2006. Por eso, ahora puedo decir con satisfacción que he sido parte de los últimos 16 años de Alma Mater. Tuvimos la oportunidad de que, siendo estudiantes, nos encargaran trabajos de envergadura, junto a otros periodistas de experiencia. Esa confianza es algo que siempre vamos a agradecer”.

Roselló también le encargó que se ocupara de la sección de humor y sátira, ¿Quién le pone el cascabel al látigo? Rodolfo asegura que “tener un espacio fijo en un medio nacional, aún sin estar graduado, haría que a cualquiera le temblaran las rodillas; pero lo asumimos porque podíamos contar con todo el colectivo, y porque allí siempre nos sentimos en familia. Por eso cuando me gradué y fui a trabajar a otro lugar, mantuve ese espacio. Debo agradecer que nunca se me vio o se me trató como a un colaborador, sino como a uno más del equipo. Eso explica por qué, en 2017, decidí ser plantilla fija de ese medio de prensa al que tantas experiencias y personas me ataron siempre”.

Su trabajo sostenido durante más de tres lustros, le ha permitido vivir diferentes momentos en la historia de la revista, incluyendo los últimos años, en los cuales Alma Mater despuntó entre el resto de los medios públicos por la manera ágil de gestionar la información y presentar los contenidos a través de las redes sociales. Rodolfo agradece la oportunidad de haber estado allí cuando, en enero de 2020, se conformó un nuevo equipo, liderado por Armando Franco Senén e integrado en su mayoría por recién graduados y estudiantes.

“Fue así que Alma Mater sobrevivió al déficit de papel en las imprentas; multiplicó su alcance en miles de personas que, en medio del aislamiento por la pandemia, dedicaban mucho más tiempo a Internet para informarse; la agenda de AM se pareció cada vez más a las realidades, inquietudes y sueños de miles de cubanas y cubanos, no solo del ámbito universitario. Fue un periodo luminoso en que la revista se colocó entre los medios más leídos y premiados del país, por la manera en que asumimos el periodismo, y por la entrega y pasión que puso cada uno de quienes integramos ese equipo.

Durante la etapa de pandemia, el equipo liderado por Armando Franco Senén e integrado en su mayoría por recién graduados y estudiantes se posicionó como uno de los medios cubanos más seguidos en redes sociales. / Tomada de Cubaperiodistas

“El desafío es continuar reflejando la voz de los universitarios cubanos, y hacerlo desde un periodismo crítico, ético, honesto, valiente y revolucionario. Como lo asumió Mella, es nuestro deber parecernos a nuestro tiempo”.

Celebrar el alma fundacional

Asumir la misión de dirigir la publicación, justo el año en que arribaría a su centenario, ha sido el mayor reto profesional que le han puesto delante al periodista Santiago Jerez Mustelier. El joven directivo advierte que “para reflejar las inquietudes de los estudiantes es preciso reinventarse a cada rato y darles voz. No me gusta entender la revista como una vocera del estudiantado, porque su función va más allá de la propaganda; para mí es una plataforma para el debate y la contraposición de ideas”.  

El equipo de Alma Mater, junto a la dirección de la FEU, durante una actividad comunitaria. / Jorge Luis Sánchez Rivera

En esa dirección, una de las prioridades del colectivo actual es “colarse” en las brigadas de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) para “reflejar los análisis que se producen y promover la discusión de temas medulares al interior de los centros de estudio superiores”. Jerez Mustelier subraya que han llegado a lugares donde nadie había escuchado sobre Alma Mater, ni conocían su impacto en el ámbito digital. Por eso, no es extraño que “conectar con los universitarios” esté entre los desafíos principales que menciona el director:

“Debemos hacer giras con el apoyo de la FEU y la UJC y lanzarnos a la reconquista de ese público. La revista tiene que llegar a las brigadas y la FEU debe aprovechar más a Alma Mater para fortalecer su protagonismo estudiantil”.

Tras dos años sin que la revista circulara de forma impresa, gracias a gestiones de la Casa Editora Abril, volverá en formato de papel.

“Es un regreso anhelado y una oportunidad que debemos aprovechar —asegura Jerez Mustelier—. La premisa fundamental para este centenario ha sido volver a nuestra alma fundacional, celebrar ese espíritu irreverente que ha caracterizado al hermoso sueño de Mella”.


CRÉDITO

Fotos: Cortesía de los entrevistados

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