Foto. / Yoylan Cabrales / juventud rebelde.cu
Foto. / Yoylan Cabrales / juventud rebelde.cu

Deportes electrónicos: Turbeando en serio

Buenos aires hinchan las velas de los deportes electrónicos o eSports en Cuba. Se ha demostrado, sobre todo, este verano. Y no solo por la participación cada vez más copiosa de participantes en las competencias programadas a propósito del período vacacional estival, sino por la abundante difusión que tuvieron estos encuentros por varios medios.

Semejante comunicación ha servido, digamos, para que la percepción que se va teniendo de los entrenamientos electrónicos paulatinamente deje de estigmatizarse.

Por sabido, ya no tiene osadía alguna afirmar que muchos sectores sociales de alguna manera han infravalorado la validez y utilidad de esa tendencia de ocio, a contrapelo con buena parte del mundo donde es un hecho cotidiano, celebrado y muy extendido, mucho más a medida que se optimizan la internet, las telecomunicaciones, las consolas y softwares.

De tal suerte, son muy comunes ya las competiciones entre gamers (jugadores) ubicados en el mismo local, pero también entre continentes; ya sea en actividades que se pactan de manera informal o en organizados topes internacionales a teatro lleno.

Entre el 1.º y el 3 de septiembre se celebró el Primer Gran Festival de Deportes Electrónicos Habana Rumble, en la sede de Mundo Virtual, proyecto de desarrollo local inclusivo, ubicado en el capitalino centro El Castillito. / Perfil en Facebook de ADEC

En Cuba, sin embargo, estos deportes tardaron mucho en reconocerse como tales, si bien algunas instituciones, en particular los Joven Club de Electrónica y Computación, ya promovían su ejercicio y hasta emprendían encuentros competitivos.

Recordemos que la Agrupación de Deportes Electrónicos de Cuba (ADEC), mayor promotora de las competiciones de videojuegos en el país, fue fundada en 2007. Sin embargo, existió sin amparo durante 12 años, hasta su reconocimiento oficial como organización luego de incorporarse a la Unión de Informáticos de Cuba (UIC).

Si bien obtuvo internacionalmente la membresía federativa de la Global Esports Federation (GEF) y de la Caribbean Esports Federations Alliance (CEFA), conseguir igual correspondencia por parte del Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación (Inder) fue un poco más engorrosa, a pesar de que a instancias de la ADEC, decenas de competiciones nacionales habían sido celebradas y hasta algunos jugadores cubanos habían obtenido resultados internacionales en determinados juegos.

Afortunadamente, en los últimos tiempos se ha visto un mayor apoyo a los eSports. Se palpa, bien sea por la organización de torneos, el patrocinio de esas actividades o, inclusive, la divulgación regular de sus actividades en medios como Cubadebate y Juventud Técnica. Mas no suele tener igual visibilidad en los espacios periodísticos “naturales” dedicados a los deportes, en la radio, la televisión, la prensa plana y la mutimedial.

Apoyar estas actividades no debería tener ninguna objeción. En primer lugar, porque existe, vive, se ama, incluso fuera de la voluntad de las autoridades, sean las familiares o las institucionales. Ya eso es suficiente.

También merecen fomentarse porque son sanas, socializadoras y crean habilidades físicas e intelectuales.

Es cierto que educadores y otros especialistas con frecuencia suelen tildar de enajenadoras las prácticas de estos deportes, o destacan que son generadoras de disrupciones en el contacto interpersonal y hasta dañinas para la salud muscular o mental.

Pero sus ejemplos negativos son tan puntuales como los que puede acusar cualquier otro deporte sin control, cuyo abuso puede llevar a la infancia y las juventudes al quirófano, al abandono de los estudios o a retorcer los valores de su personalidad. ¿De quién es la responsabilidad? ¿Del mando de juego, del bate, del balón?

Basta brindar un poco de felicidad para que entonces, quienes resultan ser seres humanos felices, sean bien recibidos en el concierto de la comunidad de deportistas. No existe deporte que no haga mejor persona a la mayoría de sus practicantes y que anime a sus hinchas a explotar de alegría, sea en estadios o salones de juego.

Los deportes electrónicos crean espacios tanto para competidores como espectadores. Sin embargo, Cuba adolece de estos, con toda la logística necesaria, para realizar eventos presenciales a gran escala. / Perfil en LinkedIn de ADEC

Otra razón es que, como en cualquiera otra modalidad competitiva, existe una industria que respira en función de los eSports y consecuentemente muchas nuevas empresas encuentran su razón de ser al servirles y desarrollarlos. Gracias a sus patrocinios y facilitaciones, en mancuerna con instituciones y asociaciones, se han podido organizar y sostener varias lides entre gamers.

Nada que vaya en contra de las leyes o las nuevas corrientes, tanto así que un emergente sector de programadores y de medianos o pequeños empresarios cubanos hoy echan los dados para apostar por los videojuegos, convencidos de que este puede ser un rubro económico interesante para sí y para el país en el futuro.

Dicho con total justicia, porque aplausos merece el hecho, hoy los deportes electrónicos tienen un respaldo nunca antes visto y hasta los directivos del Inder que profesan la recreación de la población le han abierto un especial espacio en sus agendas.

A pesar de esos logros, parece quedar algo huérfana una de las vertientes más prometedoras de la práctica deportiva electrónica. Si los juegos con piezas de construcción presumiblemente pueden impulsar la vocación de algunos futuros ingenieros, lo mismo pudiera esperarse de aquellos turbeadores (así suelen autodenominarse los gamers) que, hambrientos de conocimientos, no les basta con vencer todos los niveles del videojuego y deciden pasar a uno superior, el de programador de algoritmos informáticos. Quizás sea hora de que estratégicamente empiecen a verse estos deportes como algo más que un simple entretenimiento.

Entonces los futuros programas de ocio podrían contar con contenidos y valores culturales autóctonos, con las formas de reír y soñar propias de los cubanos, quizás diseñados también con la participación de especialistas procedentes de múltiples disciplinas.

Con estas claves, probablemente el país consiga entablar una comunicación más íntima y económicamente sostenible con y entre sus comunidades de jugadores.

Y quién sabe si hasta sea posible encontrar un nicho comercial internacional dentro de esa industria demasiado estandarizada hoy, mimetizada y no siempre edificante, toda vez que se proponga conseguir la alta reputación tecnológica de los mejores eSports del momento.

Eso, por supuesto, se logra… jugando.

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