CULTURA TRIBUTARIA: Reverso de la moneda (I)
De manera sostenida en el país aumenta la cantidad de trabajadores por cuenta propia y con ello, los ingresos a las arcas del Estado por el pago de impuestos. Crece también el número de quienes burlan al fisco. Dentro de las causas más recurrentes están la falta de disciplina y una escasa percepción del riesgo de tal actitud

La existencia de un mercado mayorista, que suministre de manera estable a los TPCP, y de un sistema de facturación para poder justificar el total de gastos, es un reclamo permanente.
Por DELIA REYES GARCÍA
Fotos: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA
Alfonso Gabriel Capone, más conocido como Al Capone o Cara Cortada, hizo y deshizo a su antojo en Estados Unidos. El mafioso, de origen italiano, mató a cuanto rival se le puso delante, explotó a prostitutas, alentó el juego ilegal y vendió bebidas alcohólicas a tutiplén, burlando la Ley Seca en Norteamérica.
Aun así, en 1929, dicen que fue nombrado el hombre más importante del año, junto a personalidades como el científico Albert Einstein y el político Mahatma Gandhi.
Pero las correrías y crímenes de Al Capone llegaron a su fin después de que salieran nuevas normativas fiscales. Ya estaba en la lista negra del FBI. No le dio tregua y el 17 de octubre de 1931 fue declarado culpable en cinco de los 23 cargos presentados en su contra, entre los cuales la evasión de impuestos fue el motivo más importante para su detención tuvo el mayor peso en la sanción: 11 años de prisión.
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Quienes vieron la película El nombre de la rosa, o disfrutaron de la lectura del libro con igual título, de Umberto Eco, recordarán la manera en que los campesinos pagaban sus tributos en la Edad Media. Patos, cerdos o productos agrícolas, cualquier cosa venía bien con tal de cumplir aquellas obligaciones.
El pago en especie fue sustituido en el tránsito a la modernidad, y aunque los impuestos se comenzaron a cobrar en dinero, en la práctica el método es el mismo, al establecerse una base imponible, en las magnitudes gravadas por el tributo, apunta Andrés V. Capote González, profesor de la filial universitaria de Matanzas.
En el caso particular de Cuba, argumenta Isel Álvarez Tapia, jefa del Departamento de Atención al Contribuyente en la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) de La Habana, “aquí desapareció la cultura tributaria porque a partir del triunfo revolucionario se abolieron prácticamente los impuestos.
“Luego de la caída del campo socialista, a mediados de los años 90 del siglo anterior, fue necesario diseñar un nuevo sistema fiscal de cara a la cambiante situación que experimentó la economía nacional, al surgimiento de las empresas mixtas y la apertura a otras formas de gestión no estatal. Cuando se crea la ONAT, en 1994, son las empresas las que continúan aportando la mayor parte al presupuesto público.

Con un crédito del Banco, la paladar de Rolando López Medina revitalizó diseño y mobiliario; ahora posee mejor confort.
“A partir de 2010, cuando se flexibiliza el ejercicio del trabajo por cuenta propia (TPCP), este comienza a tener un impacto más directo en la población y quienes lo ejercen cuestionan: por qué pagar impuestos, a dónde van a parar, qué hay que pagar. Adquirir esa conciencia tributaria es poco a poco; cambiar las mentalidades de un día para otro es muy difícil”, concluye Isel.
Con ella coincide Yarima Pérez Iznaga, subdirectora primera de la ONAT en Villa Clara, quien, además recuerda que la administración tributaria es muy joven, solo tiene 22 años, y en un país que perdió esa disciplina fiscal muchos ven a quienes la aplican como los malos de la película.
Alejandro Gil Vinseiro, funcionario del Ministerio de Finanzas y Precios, apunta un elemento como para no perder de vista en los nuevos escenarios del país. “En la medida en que aumenta el grado de descentralización de la economía crece el papel de la fiscalidad, tanto como instrumento de regulación y control social sobre la actividad de los entes económicos, como en su carácter propiamente recaudatorio, sostén del gasto público”.
El sistema tributario actual, respaldado por la Ley 113 del 23 de julio de 2012, es un instrumento activo de regulación y control, funciona bajo los principios de generalidad, equidad y capacidad económica; quien tiene más paga más.
También, su aplicación es gradual, agrega Carlos Pérez Inclán, profesor de Derecho Financiero en la Universidad de La Habana. “La introducción de los hechos imponibles prescritos en la Ley 113 es escalonada, y estos se aprueban todos los años en la Ley del Presupuesto, habilitadora en materia fiscal”.
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Una úlcera en la pierna obliga a la espirituana Estrella González Obregón a permanecer alejada de las lides comerciales. “Ya no puedo corretear detrás de los turistas en el parque para que se alquilen en mi casa”, dice con picardía esta septuagenaria, con licencia para arrendar habitaciones desde hace muchos años.
“Tengo una tenedora de libros muy buena y me lleva los papeles con exactitud. Nunca me he visto en problemas a la hora de pagar el fisco. Porque, cuentas claras, conservan amistades”, afirma mientras enseña su libro de registro.
La anciana es una de las tantas personas en Sancti Spíritus que cumple con sus adeudos mensuales –del 10 por ciento sobre ingresos brutos–; y anuales, según la escala progresiva establecida para la liquidación sobre ingresos personales durante el proceso de Declaración Jurada (DJ).
En la provincia, explica Marisleidys Perdigón Pérez, subdirectora primera de la ONAT, de los 7 058 contribuyentes que deben declarar, en la campaña de DJ de 2016 solamente tuvieron 53 omisos, la mayoría de Trinidad y solo cuatro de Jatibonico. Algunos estaban fuera del país, otros olvidaron sus obligaciones, indica la funcionaria.
Marisol Hernández Martínez, aunque ya lleva cuatro años al frente de la ONAT en La Habana, confiesa que todavía está en “fase de adaptación”. La capital triplica la cantidad de TPCP de cualquier territorio, con más de 142 000, y de ellos obligados a presentar DJ 76 000. Los ingresos al presupuesto el pasado año estuvieron por encima de los 340 millones de pesos y para este serán muchos más. “Esas son cifras para respetar”, agrega.
En Cienfuegos, Matanzas, Santiago de Cuba y Villa Clara, autoridades de las oficinas provinciales reconocen, igualmente, incrementos en la recaudación en sus respectivos territorios.
De manera general, “los ingresos tributarios crecen un cuatro por ciento y representan el 75 por ciento de la recaudación total. Tal resultado valida la capacidad recaudatoria del sistema tributario como fuente fundamental de los ingresos al presupuesto del Estado”, evalúa Yamilé Pérez Díaz, jefa nacional de la ONAT.
Si al inicio de la entrada en vigor de la Ley Tributaria, hace unos cuatro años, los aportes de las formas de gestión no estatal (TPCP, cooperativas no agropecuarias, productores agropecuarios y sector artístico) representaban solamente el dos por ciento de los aportes tributarios, hoy llegan al ocho por ciento.

Yamilé Pérez Díaz, jefa de la ONAT, insiste en centrar las fiscalizaciones en las actividades de mayores ingresos.
Control por un lado
Pero estas cifras pudieran ser considerablemente mayores si no existiera el problema de la subdeclaración de ingresos, antesala de la evasión fiscal, ambas consideradas delitos en el Código Penal. En las provincias visitadas, del total de contribuyentes fiscalizados de manera selectiva, que representan un porcentaje ínfimo, a la mayoría les fue notificada subdeclaración.
Yamilé Pérez Díaz asegura que continúan las acciones para enfrentar la evasión de impuestos y mejorar la disciplina. Así, al cierre del ejercicio fiscal de la pasada campaña se determinaron deudas a personas naturales por 70.9 millones de pesos, fueron multados 3 710 contribuyentes que no presentaron la DJ y requeridos otros 16 508 para que la rectificaran.
“Estos resultados, insiste, demuestran que se mantiene la tendencia a la subdeclaración y mejora paulatinamente la calidad y alcance de la fiscalización”.
A su juicio, las principales limitaciones en el enfrentamiento a la evasión en el pago de los impuestos están en que la divulgación no ha propiciado la suficiente percepción de riesgo ante los incumplimientos tributarios. Tampoco los importes de las multas contribuyen a crear esa percepción.
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Con más de una década de experiencia como trabajador por cuenta propia, y sin nunca antes haber tenido querellas con la oficina tributaria, al villaclareño Rolando Pérez Rodríguez, le sorprendió la noticia de que debía 3 000 pesos al fisco.
Su paladar, La Casa Rolando, recién remozada gracias a un crédito bancario, se estremeció en sus cimientos. “El tenedor de libros no me estaba llevando los papeles bien. Ya rectifiqué ese asunto. Es mejor quedar exento de deuda, que luego pagar multas”, reconoce.
Aunque, igualmente es cuentapropista hace años, Daniel Lázaro de Armas Chala se llevó buen susto cuando la oficina tributaria le informó de una deuda de 1 628 pesos. El capitalino reconoce que hubo responsabilidad de su parte, pues “mantuve dos licencias, una como sastre y la otra como trabajador contratado, cuando solo ejercía la segunda. Cuando pagué el dinero, inmediatamente cerré la primera”.

El santiaguero Reinier Medina Lafarge asegura que el arriendo que paga a Servicios Comunales para comercializar animales afectivos, peces y otros insumos, supera con creces los tributos fiscales.
Ante tales descuidos, Isel Álvarez Tapia, insiste: “El contribuyente no puede escudarse en su tenedor de libros, o en que no sabía. Es el principal responsable. No quieres que la ONAT se meta contigo, declara lo que debes. Esa es nuestra aspiración”.
En un sondeo periodístico realizado por BOHEMIA a más de una veintena de contribuyentes en las diferentes provincias, acerca de la subdeclaración, salieron a relucir otras causales de mayor peso.
¿Ingresos menos gastos?
El pollo meloso, elaborado con una salsa de miel, es el plato preferido de quienes visitan la paladar El Cedro, en el centro histórico de Trinidad.
Para satisfacer la demanda de tan apetitoso y demandado menú, su dueño, Pedro Manzano Castellano, tiene que madrugar, y si no aparece el pollo, debe salir a buscarlo a otros lugares, incluso en provincias lejanas. “En eso gasto un dineral, pero sin pollo, pierdo la clientela”, afirma.
La existencia de un mercado mayorista, que suministre de manera estable a los TPCP, y de un sistema de facturación para poder justificar el total de gastos, es un reclamo permanente y compartido tanto por los contribuyentes, como por los funcionarios públicos, quienes reconocen el impacto negativo que su ausencia ocasiona a las exigencias tributarias.
La jefa nacional de la ONAT considera: “Es mucho el riesgo que se corre al no tener ese control. Vivimos aquí y conocemos la situación del país, pero el mercado mayorista tenía que haber nacido parejo con el sistema tributario. Y urge”.
La ingeniera civil Edilsa Caridad Peñate, con muchos años de fogueo en obras, y ahora titular de una licencia para prestar servicios de construcción y mantenimientos de inmuebles, en Cienfuegos, piensa que “las soluciones a veces están a simple vista, pero no las vemos.
“Cuba ya tiene mercado mayorista para las personas jurídicas, el asunto sería lograr que nos dieran el derecho de insertarnos ahí. Tenemos un carné que nos identifica, pagamos los tributos, estamos prestando un servicio importante a la sociedad, entonces por qué no podemos establecer esos vínculos como mismo están haciendo las cooperativas no agropecuarias”, reflexiona.
En la práctica, la ausencia de este mercado obliga a que la normativa varíe el monto a deducir en cada una de las actividades, para quienes están dentro del régimen general y pagan impuestos sobre ingresos personales.

Los cuentapropistas abarcados en el régimen simplificado, como los cocheros, solo pagan cuotas mensuales y no hacen declaración jurada al término del año fiscal.
Pero esas cifras no cubren los verdaderos gastos en que incurren los contribuyentes, por lo tanto se esgrimen como pretexto para burlar al fisco. Y más preocupante aún, enmascaran los verdaderos ingresos brutos, y en consecuencia, los posibles aportes tributarios al presupuesto del Estado.
No es ocioso conocer la diferenciación que establecen Gil Vinseiro y Pérez Inclán entre los términos subdeclaración y elusión fiscal. El primero implica una conducta abierta e intencionadamente ilícita, mientras la elusión aprovecha las brechas, lagunas, resquicios que deja abierta la propia legislación tributaria.
En tal sentido, establecer límites a los gastos del contribuyente, y que por tanto no se declaren todos los ingresos a la hora de realizar la DJ, ¿no constituye elusión fiscal, o se trata de algún otro tipo de debilidad?
María Lina García Marrero, al frente de la ONAT en Santiago de Cuba y fundadora de esa institución, elude esos tecnicismos, y enfatiza: “Es verdad, hay muchas lagunas. Para la administración tributaria, mientras en más gastos incurra el contribuyente, mejor, porque tiene que pagar más impuestos. El modo más efectivo de fiscalizar, el mejor que podemos tener, es precisamente midiendo todos los gastos”.
De eso sigue dependiendo, en buena medida, la transparencia, eficacia y eficiencia del sistema tributario cubano.

Más de 68 500 personas subdeclararon ingresos en 2014; la cifra podría llegar a rozar el cero, y los aportes al presupuesto crecerían, si a todos los contribuyentes se les permitiera descontar de sus ingresos brutos la totalidad de sus gastos.
Tú aporte importa
Pese al déficit presupuestario de 11 500 millones de pesos, la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó destinar el 72 por ciento de los gastos corrientes a los servicios básicos de la población y las prestaciones de la seguridad social en el año en curso.
Solo en educación, salud pública y asistencia social emplearán alrededor de 18 500 millones de pesos, equivalente al 51 por ciento de los gastos de la actividad presupuestada.
Con esta erogación se beneficiarán los hijos de nuestras familias, estudiantes en los distintos niveles de enseñanza del país. Para todos siguen abiertas las puertas de centenares de hospitales, policlínicos, consultorios médicos de la familia, clínicas estomatológicas, hogares de ancianos, casas de abuelo y hogares de impedidos físicos, pese al reclamo popular por elevar permanentemente la calidad de los servicios en estos centros.
El dinero que entra al presupuesto por la vía recaudatoria en primer término del sector estatal, complementado por el aporte de los trabajadores por cuenta propia y otros agentes económicos del sector no estatal, también sostiene en buena medida a las instituciones culturales, deportivas y otras.
Pocas naciones en el mundo, subdesarrolladas y pobres –y en el caso de Cuba bloqueada por más de 50 años– gozan de tales seguridades.
Mi pretensión no es precisamente la de combatir lo expuesto porque considero que muchos de los argumentos tienen fundamentos claros y sólidos. Por demás, no me considero un cazador de noticias y mucho menos un revisionista.
Como revolucionario y persona comprometida con nuestro proceso, fundamento mi actitud en el interés por exponer abiertamente mis puntos de vistas y criterios personales que pudieran estar o no aceptados pero son tan propios. Me resulta imposible mantenerme al margen del dialogo.
Anticipo mi agradecimiento por la oportunidad de comunicarme por esta vía y aprovecho la misma para expresar mi reconocimiento a todos los funcionarios que laboran en las oficinas de Administración Tributaria a nivel central y el los distintos territorios porque realmente y a pesar de las problemáticas presentes, realizan una tarea sumamente importante para el país.
Me llamo la atención que en el artículo de cierta manera se hiciera referencia a que nuestro país se alejo de la aplicación de normas y regulaciones tributarias a partir del 1959.
Si tenemos en cuenta este elemento y valoramos que solo después de 15 años (Ley No. 73, “Del Sistema Tributario”, de fecha 4 de agosto de 1994) es que se reinicia en profundidad esta práctica, perfeccionada posteriormente con la vigente Ley 113 del Sistema Tributario publicadas en la Gaceta Oficial 053 de fecha 21 de noviembre de 2012), podemos deducir que resulta casi imposible que nuestra población tenga una conducta más o menos aceptable en materia tributaria.
Significo y quiero anticipar que valoro las razones que condujeron a estas determinaciones, No quiero significar en modo alguno que no hayan existido los fundamentos para que nuestro sistema social no haya asumido estas variaciones.
Tampoco considero necesario reiterar que los “periodos de benevolencia” estuvieron mal concebidos. Las condiciones de cada momento indicaron el rumbo y así se actuó por parte de las autoridades gubernamentales.
Pero si soy reiterativo en señalar que debemos estar conscientes, muy conscientes y plenamente conscientes de que mas difícil resulta “acostumbrarse a lo malo” que asumir lo bueno y estamos viviendo los resultados.
Por la importancia que reviste esta temática, considero que la divulgación, la preparación del personal responsabilizado con ello y otras cuestiones vinculantes son escasas a pesar de los esfuerzos. Hoy existen muchas potencialidades que pudieran y debieran ser aprovechadas por los entes implicados y se menosprecian (la práctica lo indica. Más adelante me refiero a estos aspectos).
Tal vez la aplicación de la Ley 73 no fuera tan profunda ni tan precisa como su sustituta Ley 113 y por tanto, el problema no se pueda resolver con solo 5 años de implementación.
A partir de 1989 las condiciones cambiaron drásticamente pero no a la velocidad con que pudieran ser modificadas las percepciones, las conductas y el entendimiento de miles de personas insertadas en el trabajo individual. Tenemos que ser muy honestos y aceptar que resulta imposible alcanzar un empeño tan significativo que va dirigido a sacar dinero del bolsillo.
A mi modo de valorar el asunto, aun cuando mi percepción o punto de vista no sea del todo aceptado, no está muy alejado de la lógica y dinámica de la vida de los cubanos.
Junto a lo anterior pudiéramos valorar además que un % discreto (no tengo cifras del numero) pero no poco representativo de trabajadores por cuenta propia en Cuba está conformado por personas con edades inferiores a los 35 años, que nacieron dentro de un proceso donde nunca se priorizaron estas cuestiones. Eso igualmente es importante.
¿Y cuáles son mis puntos de vista particulares?
1. No deberíamos sentirnos satisfechos de detectar subdeclaraciones en un número elevado de contribuyentes, A mi modesto modo de ver o sentir el efecto de un resultado como ese, parece como si el profesor se sintiera contento de detectar muchos fraudes en sus alumnos. El fraude igualmente puede tener causas en malas clases. No todas las consecuencias tienen precisamente la causa en los contribuyentes.
2. La labor de la ONAT debe fortalecerse en cuanto a acciones prácticas que favorezcan la educación y la cultura tributaria de la población cubana, lo que lógicamente trae aparejado un mayor acercamiento a los negocios de mayor impacto y compromiso tributario, Casi todos los artículos periodísticos que he podido leer en relación con esta temática (nacionales como provinciales) están vinculados con la crítica en profundidad a estas actitudes. Si bien ello, no deja de ser muy necesario y real, también deberían realizarse otros con distintas perspectivas que enfoquen las buenas actitudes, que contribuyan a elevar la cultura de la población implicada en el cuentapropismo.
3. Se me ocurre además, lo importante que resultaría incorporar a los centros universitarios a desarrollar investigaciones científicas en relación con las causas de las subdeclaraciones y el porque de estos negativos desempeños en las actividades donde mayor se manifieste dicha tendencia. Existiendo los recursos humanos: dispuestos y preparados (factor más importante) ¿porque no aprovechar esa potencialidad?
4. La ONAT apoyada en los gobiernos locales debe proyectarse en mejorar las condiciones de trabajo y el confort de las oficinas dedicadas a las tramitaciones fiscales. En el caso particular de la existente en el municipio de Trinidad, es evidente que resulta muy inapropiada para garantizar un desempeño verdaderamente estable y efectivo de sus trabajadores,
Las incomodidades internas son en muchos casos las causas de las malas atenciones al público, de las inadecuadas o escasas respuestas, de las de los éxodos masivos de personal, ect. Y en este sentido no creo que la ONAT haya tenido todo el apoyo necesario de los gobiernos locales.
Considero que en territorios de alta significación y donde están presentes tantas problemáticas en materia tributaria y fiscal, pero donde se recaudan mensualmente miles de pesos en tributaciones, las autoridades gubernamentales deben proyectarse por aprovechar, dentro de los marcos establecidos en los planes presupuestarios, parte de los recursos recaudados para propiciar mejoras en este sentido.
5. Deben definirse y aplicarse mayores niveles de capacitación en materia contable, económica y financiera para los funcionarios responsabilizados con estas actividades. Considero que no basta con realizar incontables seminarios sobre los nuevos procedimientos a aplicar, sobre las nuevas regulaciones emitidas por los distintos organismos si en el fondo, no existe una sólida base de conocimientos en estas materias.
6. La ONAT en su nivel central debe reconocer que aun se manifiestan tergiversaciones en la aplicación de muchos conceptos y fundamentos contables representados en el uso de terminologías y criterios de evaluación inapropiados desde el punto de vista científico para asumir la interpretación de los resultados económicos de la actividad privada. En este sentido existen muchas carencias o lagunas teóricas ya que los resultados se evalúan por ejemplo a partir de considerar erróneamente compras como gastos (despreciándose el significado de los costos de producción o servicios prestados). Una gran parte de los contribuyentes descarta el uso de los costos porque sencillamente no resulta prácticamente posible su reconocimiento dentro de los actuales registros contables exigidos a los contribuyentes que clasifican dentro del régimen general de tributación. Esta constituye una problemática de peso en toda esta situación y no me cabe la menor duda de que los comportamientos negativos tienen alguna relación con ello.
7. El uso de los medios informativos (radio y prensa plana) puede y debe ser mas sistemático y permanente. No es lógico que solo se aprovechen estas condiciones existentes en la mayor parte de los territorios en los momentos próximos a las campañas de declaración jurada aunque en estos, se justifique su intensificación.
Es una fortaleza que debe ser mejor aprovechada. La percepción que asumen los contribuyentes se vincula únicamente con estos periodos y desafortunadamente, transita durante todo el periodo fiscal sin ocuparse ni preocuparse de cuestiones de gran importancia para su mejor desempeño comercial, económico y tributario. No basta con pagar los tributos en fechas, hace falta mucho más que eso: que se paguen bien en correspondencia con lo recaudado.
8. No menos importante a lo anterior es el aprovechamiento de la figura del Tenedor de Libros. Con independencia de todas las insuficiencias presentes en los desempeños de estas personas, prevalece un divorcio ilógico e innecesario entre estos y los funcionarios de la ONAT. Si bien está legislado que deban poseer poderes notariales para representar a sus clientes, existen otras muchas situaciones en las que pudiera favorecerse el desempeño de estos y en concordancia, favorecer el desempeño de sus clientes. Los tenedores no pueden verse aislados del actuar de la ONAT. Muchas situaciones pudieran ser resueltas con su colaboración si existiera mayor intercambio con los patentados con esta figura aun con las problemáticas que puedan presentar los mismos de las que no me excluyo porque también las he tenido.
9. Resulta interesante dialogar en relación con las modificaciones que fijan los Consejos de la Administración Municipales del Poder Popular, amparados en las legislaciones vigentes, pero que en la mayoría de las veces son ¨secretos gubernamentales¨ a los que la población no tiene acceso o no sabe exactamente como conocerlos.
Las modificaciones no son publicadas ni con oportunidad ni con la claridad necesaria para que la población o al menos los contribuyentes conozcan sus fundamentos y sepan como modificar o ajustar sus modos de actuación.
¿Por qué entonces, tendríamos que conocerlas por comentarios y criterios de parque o de grupos aislados a veces mal intencionados y salpicados de las malsanas interpretaciones de los oportunistas que todavía pululan por doquier?
A mi manera de ver el asunto, este secretismo es un problema no resuelto a pesar del llamado de nuestro presidente General de Ejército Raúl Castro Ruz a acabar con estas conductas.