Si imitamos a Andreíta, el coronavirus escampa en La Habana
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, no es solo una enfermedad de adulto y como virus que afecta a todos, quise saber qué piensa este pequeño y precioso ser humano que ha convivido con él casi un quinto de su vida
Texto y Fotos Jorge Luis Sánchez Rivera.
Adreíta es mi linda vecinita. El ejemplo de su buen juicio y sanos hábitos me ha inspirado a escribirlo, fotografiarlo y compartirlo con las(o) lectores de Bohemia.
Sí, porque, aunque mucho se ha hablado acerca de la covid-19 y mucho queda por decir según vayan apareciendo vacunas, nuevas cepas, revelaciones científicas; sin embargo, pocos han dedicado un minuto de su tiempo para preguntar la opinión de los más pequeños, esos que analizan con aguda sinceridad, responden con inocente ingenio y siempre nos sorprenden con su modo de interpretar la vida mientras la van descubriendo.
El nuevo coronavirus SARS-CoV-2, no es solo una enfermedad de adultos y como virus que afecta a todos, quise saber qué piensa este pequeño y precioso ser humano que ha convivido con él casi un quinto de su vida.

Andreita mece entre sus brazo a su oso preferido.
– ¡Andrea!, le digo antes de sentarme a conversar con ella. Con esa picardía propia de los niños, Andrea Yussef Ladrón de Guevara me responde:
-Mis abuelas, mi mamá y mis amiguitos me dicen Andreíta, y tengo 6 añitos- señala con los deditos de sus manos.
– ¿Y en qué grado estás?- la interrogo.
-En segundo, y mi escuela es Combatientes de Bolivia, aquí muy cerquita de mi casa- contesta emocionada pensando que ya tiene a alguien más con quien jugar.
– ¿Pero por qué no estás asistiendo a la escuela?- le digo.
-Porque hay un bichito que se llama coronavirus y nos tiene aislados a todos los niños porque podemos enfermarnos, al igual que mi abuelita que no puede salir a la calle porque es mayor. Estamos aquí en la casa.
“Mi mamá sí sale a trabajar pero cada vez que regresa se quita los zapatos, se lava las manos con cloro y sale corriendo para el baño a cambiarse y entonces así yo puedo abrazarla y besarla”.
-¿Qué es lo que más extrañas?- le pregunto a Andrea. La niña guarda silencio un momento y me dice:
-Ir al parque a montar bicicleta y jugar con mis amiguitos, poder salir a pasear con mi mamá y claro, ir a la escuela para seguir estudiando, pero este coronavirus no nos deja por ahora.
-¿Y conoces cómo protegerte del coronavirus?, vuelvo a indagar.
-Sí- expresa casi sin yo terminar de preguntar.

Los niños también quieren educar por lo que Andrea muestra cómo se pone el nasobuco.
Sus negros ojitos brillan y como recordando una rutina importante me insiste en que hay que lavarse muchas veces las manos con agua y jabón y usar nasobucos.
-Sabes, yo tengo varias mascarillas y de diferentes colores, me dan algo de calor, sabes, pero me las pongo porque me cuidan y así evito que me enferme- responde con total honestidad.
Su centro educativo, correspondiente a la Enseñanza Primaria, salió en numerosas ocasiones durante el diálogo pues cómo Andreita destacó: “los maestros nos enseñan mucho, así sé yo mucho del bichito y cómo me debo cuidar”.
- El lavado frecuente de las manos para evitar la Covid-19

Así, mientras sea necesario; tal vez aun después que el coronavirus haya escampado en La Habana y en Cuba.