El despacho de Zola

Publicado en la edición impresa del 27 de mayo de 1917

Por Luis Monté Quevedo.

Los viejos despachos callados cuyos dueños arrancó la muerte de sus butacones, tienen ese encanto triste de los andenes cuando todos los trenes han salido, o de las naves de las catedrales cuando la misa con sus liturgias pomposas ha concluido ya… De este silencio fosco —perenne fruncimiento de cejas del Misterio— está lleno el despacho de Zola. Cuando se traspasan sus umbrales se siente en el espíritu ese escozor leve, de pesar.

Noble y amplio como el alma que guardaba dentro, el laboratorio formidable de este hombre de bien, invita al reposo, como esos bancos de piedra o de mármol de las alamedas, o como esos sepulcros tallados de los obispos o de los reyes, que adormecen con su majestuosidad. El lujo severo de esta estancia pone su rúbrica magnífica sobre la vida de trabajo intensísimo del escritor muerto. Aquí dentro se elaboró la orfebrería maravillosa de sus páginas. Los muebles, las paredes tapizadas, los ricos atesonados parecen cicerones azuzados por el señuelo de una propina, y que sin embargo, en su inconsistencia feliz de cosas inertes, no pueden hablar….

Si lo hicieran, sus narraciones pintorescas iluminarían con luz temblorosa los ámbitos, como la luna cuando riela sobre el turbulento lomo del mar….

Sus relatos fantasmas despertarían las ideas fugitivas de la dorada cárcel del cráneo del Maestro, que duermen hoy entre las páginas de sus libros como mariposas con las alas plegadas, en espera de un puntito de luz… La enorme mesa tallada donde tantas veces debió reclinarse su fatiga, nos diría tristemente:

Sobre mis espaldas de roble duro durmió muchas noches mi dueño su inquietud….

El alma compleja, firme y formidable de Zola, ciñó muchas veces coronas de victoria al sabio mármol de sus sienes; y su formidable “Yo acuso” tuvo en el silencio del recinto de la Ley Francesa la sanción de Dios… Su energía torrentera, magnificente y triunfante como las agujas góticas de las catedrales, perforadoras de los siglos, campeó sobre la tierra donde en 1840 se abrieron a la luz las hojas de seda de sus párpados….

Mas, volvamos al despacho, que es lo que en las andanzas de la vida viajera hemos conocido. Al despacho que conserva aun la alucinación intensa de las palabras, y la policromia de los episodios; en él se percibe aun el hálito de esa vida de vanguardia que nunca se cansó de alzar el cuello para mirar al más allá por sobre las tapias del camino. Entre los pliegues de los cortinajes, entre las borlas del bordado tapete, entre las anchas hojas color de esperanza de la planta que a la derecha se abre, la voz infantil de Naná, la voz acariciadora de modulaciones serena, canta todavía:

—Nuestro asno,
nuestro asno
tiene pupa en la pata….

El amo le ha puesto
unas lindas bachuchas….

y zapatos lilá
y zapatos lilá….

La Inexorable ha puesto su mano glacial y desolada sobre todo esto; lo ha llenado todo de silencio; se ha llevado todos los aromas; ha cerrado todas las ventanas. El despacho parece ahora un claustro conventual de amplias arcadas, la tumba severa y misericordiosa de un monarca, o una playa al atardecer, donde las barcas duermen….

Si fuéramos espiritualistas, creeríamos tal vez, que todas las noches viene Emilio Zola a hojear los polvorientos y elocuentes legajos del Proceso Dreyfus.

Las palomas blancas del recuerdo han hecho allí sus nidos, y de cuando en cuando vuelan sobre Francia, para picotear alegres sobre los trigales, o para dejarse acariciar por la mano de los artistas sobre las tapias de las hueras. Esas tapias agrietadas a donde se asoman picarescas las lagartijas….

Las blancas palomas del recuerdo, cubren con las doradas espigas, y con las hojas secas que ruedan por las landas, ese rinconcito del panteón donde duermen los restos de Zola.

…. …. …. …. ….
…. …. …. …. ….

 

La tristeza nos envuelve y nos domina; se enreda a nuestros pies como los hierbales de los jardines que no tienen dueño; nos da la sensación de la muerte y del olvido como las telarañas, o como esos hogares sonrientes y lejanos donde un tiempo vivimos…. y a donde nunca más hemos vuelto….