Al César lo que es del César

Con el triunfo de Argentina sobre Francia en la final del Mundial Catar 2022 se cumplió cierta justicia divina. Y es que sería injusto para muchos amantes del universal deporte que Messi se retirase sin besar la gloria mayor soñada con la camiseta albiceleste


Alfred Hitchcock jamás imaginó tanto suspenso, ni Quentin Tarantino creó un guion con tantos altibajos ni protagonistas. Algo así, una mezcla de tensión, acción y emociones quedó reservada para el juego final entre Argentina y Francia. El partido, tras un electrizante empate a tres en tiempo extra, dejó todo para la tanda de penales, donde la imprecisión de los galos y el carácter del portero Emiliano El Dibu Martínez dieron el tercer título a los sudamericanos, tras 36 años de espera.

Las cortinas de Qatar se cerraron y empieza un nuevo ciclo de espera. Tendrán que pasar cuatro años, bien largos para los amantes del fútbol, para que el balón vuelva a rodar por el césped en una Copa del Mundo. Emociones, goles, un hat-trick de Mbappe en la final, polémica, sorpresas como la de Marruecos, Alemania quedó fuera nuevamente en fase de grupos…todo esto se vivió en un certamen catalogado por el propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino, como el mejor de la historia.

De ahora en adelante, muchos fanáticos le rezarán al Dios Maradona en el cielo, y en la tierra, colmarán de alabanzas a su Messías.

Sin duda, esos componentes aportan sazón al fútbol. Ese deporte que mueve multitudes a lo largo y ancho del mundo; ese deporte que fue bautizado por un comentarista y periodista chileno como “el más hermoso del mundo”, y ese que, cada cuatro años, reúne a los fanáticos frente a una misma pasión y pone a los ateos del deporte a creer en la pasión del Mundial,rendirse ante la magia de los ídolos, ondear las banderas nacionales.

Con el final del torneo en Qatar, varias lecciones quedan, lo mismo que fueron atados cabos sueltos. Lo primero es que, en las tierras del oriente cayó la dictadura futbolística que había impuesto Europa por 20 años. Argentina se encargó, bajo la égida de Lionel Messi, de poner a América nuevamente en el mapa con un título. Aunque algunas selecciones quedaron a deber por los americanos, como fueron el caso de Brasil y Uruguay, equipos que, a criterio personal, podían dar más.

El balón es redondo y rueda para todos por igual. Es una frase recurrente cuando de fútbol se habla, y si alguien tenía duda al respecto la cita qatarí acaba de despejarla. Creo que nadie antes del 20 de noviembre -fecha de inicio del Mundial- en su sano juicio habría vaticinado que Australia llegaría a octavos de final, o que Japón vencería a Alemania, y menos que Marruecos, un equipo africano, llegaría hasta el cuarto lugar, dejando en el camino a España y Portugal. Los estigmas de Cenicientas cayeron, y de eso no hay dudas.

El equipo de Marruecos causó sensación del Mundial.

Con el triunfo de Argentina sobre Francia en la final salió a la luz cierto pundonor. Y es que sería injusto para muchos amantes del universal deporte que Messi se retirase sin besar la gloria mayor soñada con la camiseta albiceleste. Asimismo, sería doloroso ver partir a una generación histórica de jugadores como Luis Suárez, Luka Modriç, Cristiano Ronaldo y compañía (incluyendo al 10 argentino) sin que al menos uno de ellos tuviese el placer de acariciar el trofeo de campeón mundial.

Con intensidad se vivieron 64 partidos y si alguien ganó, más allá de Argentina, fue el fútbol. El Mundial, tal y como lo conocemos, tendrá una renovación importante en la venidera cita de 2026, con sede en México, Canadá y Estados Unidos. Allá, por ejemplo, no serán 32 los equipos participantes, sino 48.

Mientras transcurreesa espera, en el sur de América, 41 millones de argentinos y otros millones de fanáticos en el mundocelebrarán durante días por su selección o su ídolo finalmente investidos decampeones. De ahora en adelante, esos fanáticos le rezarán al Dios Maradona en el cielo, y en la tierra, colmarán de alabanzas a su Messías. Justicia divina, sí, la vista en todo este mes futbolero. Como dice la Biblia: Al César lo que es del César; y como sentenció el deporte: A Messi, lo que es de Messi.

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