“Cuando miré hacia el lugar del estruendo, vi un vacío”.

Foto. / Jorge Luis Sánchez Rivera

El polvo blanco de los escombros en sus pies revelaba que era una de las personas lesionadas en el accidente ocurrido en la mañana del pasado viernes en el hotel Saratoga. Sentada en un área del cuerpo de guardia del hospital universitario General Calixto García, Kelis Vargas García, de 35 años, recibía atención médica. Una doctora le tomaba la presión arterial, mientras el enfermero le chequeaba el suero que le habían puesto poco antes.

A pocos metros de distancia de la joven, alcancé a ver lesiones, al parecer leves, en uno de sus brazos. Luego me contó que es boliviana y estaba en una de las viviendas de un edificio colindante con el hotel. “Se escuchó algo muy fuerte, como un trueno, y todo se llenó de un polvo blanco que no dejaba ver nada. Minutos después, cuando miré hacia el lugar donde había ocurrido el estruendo, vi un vacío. Todo  estaba en ruinas. De inmediato los vecinos del edificio donde yo estaba corrieron a la puerta de salida para alcanzar la  calle, pero los escombros no permitían salir”.

Igual de vertiginosos fueron esos instantes para Maritza Gutiérrez Fernández, de 57 años, una de las pasajeras del ómnibus P8 que pasaba cerca del Saratoga en el momento del desastre. Residente en La Habana del Este, relató a BOHEMIA que se dirigía a Marianao para hacer unas gestiones. “Escuché como una explosión muy grande, y después vi que mi brazo sangraba. Personas de la población que estaban cerca me sacaron de la guagua, y luego fui trasladada en una ambulancia para este hospital”.

Cuando Maritza recibía atención médica en el área de urgencias del Calixto García, no conocía bien qué había sucedido ese viernes por la mañana —o tal vez no quería ni saberlo—. “Ya me enteraré en el noticiero”, dijo y fijó la vista en su brazo dañado.

Esa tarde en el Calixto García, institución donde radica el Centro Provincial de Atención al Paciente Politraumatizado, la tensión era extrema. En la puerta de entrada del cuerpo de guardia, una doctora miraba constantemente a la calle en espera de la ambulancia que trasladaba hasta allí a otras víctimas del accidente. Mientras, en otro salón de esa área, la enfermera Doralis Cedeño Lores, con 15 años de experiencia en esa profesión, administraba un ámpula de toxoide tetánico a uno de los pacientes recién llegados.

Ella es jefa de la sala de neurología del Instituto de Neurología y Neurocirugía. Explicó que en cuanto se conoció del accidente la dirección de dicho instituto movilizó a un grupo de profesionales para apoyar a los colegas del hospital Calixto García.

“Esto es muy doloroso”, comentó a esta revista Doralis, quien desde las doce y treinta del mediodía del viernes hasta las tres de la tarde había atendido a unas ocho personas lesionadas. “Del grupo de profesionales que vinimos del instituto, cuatro nos quedamos esta noche aquí, en la terapia intensiva”, concluyó la enfermera, mientras se echaba su mochila a la espalda, y se alejaba por uno de los pasillos.

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Un comentario

  1. MUY TRISTE Y LAMENTABLE ESTE ACCIDENTE EPD LOS FALLECIDOS Y DESEANDO UNA PRONTA RECUPERACIÓN A TODOS LOS LESIONADOS Y MIS CONDOLENCIAS A TODOS LOS FAMILIARES Y AL PUEBLO DE CUBA EN GENERAL ME INCLUYO YO COMO DOLIENTE YA QUE ESTE ACCIDENTE AFECTA A TODO EL QUE LLEVE A CUBA EN SU CORAZÓN Y ME SIENTO AFECTADO EMOCIONALMENTE VIENDO ESTA TRAGEDIA Y TANTO DOLOR,

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