Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.
Foto./ Jorge Luis Sánchez Rivera.

Pasos de danza, versos que encantan

Entre el vaivén de las personas y el ritmo frenético de los carros, un grupo de jóvenes artistas se reúne para dar a conocer su arte. Con una mezcla de movimientos ágiles y elegantes dan vida a las calles con su danza improvisada.

Los observo y siento la magia, el vínculo; se entrelazan al mismo compás de una música silenciosa que solo toca para ellos y que a través del baile da voz a los sentimientos más profundos que les habitan. Cada paso, salto, giro, es una expresión de sus emociones. Los sonidos casi se escuchan, la pasión casi puede tocarse…; aquí la danza y los versos se mueven al ritmo de belleza y melancolía.

En medio de la rutina diaria y el caos de la ciudad, el ballet sobre adoquines se convierte en un oasis de creatividad. Sus cuerpos se mezclan con el paisaje urbano y, en esta sinfonía de movimiento que encanta a quienes tienen la suerte de presenciarlo, ¡hay poesía!

Aliados inseparables, en una oda a la pasión, el ballet se convierte en verso y, en armonía profunda, es un abrazo al arte.

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