Un disparo a las masculinidades

La fotógrafa cubana Moník Molinet conversa con BOHEMIA a raíz del estreno de su exposición Masculinidades, en la Fábrica de Arte Cubano


Preparen, apunten, ¡fuego!… Los disparos de la pistola de Moník esta vez enfocaron varios objetivos a su paso. Su lente certero provocó impactos mortales en las redes sociales; algunos aún se encuentran en recuperación. Se abrió paso entre la multitud para detonar una bomba de flores en La Habana. Un acontecimiento memorable, destructor de estereotipos.

Las evidencias del suceso cuelgan en la pared oscura de la Fábrica de Arte Cubano, en la capital: 13 retratos de hombres con flores adornando su oreja. La fotógrafa Moník Molinet, presume su primera exhibición personal Masculinidades:

Uno de los jóvenes que posó para Moník Molinet, visitó la exposición para ver los resultados. / Leyva Benítez.

“Como llevaba tiempo abordando el tema de género, sentí la necesidad de involucrar a los hombres, porque estas temáticas parece que solo implican a las mujeres. El único género que está en construcción o deconstrucción no es el femenino. Es muy importante que los hombres se incorporen. Ellos también son oprimidos por la construcción de la masculinidad más hegemónica.

“Esta obra en específico, busca deconstruir estereotipos de género. Si hubiera sugerido que llevaran la flor en la mano, hubiera sido menos retador para la masculinidad hegemónica. Ese gesto está asociado a la posición que entendemos de los hombres, como seductores, proveedores, que es una carga tremenda para ellos”, reconoce la actriz y fotógrafa cubano-mexicana.

−¿Por qué asocias la violencia contra la mujer con el hecho de hombres que posan con una flor en la oreja?

−Esta obra busca el debate. Para mí es importante poner esta premisa: una vez que pasamos el prejuicio de posar delante de una cámara, ¿cuál sería la justificación para no apoyar una lucha tan justa como la eliminación de la violencia hacia la mujer? El machismo. Me interesaba evidenciarlo, así como los comentarios que genera.

“Desde las construcciones de género no es lo mismo para una mujer o para un hombre la flor. Si yo subo mañana una foto de una mujer o hago una serie de mujeres con flores, seguramente no les dirán que son homosexuales, no va a ejercerse tanta violencia. La masculinidad está constituida desde una estructura rígida. Los hombres tienen la tensión de validarse ante otros hombres como machos, entre mil comillas, verdaderos, para no ser juzgados por ellos mismos.

“La violencia hacia la mujer a nivel de estadística está protagonizada por los hombres. El trabajo para alcanzar la justicia social también nos involucra a nosotras porque el machismo no es algo que está compaginado nada más a los genitales. Hay mujeres machistas. Este trabajo es una propuesta para crear un intercambio y que las personas puedan acercarse entre ellas desde una posición más educada o con mayor experiencia sobre el tema”.

Muchos hombres se unieron al reto durante la exhibición de las obras. / Leyva Benítez.

−¿Qué ocurrió con tu propuesta en las redes sociales?

−Publiqué las fotos y en menos de 24 horas me habían suspendido temporalmente mi cuenta de Twitter. Había alcanzado más de 5 millones de cuentas. No sé si el algoritmo la detectó de forma negativa o empezaron a denunciarla. Los motivos fueron que incitaba al odio y tenía contenido sexual. Luego me la devolvieron y al haber logrado tanto alcance, despertó la curiosidad de muchísimos medios internacionales: ¿por qué una flor ponía tanto en evidencia? 

“Atacaban a los hombres, invalidaban esta identidad de masculinidad porque lo asociaban a la homosexualidad. También era muy evidente cómo relacionaban cualquier gesto femenino como una actitud peyorativa para ellos. Una tremenda misoginia al no tolerar conductas de mujeres. Delimitan la expresión individual y la autodeterminación de las personas.

“Al viralizarse, muchos empezaron a compartirlo, a subir sus fotos con la flor; padres orgullosos de sus hijos con flores puestas también. Una respuesta inmediata y espontánea”.

Se ofrecieron flores en la Fábrica de Arte Cubano para que los visitantes pudieran tomarlas y unirse a la actividad. / Leyva Benítez.

−El abordaje de estas temáticas desde tu arte…

−La cámara o pistola, como la llamo, es un arma de empoderamiento y de voz para buscar los matices de mi propio discurso. Libertad absoluta para tener el control sobre lo que me interesa y poder trabajar en las cosas que me molestan como ser humano y artista.

“Es el entorno que he elegido, las herramientas que tengo y puedo aportar. Además, tiene un poder importantísimo, porque a través de una imagen se puede decir mucho y de manera precisa; controlar cada pedacito, cada luz, cada expresión a la hora de elegir la que quedó. Me permite construir el mensaje y pulirlo en cuanto a contenido y concepto”.

−¿Qué nos depara tu futuro artístico luego de este fenómeno?

−Estamos creando un proyecto documental con esta exposición y la repercusión que sigue teniendo. Me gustaría replicar el experimento, la acción urbana en otras ciudades, como México, donde vivo, para ver cuáles son las diferencias. Quisiera hacer alianzas con sociólogos, investigadores y psicólogos a ver cómo seguimos aportando desde cada especialidad a esta deconstrucción colectiva.

En el espacio interactivo, los espectadores posaron con una flor en la oreja. / Leyva Benítez.

−Un mensaje para los que no apoyaron tu obra…

−Los hombres deben entender que ellos también están perdiendo con una construcción de la masculinidad rígida, a la hora de poder expresar sus emociones con otros hombres. Cuando se va a la estadística, la esperanza de vida de los hombres es menor que la de las mujeres, por el simple hecho de que no se cuidan; las cifras mayores de suicidios son de hombres, pues carecen de herramientas para el manejo emocional por esto de que los hombres no lloran, no muestran emociones con otros hombres. Hay que educarlos y hacerlos ver que esta lucha representa también beneficios para ellos. 

“Mi exposición es una crítica, una observación personal y sobre todo está en consecuencia con un activismo en el que confío. Tengo la responsabilidad de sumar imágenes como fotógrafa y artista, al imaginario visual.

“Les agradezco a todos los hombres: a los que decidieron sumarse y a los que no, porque de alguna manera en mi trabajo estoy poniendo la lupa sobre ellos. Tienen todo el derecho de ser así, yo lo que hago es ponerlo delante del espectador para que pueda tomar decisiones”. 

Guarda las balas que le restan para recargar la pistola en futuros destinos y volver a disparar. Su arma, precisa y consecuente con la humanidad, se prepara para los nuevos retos que deparan los siguientes pasos artísticos.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos