Un viaje por las calles de Haití propicia descubrir expresivas historias de la cultura del país contadas por personas de diferentes edades. Llevan en sus cabezas objetos pesados de disímiles tamaños y colores que patentizan sus propias maneras de subsistir en una nación pobre donde la gente se defiende del desarraigo. Subsisten a toda costa, no disponen de tiempo para albergar tristezas y angustias, aunque estas quizás duermen en jarrones, ánforas, bultos de ropas y otros artefactos que trasladan con la pasión presta para seguir andando, pues de alguna manera es su forma de vivir abstraídos del dolor y la pobreza.