Canción para reparar almas asfixiadas

Solo la segunda canción del concierto. Gritos y aplausos. La euforia del púbico recarga al Bob Dylan negro, al Black Dylan. Su gira por Europa resulta el reclamo necesario, la continuación de la lucha contra el racismo sistémico que él comenzó allá en donde el “american way of life” no es más que el “white way of life”.

Acaba su tema Johannesburg en el escenario del Royal Festival Hall londinense y anuncia que su gira terminará en Atenas, no en Tel Aviv. En la capital israelí esa canción había logrado tantos seguidores, y sin embargo, las personas de raza negra no podrían acudir a verle en el escenario. No desafiaría el boicot cultural contra el Apartheid porque su causa implica muchos estandartes, uno por cada nación; adonde los perros sean más importantes que los negros, él no actuará.

El silencio incómodo interrumpe la percusión simple pero persuasiva y la brillante ira de Gil Scott-Heron. Comienza Who`ll pay reparation on my soul.

/Muchos buenos discursos (oh sí) / desde el escritorio de la Casa Blanca/

Este tema impregnado de una honestidad brutal forma parte del disco Small Talk at 125th and Lenox, una erupción de intelectualismo y crítica social de Scott-Heron.

Portada del LP

A diferencia de otros grandes representantes del sonido anglosajón que emergían fundamentalmente del underground neoyorquino, Scott-Heron nació en Chicago y encontró su pasión en la literatura y la poesía, hasta 1970 cuando estrena su LP (disco de larga duración) Small Talk at 125th and Lenox. El álbum constituye su protesta cantada contra los medios corporativos manejados por los blancos, la superficialidad de la televisión y el consumismo y la ignorancia de la clase media de los Estados Unidos.

¿Quién pagará las reparaciones en mi alma? / Porque no cavo segregación… / Tengo que llevarlo a las Naciones Unidas / Alguien que me ayude a salir de esta nación/

Catalogaría a este padre fundador del rap como un patriarca de la resistencia contra el status quo. No terminó la universidad porque creyó mejor dedicar el tiempo a escribir su novela sin poseer ninguna certeza de publicación. Sus antecedentes penales muestran varias estancias en la cárcel por posesión de cocaína y la violación de la libertad condicional por abandonar el centro de rehabilitación donde lo internaron. La resistencia terminó con su muerte en 2011. El sida puso punto final a sus horas cantadas.

Who’ll pay reparation on my soul empieza con ritmo atropellado y melodía de himno. La escucho recién apagado el noticiero del mediodía. Por estos días oigo música pensada y cantada por negros que traen la afinación inyectada en la sangre desde lo más agresivo del rap; paso a lo sublime del góspel, cambio a lo sensual del reggae, tarareo notas de un blues, voy al hip-hop.

Esa comunidad asfixiada transmite sus más puros anhelos a través de la música, como si una de sus formas de vengarse fuera poner a bailar o a sentir a quienes los desprecian, a quienes sí les preocupa que caminen en las noches por los alrededores de sus casas en los suburbios, pero no que coloquen un hit en la Billboard que ellos escucharán hasta el cansancio.

Ahora la canción de Scott Heron vuelve con insistencia a mi cabeza. Siento la percusión y me sabe a rabia imposible de contener, pienso en Gil Scott-Heron, en su vida, en su muerte, en su resistencia y me pregunto cómo van a sanar el corazón dañado de una nación.

The answer is blowing in the wind.


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