Clown: del absurdo a la felicidad

 Payasos / Ilustración Fabián Cobelo
Ilustración Fabián Cobelo

Yo he visto muchos absurdos en mi ciudad y pudiera hacer una lista, pero no quisiera que se fragmente lo que escribo. Un absurdo que no cabía en la cabeza de alguien era que existiera una Escuela de Payasos en Las Tunas.

Si lo repites en voz alta tal vez te rías. (¿Para ser payaso hay que estudiar? Suena absurdo, ¿no?) Pues, a pesar de los pesares, la escuela se logró y acaban de graduarse los primeros estudiantes. (¿Sigue pareciendo absurdo?) Estudiantes de clown.

Finalmente, tras una larga cola, consigo entrar al teatro y luego disfrutar, desde el interior, de un ambiente confortable, acogedor y que además huele muy bien… huele a teatro. Se me había olvidado que para el teatro también se hacen colas… que no todo en la vida es “módulos” y que los niños también se alimentan de arte y que le hace bien (aunque parezca absurdo).

Las luces se apagan y se enciende la magia. Parque de Sueños se titula la obra. Ema aplaude, desde mis piernas. Una algarabía desde el inicio, los niños ríen; los padres, más. Los payasos son mágicos, hacen divertir y soñar a los niños.

Los niños quieren hacer lo que hacen los payasos: “¿Mami, cómo hizo eso? ¿Mami, se va a caer? ¿Dónde guarda tantas cosas?”. Le explico a Ema que eso lo aprendieron en la escuela. Allí hicieron “todas sus tareas” y ahora enseñan a reír, a llorar y a soñar.

Parque de Sueños se salió del escenario, abrió su carpa y nos metió a todos dentro. Con tantos premios ganados y estos muchachos tan jóvenes han asumido una obra tan madura. Las diferencias se las dejo a los hipercríticos. Yo reí y me impresioné como una niña. (Qué absurdo). Así es el arte.

El resumen de la obra es más o menos esto:

Jajaja, jajaja, jajaja…

¡Ohhhh!… Jajaja… (Aplausos).

¡¡¡Waooooo!!! ¡Sorprendente!

¡Ayyy, Dios míoooo, se cae!… (Las manos me sudan)

Jajajajaja, jajaja… (¡Bravo! -gritan-)

Jajaja… (Venta de garaje, qué risa me da)

¡Awww!

Jajaja, jajajaaaa…

A llorar otra vez… (Final)

Reírse en estos tiempos (por Dios, qué absurdo). Ojalá nunca nos falten los payasos… ¡Bravo!

—¿Mami, se acabó?… No quiero irme.

—Yo tampoco, Ema… Seguro, otro día, habrá más.

Comparte en redes sociales:

3 comentarios

  1. Felicito desde el fondo de mi ser (partes material e inmaterial) a Dailín.

    Si durante la lectura me sentí -también- como sentado en una de las lunetas del teatro, no fue solo porque, de hecho, lo he estado varias veces o porque conozco desde las raíces hasta los frutos ese bellísimo proyecto bajo la inspiración de Parra: un hombre verdaderamente tan mágico como un niño en permanente sueño y fantasía.

    … es que, amiga Dailín, con eso que has escrito, es imposible no reír, soñar, llorar y desear que nunca concluya una función así.

    Mi abrazo inmenso a ti, a la personita cargada en piernas, a todas las mujercitas y hombrecitos en miniatura que colmaron la sala,a los adultos que -al menos durante el espectáculo- volvieron a ser niños, y sobre todo a los miembros de la compañía Teatro Tuyo y a los integrantes de ese colectivo de la Escuela Nacional de Clown (profes y alumnos) que, «absurdamente», anclaron en un lugar tan seco como Las Tunas, para llenar de fresquísimo rocío a todo el Archipiélago.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos