Una niña con Canela

Niña y conejo. / Ilustración Fabián
 Ilustración. / Fabián Cobelo caballero

–Diez… veinte… treinta… ¿Cuánto me dijo que costaban…?

El muchacho, en el portal de la casa, acariciaba a los conejos en la jaula. Ema le contaba la trágica historia de sus mascotas, como queriendo convencerlo de su infantil necesidad de compañía animal:

Frida era una perrita malcriada que no paraba de llorar, Princesa una chow chow muy agresiva, al bonito de Bony le ganó una gran plaga de garrapatas y la arrabalera gatica Fri-Fri se regresó de donde vino, con la misma ligereza con que se nos apareció en el balcón.

Ya con la bolita de pelos en la mano, Ema me lanzó un tiro de gracia: “¡Ay, mami… es que los conejos son la cosa más tierna del mundo!”. Y tiene razón…

–¿Qué puedo darle para alimentarle? –indagué con el joven.

–Cáscaras –respondió ágil y con mucha seguridad–, cáscaras de boniato, papa, plátanos…

–Ah sí, el otro día escuché una masterclass de alimentación a base de cáscaras. (El muchacho no entendió el chiste).

Seguimos. Llevaba en mi mano un jabón de carbón que pude adquirir en la distinguida Papaya & Banana (negocio de cosmética natural) y de donde Ema salió con un corazón de glicerina como regalía.

Caminábamos, buscando nombre para la pequeña orejuda gris. Más bien el nombre lo negociaba yo, porque Ema siempre tiene bien claro cómo llamar a sus mascotas: Florinda. Pero Florinda no iba a repetirse esta vez. (Un amigo, fanático de Bambi, nos sugirió Tambora).

Al final acordamos que Canela era el nombre perfecto. (Valió el ingenio). La felicidad se notaba a cualquier distancia, iba dando brincos. Sería un buen día. Regresó encantada, a su casa, una niña.

Ahora me queda un par de tareas por hacer: necesito conseguir, con urgencia, una jaula; y mantener a la peluda lejos de mis plantas. Las dos parecen pendientes muy difíciles de alcanzar.

Los dibujos de Ema sobre Canela cuentan una historia muy diferente a la de aquel conejito sucio del muñe. Hoy Ema me ha pintado junto a ellas, bajo la sombrilla, con unas onzas de más. Este dibujo también ha aumentado mi autoestima. Y no me aguanto estas letras.

 

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2 comentarios

  1. Acabamos de incrementar el núcleo familiar con Lucy (not in the sky with diamonds, es una perrita de ojos de miel y pelo achocolatado) y anoche, en medio de un gran aguacero y un mayor apagón, me tenía pensando dómo le daría la madrugada a sus dueños (mis nietos), hoy tengo que averiguar… nosotros tenemos a Jake, Yey para quien le dio el nombre (mi nieto mayor) y Yayi para el menor de los niños, que habla en coreano, ruso, francés y otros galimatías (por mi madre que en español apenas dice tata, mami, abu, nana y papá). Espero que ustedes sean muy felices con Canela, yo de joven lo fui con El Ñato (que realmente fue La Ñata), que comía nuestras sobras, igual que un perrito, y corría por toda la casa en cuanto le daban un chance para colarse desde el patio… las mascotas complican, pero alegran nuestras vidas, y son excelentes amigos para nuestr@s niñ@s…

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