Código familia adentro

Código familia adentro.
Eoto ilustrativa: Lorenzo Crespo Silveira

Comenta Nancy González Albear que todo lo que ha visto del proyecto de Código de las Familias le encanta. No ha podido terminar de leerlo porque en su telefonito le resulta difícil. A sus más de 75 años, hay letras que se le pierden de la pantalla y quisiera tener un ejemplar impreso donde pueda subrayar lo que más le interesa, hacer apuntes, garabatear ideas; costumbre adquirida en su vida como docente.

En estos días ha estado haciendo los carteles que anuncian que el 23 de febrero le corresponde a su área el debate popular del texto. Ella es la delegada de la FMC y ha comentado con algunas vecinas de su edificio las ventajas, los derechos de las abuelas, y cómo se siente identificada y representada en lo que acerca de ese particular recoge por primera vez este código.

Siempre ha considerado que la familia es una responsabilidad colectiva en la que todos deben poner su granito de arena, por eso ve con buenos ojos la amplitud de miras del código en tantos temas. Es que en la familia es donde se aprenden valores con los que se cargará siempre. Para bien o para mal, de ahí parte el desempeño personal de cada cual.

Nancy piensa en sus nietos, a los que puede ayudar mucho más ahora por estar jubilada. Incluso puede ser una abuela mejor que la madre que fue, atareada siempre con estudios y tareas laborales de alta responsabilidad.

A la vuelta de los años valora desde otra perspectiva cómo pudo, junto al hombre que amó, formar una familia y trasmitir influencias a sus tres hijos a la par de sus desempeños sociales, en tiempos en que separarse del hogar era frecuente, lo mismo para irse a un corte de caña que a una misión en el exterior.

Pero a la vez siente que en la sociedad cubana hay personas a quienes no se les ha permitido casarse y tener hijos por razón de su orientación sexual, pese a estar tan enamorados como ella y su esposo, ya fallecido. Ese es un tema que la actual norma corrige sabiendo que todos “debemos tener el mismo derecho”, apunta.

Nancy tiene además de sus hijos y nietos una numerosa familia de varios hermanos y sobrinos…, privados de reunirse en estos meses de pandemia. Sin embargo, la unidad entre ellos y la costumbre de ayudarse no se perdió ni en estas circunstancias, por lo que se les ocurrió crear un grupo de WhatsApp, red válida para hablar de cualquier tema de interés común –desde las compras de alimentos hasta cómo le va a fulanito con su nueva novia–, e incluso de este nuevo Código, que retrata muchas de las aspiraciones que tienen como familia.

Desde ya, y aunque no les corresponda todavía participar en cada barrio donde viven en su reunión de vecinos, previstas hasta abril, están pensando cómo enriquecer el debate y si pudieran adicionar, modificar o suprimir algún asunto que haga de ese proyecto una norma todavía más inclusiva, con mayores oportunidades a que prevalezcan la cercanía, la solidaridad y los afectos, sustentos de su propia familia hasta hoy. Sabiendo que todas las opiniones cuentan y que el diálogo nacional contribuirá al enriquecimiento de su contenido y a la construcción del consenso a favor de derechos para todos por igual.

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