Petro perdió, pero no es el fin./ sputniknews.lat
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El Pacto Histórico no está herido de muerte

Aunque Gustavo Petro recibió un llamado de atención en las recientes elecciones regionales, no existe una oposición que se puede declarar la gran vencedora


La noticia de la semana en los medios de prensa de la región es el resultado de las elecciones regionales en Colombia. Los grandes titulares avizoran ya un supuesto debilitamiento del petrismo y el regreso del país a su tradicional statu quo.

Unos 38.9 millones de colombianos fueron llamados a las urnas el pasado domingo 29 de octubre para elegir a gobernadores, alcaldes, concejales, diputados y ediles, que asumirán cargos locales en todo el país a partir del próximo 1°. de enero para el período 2024-2027.

Con una baja participación de 57.8 por ciento (por debajo del 61 por ciento que acudió en las regionales de 2019), las principales alcaldías y gobernaciones quedaron en manos de políticos de distintas vertientes pero que encabezan estructuras tradicionales o tuvieron el apoyo mayoritario de ellas.

Para muchos estos comicios eran el medidor del pulso político del gobierno de Gustavo Petro tras 14 meses de mandato, en los cuales no ha tenido apenas respiro entre las ganas de hacer y los innumerables frenos de esa todopoderosa clase política.

Esas huestes tradicionales que en 2019 y 2022 se toparon con un pueblo necesitado de abrirle campo a nuevos partidos independientes que le rescataran la ilusión por años perdida, que cedió demasiado terreno y ahora pretende regresar a su mismo punto histórico.

En las generales de 2022, Petro hizo historia al convertirse en el primer presidente de izquierda en el país. Además, en el Congreso, su movimiento, el Pacto Histórico, fue la fuerza mayoritaria.

Sin embargo, en estas regionales no ganó ninguna de las ciudades grandes, mantuvo el poder en solo dos gobernaciones (Nariño y Magdalena) y no será mayoría en ninguna de las asambleas departamentales o concejos municipales.

En Bogotá, la principal plaza electoral del país y la ciudad de la que fue alcalde, salió derrotado. “En la alcaldía capitalina nos jugamos la supervivencia del Pacto Histórico”, avizoró su candidato, Gustavo Bolívar, al comienzo de la campaña. Al final, quedó relegado a un tercer lugar y superado por un sofisticado tecnócrata de centroderecha sin recorrido político, Juan Daniel Oviedo.

El Gobierno perdió además el apoyo en Medellín, segunda ciudad en importancia del país, y donde tuvo en Daniel Quintero un gran defensor y aliado. El alcalde electo, Federico Gutiérrez, es un permanente crítico de Petro y ahora intentará sacarse la espina que le dejó la aventura presidencial en 2022, cuando no pudo con la solidez electoral de Petro y ni siquiera llegó a segunda vuelta.

En Cali, la tercera plaza a nivel nacional, ganó el empresario Alejandro Eder, y la de Barranquilla la obtuvo Alejandro Char, del opositor Cambio Radical.

La excepción es la victoria de Luis Alfonso Escobar, en Nariño. Allá también la historia se volteó, pues la izquierda perdió esa gobernación en 2019 y actualmente la recuperó.

Otro de los triunfos más importantes del Pacto Histórico fue en el estado de Amazonas, en manos de Óscar Enrique Sánchez, quien aspiró como representante de una coalición de partidos.

Aunque Petro recibió un llamado de atención, su oposición tampoco se puede declarar la gran vencedora de estas elecciones. Los alcaldes de las grandes ciudades serán ahora sus opositores, pero eso no quiere decir que todos son parte de un mismo frente que amenaza su gobernabilidad.

El mandatario tiene ante sí varios proyectos y programas que consolidan y dan cumplimiento a sus promesas electorales de acabar con la pobreza, la desigualdad y, sobre todo, la violencia. Le pone todo su empeño a su política de Paz Total y por primera vez en la historia de Colombia un Gobierno de izquierda adelanta negociaciones de diálogos de paz con grupos armados y bajo la vigencia de ceses del fuego bilaterales con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con un sector de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) conocido como Estado Mayor Central (EMC).

Asimismo, tiene dentro del Congreso reformas sociales importantes que se toparon con una oposición reticente a los cambios que conlleven beneficios para la mayoría.

Por tanto, no estamos ante el diagnóstico de una enfermedad terminal para el Pacto Histórico. Queda mucha historia por hacer aún.

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