Foto./ bbc.com
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El triunfo de quien prometió acabar con la criminalidad 

El electorado ecuatoriano optó en segunda vuelta por el candidato conservador Daniel Noboa, quien prometió una política de mano dura contra la delincuencia, al mejor estilo del salvadoreño Nayib Bukele


Mano dura, reformas carcelarias profundas e inversión en tecnología para contrarrestar la ola criminal que crece en Ecuador es, en resumen, el recetario que propone Daniel Noboa contra la crisis de violencia en el país, y el que le dio los votos necesarios para granjearse la presidencia.

En medio de pronósticos balanceados, Noboa venció el domingo 15 de octubre en segunda vuelta a la candidata del correísmo, Luisa González, en unas generales fuera de fecha, luego de que el presidente saliente, Guillermo Lasso, se viera con la soga al cuello, decretara en mayo pasado la disolución de la Asamblea Nacional y solicitara unas elecciones anticipadas, a través de un mecanismo constitucional conocido como muerte cruzada.

Además de la inflación, la inestabilidad financiera y otra retahíla de problemas en los que los últimos dos gobiernos hundieron a Ecuador, el desmedido aumento de la violencia criminal, aupada por el narcotráfico, es el problema que más ahoga a los ciudadanos.

Por eso, en sus políticas de tolerancia cero a la delincuencia y al crimen organizado está depositada la confianza de 52 por ciento del electorado. 

Ese será su mayor reto como presidente, pero con poco tiempo para demostrar si puede contra todo, porque solo estará en el cargo hasta mayo de 2025 y tendrá que lidiar con una Asamblea Nacional fragmentada y con un gran número de escaños del correísmo.

¿Qué propone Noboa?

El empresario de 35 años se convierte en el presidente más joven de la historia de Ecuador. No tiene partido propio, sino que lidera una alianza entre el Movimiento Pueblo, Igualdad y Democracia y el partido Mover. Es hijo del magnate bananero Álvaro Noboa, quien se postuló sin éxito para la presidencia en cinco ocasiones.

Sus aspiraciones apresuradas contra la inseguridad en el país incluyen profundas reformas en las cárceles, donde existe el mayor índice de criminalidad entre pandillas.

Para ello propone, entre otras medidas, aislar al potencial más violento a cárceles flotantes en medio del mar para internar a delincuentes peligrosos lejos de la costa e impedir mantengan sus operaciones desde prisión.

Según alega, esta sería una medida transitoria, mientras se reestructura todo el sistema carcelario.

Otras propuestas de Noboa son penalizar el consumo de drogas a pequeña escala, crear un sistema de jurados para delitos graves e invertir en avances tecnológicos, como drones y radares, para neutralizar a la delincuencia organizada en vías y fronteras.

En sus primeras palabras tras conocerse los resultados, aseguró a Ecuador que al día siguiente comenzaría a trabajar para reconstruir un país gravemente golpeado por la corrupción, la violencia, el odio.

Muchos piensan que son medidas ambiciosas para el poco tiempo que estará en el cargo, por eso no tiene un segundo que perder.

Golpe al correísmo

Este escenario de convocatoria electoral adelantada parecía favorecer al correísmo, que es la primera fuerza en la Asamblea Nacional y venía de ganar en febrero pasado las elecciones provinciales y municipales, donde consiguió un gran número de alcaldías y prefecturas, incluso en predios que eran baluartes del conservadurismo.

Además de eso, a diferencia de 2021, este movimiento pudo presentarse con un partido de hechura propia: Revolución Ciudadana, ideado por el expresidente Rafael Correa.

La candidata Luisa González, una política desconocida, no pudo lograr los votos necesarios, a pesar de mantener la promesa de volver al pasado, a aquella “Década ganada” que lideró Correa, que hizo crecer al país con el dinero del petróleo y sacó a millones de personas de la pobreza.

Todo se interpretaba como un gran éxito y parecía que ponía al correísmo camino a la presidencia. Pero no fue así: el fracaso lo marcó por segunda vez. Su máxima dirigencia debe enfocarse más en articular una mayoría en los sectores populares y toda estrategia debe enfilarse en ese sentido hacia las presidenciales de 2025.

Los ecuatorianos tienen muy cerca la traición a esa corriente política en la figura de Lenín Moreno, que llevó a la debacle al país. Por eso la ciudadanía le retiró cualquier posibilidad en 2021 al partido y ahora vuelven a mirarlo de cerca, pero recelosa.

No pocos analistas consideran que la oposición capitaneada por la Revolución Ciudadana tiene un enorme chance, dentro de muy poco tiempo, de hacerse con el gobierno, si aplica una política audaz de articulación, de remasterización y logra liderar una oposición seria.

Al correísmo le toca ir a la calle a escuchar y trabajar en serio contra esa ola de criminalidad, el principal problema que enfrenta cada uno de esos votantes.

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