Los infinitos poderes de contar historias

Valoraciones sobre los creativos aportes de las cinematografías de Argentina, Brasil y México presentadas en La Habana durante la edición 43 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano

Por. Isidro Fardales  | Sahily Tabares


La riqueza dramática del cine colocó en la gran pantalla conflictos de notable trascendencia social que hacen meditar a los públicos sobre la necesidad del diálogo y la urgencia de la confrontación, pues ambas enaltecen al ser humano en cualquier lugar del planeta, propician consensuar, disentir o acordar. 

Por todo esto proponemos desde la crítica cultural bucear en las historias no desde la mirada impresionista sino a partir del análisis y la argumentación que avalan los saberes; estos arrojan nuevas luces al entendimiento de procesos culturales implícitos en el arte de contar.

El Festival Internacional del Cine Latinoamericano en su edición 43 hizo visible en La Habana la pasión de guionistas y directores por mostrar la construcción de lo real desde dimensiones creíbles, verdaderas, auténticas, motivadoras. En ellos primó el interés de defender la conciencia de la unidad latinoamericana que ha sido y es un impulso recurrente en las cinematografías del continente. Debido a la valía de esa conciencia, los enfoques de los relatos son diversos, nunca homogéneos o complacientes.

Lideraron en diferentes géneros, las obras de Argentina, Brasil y México, en cuanto a vocación estética, lucidez, estremecimientos al presentar situaciones y conflictos de honda trascendencia humana.

Lo demostró el cineasta Santiago Mitre en Argentina, 1985. Este filme investiga la dictadura más sangrienta de la historia en el país sudamericano. Con el valor de la intriga y la acción detectivesca suscita una lectura lineal cuando en realidad el sustrato dramático contiene complejos mundos de significaciones que solo el rigor de la interpretación puede dimensionar. La puesta apela a la tropología en cada gesto, tiene su mayor asidero en el criterio de selección de los actores y en el aprovechamiento del histrionismo de Ricardo Darin, un elemento a favor del lenguaje y de la producción de sentido de la denuncia: hacer justicia a las víctimas de la junta militar.

Ricardo Darín demostró su impecable histrionismo en un relato lacerante. / ellitoral.com

Ciertamente, el equipo de realización dejó claro una idea: hay aprendizajes que nunca terminan. El destaque de la verdad y del apremio por encontrar las voces de quienes tienen la razón alimentaron la estructura dramatúrgica donde todos los elementos responden al crecimiento del relato, incluso el emplazamiento de la cámara realza la intencionalidad psicológica y revela profundas obsesiones, entre ellas, una esencial: dejar constancia de la crueldad histórica.

Muchos de los relatos en concurso y de otras latitudes aportaron interesantes contenidos, a veces poco imaginadas. Asimismo, trascendió en el Festival que el cine removedor de la tradición patriarcal es realizado por mujeres. Uno de los nombres de obligada referencia es el de la brasileña María Augusta Ramos. Demostró en el documental Amigo secreto que después de casi tres décadas de estabilidad democrática, su país coquetea con el fascismo. Mediante la concentración en acciones y diálogos, ella logra una puesta inteligente que desplaza el centro dramático de la coyuntura sociológica a la densidad existencial. Hace más énfasis en las huellas emocionales de los sucesos que en los sucesos mismos.

Creativo, audaz, es el discurso narrativo de la realizadora brasileña María Augusta Ramos. / ims.com.br

La secuencia de pensar, diseñar, ejecutar soluciones novedosas requiere de estrategias coherentes, las cuales deben ser discutidas hasta la saciedad por los creadores.

No siempre esta reflexión se toma en serio al recrear  determinados contenidos de notable repercusión social y cultural; estos merecen ser contados de manera única, desde el punto de vista que incorpore la pasión y la mirada propia.

El corto En cualquier lugar, dirigido por la mexicana Minerva Bolaños, dice más cuando calla. / filminlatino.mex

Trasladar vidas ficcionales auténticas al cine requiere defender la ilusión de verdad, aunque lo descrito o imaginado nunca haya ocurrido, pero puede suceder; esta posibilidad alerta, hay que escucharla, desplegar textos plenos de sugerencias y audacia cautivará a las mayorías sin distinciones de edades o sexos, la cuestión es hacer para nutrir el intelecto, la espiritualidad.

Lo tuvo en cuenta la mexicana Minerva Bolaños en el corto En cualquier lugar. Según cuenta, Azalea y su abuelo son los mejores amigos, pasan casi todo el tiempo juntos, sus padres siempre están trabajando. Un día, la niña es abusada por él y sin tener cómo o a quién contarle, la impotencia la lleva a tomar medidas desesperadas.

Al contar la tragedia, la realizadora desarrolla un enorme esfuerzo de deconstrucción narrativa donde el sentido de lo que ocurrió y cómo ocurrió es redundante, persigue una especie de exasperación del tiempo por acumulación de futilidades en una fiesta familiar. Elige el método de solo mostrar, esta perezosa densidad del discurso habla más cuando calla. Azalea ejecuta la justicia por su propia mano, hace reflexionar una vez más sobre los múltiples cruces, tensiones entre el cine y la realidad. En cualquier hogar puede ocurrir lo narrado, solo hay que estar alertas.

Diferentes narraciones y puestas demostraron una certeza: es imposible pedirle al arte una visión de lo real que posea el equilibrio del tratado sociológico. Creadores jóvenes y mujeres realizadoras patentizaron en el Festival los infinitos poderes de contar historias. Estas, si tienen valores artísticos, quedan sembradas definitivamente en el alma, la conciencia y la sabiduría de las personas.

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