Los legos salen de casa

En más de 11 000 cubanos vuelve a depositar confianza la población para saberse bien representada en el terreno de la justicia


Mucha gente lo desconoce, pero desde hace algunas semanas en toda Cuba transcurren los pasos o procedimientos para la elección de jueces legos: proceso de alto valor en el funcionamiento de los Tribunales y, sobre todo, asegurar la participación popular en el ejercicio de la justicia.

Posiblemente algunas personas imaginen que se trata de la selección o designación de profesionales que laboran dentro del propio sector jurídico, mas en verdad no es así. Comisiones de candidatura encabezadas por el movimiento obrero tienen por estos días la responsabilidad de examinar propuestas que nacen desde los cimientos de la sociedad y que pueden incluir a trabajadores de distintos sectores: estudiantes, obreros, técnicos, profesionales e incluso a ciudadanos ya jubilados.

“Todo ello ha venido marchando favorablemente en el territorio y no debe haber dificultad para que concluya bien” –les comentaba recientemente Niurka Ferrer, Secretaria General del Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba en Ciego de Ávila, a las principales autoridades políticas y gubernamentales.

Norberto Rosabal no concibe un proceso profundo, transparente y efectivo sin la presencia del juez lego.

Similar opinión transmite a los lectores de BOHEMIA la vicepresidenta del Tribunal Provincial Popular avileño, Yanay Pérez Obregón, cuya experiencia le permite recalcar la utilidad de los 372 jueces legos que en esta ocasión serán ratificados o ingresarán por vez primera a realizar esa función.

Nadie imagine que se trata de personas que hacen formal acto de presencia en un juicio. Tal y como subraya Norberto Rosabal Callejas, presidente del Tribunal Municipal de Morón, “a los efectos de la actividad judicial, el juez lego tiene los mismos derechos que los jueces profesionales, aun cuando no tenga iguales conocimientos. Ejemplos hay miles acerca de lo trascendente que puede resultar la información aportada por ellos, su punto de vista y su decisión a la hora de impartir justicia. De hecho, hay casos en los que si no interviene el juez lego no se realiza o no se concluye el proceso”.

Gente de pueblo

Pasos como los que tienen lugar deben tener el sumo cuidado de la selección. Quienes acumulan años en el oficio saben muy bien que no cualquiera puede ser juez lego. Deben ser personas con un prestigio social en su centro de trabajo, en el barrio, en la comunidad donde residen; mujeres y hombres con virtudes y valores que les posibiliten intervenir de manera digna y con la transparencia que requiere todo proceso judicial.

“Por supuesto que con ellos organizamos un proceso de capacitación en diferentes materias de su competencia, tales como la Ley de Tribunales, Código de Procesos, Código de las Familias y otros que resultan vitales para el trabajo que desarrollarán” –acota Norberto.

La paz de Cristóbal Paz

Más de un cuarto de siglo como juez lego le ha servido de mucho a Cristóbal Paz, incluso para ser más justo en el seno familiar.

Hay quienes afirman –un poco en broma, muy a modo de reconocimiento y no sin exageración– que ya Cristóbal Paz Pino conoce tanto de leyes como de la actividad que realiza: especialista mecánico,allá en la planta de reparación de motores de la empresa Azutecnia.

Congénitamente serio y respetuoso, pero con un afable carácter, él se limita a despedir una sonrisa y explica: “Es que desde 1995 fui seleccionado como juez lego y aquí estoy todavía, aportando lo que puedo a favor de la justicia en representación de mi pueblo”.

Con recuerdos y anécdotas a granel, este hombre les concede, sin embargo, especial significación a esos momentos en que, por determinada razón, comparece algún joven que ha cometido errores.

“Debo confesar con toda honestidad que en esos casos uno siente la sensación de que se trata de un hijo, de un sobrino, de un familiar, porque ese muchacho –al que posiblemente le ha faltado orientación o ayuda– tiene padres, abuelos, hermanos… Y puedo asegurarte que, sin apartarnos de lo que establece la ley, siempre hemos actuado con la dosis de sensibilidad humana y de justeza que todo caso requiere para que al final se adopte la decisión más correcta.

“En lo personal, creo haber actuado siempre así, de forma transparente. La vida me lo ha demostrado. A menudo recuerdo el día en que se me acerca un hombre en plena calle para decirme que estaba satisfecho y agradecido por el modo en que se había tratado el caso de su hijo y por la medida que finalmente se había aplicado”.

–¿Y en casa, qué dice la familia?

–Mi familia me entiende y me apoya. Déjame decirte que lo aprendido durante todos estos años, en salas como la encargada de lo Penal y en otros asuntos relacionados con lo familiar, me ha ayudado mucho para ser más justo en el seno de mi hogar a la hora de tomar una decisión, de tratar algún tema o de transmitir valores.

Hablar de los jueces legos deviene siempre placer para Yanay Pérez Obregón.

“Por ejemplo, tengo un hijo cochero. Siempre le he pedido que no se deje arrastrar por la avaricia del dinero, que sea comprensivo, humano… y ustedes no imaginan la satisfacción que siento cuando el muchacho me cuenta que montó gratuitamente a un anciano, a una mujer con un niño, a un estudiante o a otra persona que no tenía suficiente dinero para pagar el servicio”.

De acuerdo con información que trascendió recientemente en conferencia de prensa organizada desde el Tribunal Supremo Popular, el país elegirá a más de 11 000 jueces legos.

Del cuidado y profundidad que pongan las comisiones de candidatura dependerá en gran medida la calidad de la selección.

Una gran verdad, en cambio, orbita sobre el asunto. Yo la dejo en el aire, a modo de sana interrogante: más de 11 000 jueces legos, cuya aprobación final estará en manos de las asambleas del Poder Popular, pero… ¿se ha puesto a pensar usted cuántos cubanos, por su trayectoria, méritos, valores y prestigio podrían desempeñar igualmente ese noble rol desde Oriente hasta Occidente?

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