Fueron evocados desde la crítica cultural en homenaje a la legendaria maestra Alicia Alonso y a su labor fundacional para que exista hoy una escuela cubana de ballet de trascendencia mundial
Por. / Redacción Cultura de Bohemia
Fotos. / Yasset Llerena
De los aprendizajes y del gozo que propicia la celebración del aniversario 75 del Ballet Nacional de Cuba, este 28 de octubre, forma parte la evocación de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso. Es un referente imprescindible de la danza en la Mayor de las Antillas y en el mundo, pues mantiene sólida vigencia en el universo artístico contemporáneo.
Sus notables aportes están registrados en imágenes en el libro Alicia y las Maravillas del Ballet. Revisitaciones desde la artisticidad, de los autores Jorge Valiente y Sahily Tabares, publicado por la editorial Arte Cubano.
Este volumen deja constancia de la obra del artista del lente Jorge Valiente que, desde la crítica cultural de Sahily Tabares, estimula el conocimiento, las ideas y el pensamiento sobre la relevancia de la fotografía en tanto memoria, historia e imagen para el futuro.
Fue presentada la obra recientemente ante un público nutrido, en la acogedora librería habanera Fayad Jamís, donde el destacado periodista y crítico literario Fernando Rodríguez Sosa provocó la reflexión sobre las publicaciones literarias y artísticas.
Desde esta visión, desplegaron sus análisis el fotógrafo Humberto Mayol, vicepresidente de la sección de fotografía de la Asociación de Artes Plásticas de la Uneac, y el editor del libro y crítico de arte Alain Cabrera.
El estímulo suscitado por Fernando Rodríguez Sosa en su afán indagatorio propició escuchar las valoraciones de ambos expertos.
Destacó Mayol que Jorge Valiente forma parte del grupo de creadores más reconocidos en la fotografía cubana. Y posteriorente precisó: “La imagen desbordante de Alicia, lo efímero de cada actuación, su carisma y personalidad única, se articulan en el libro y reciben el registro de eternidad que garantiza la imagen fotográfica”.
Por su parte Alain Cabrera opinó: “Creo que los autores se propusieron una nueva incursión en el género del ensayo fotográfico, pues se trata de estructurar en imágenes una reflexión-diálogo sobre la condición de la fotografía en la relación fotógrafo-realidad, sin dejar de aportar el registro de su rica imaginación”.
Digamos, desde la semiología y los aportes de Roland Barthes, que la fotografía es solo un certificado de presencia. Ejemplo de ello es Giselle, a quien el autor ha dedicado sus primeras imágenes, pues Valiente, apunta Sahily Tabares, “es consciente de que la fotografía no solo es espacio, es también tiempo, al tratar la brevedad del gesto en un instante”.
Al activar la memoria, se evocó en el grato encuentro que el 28 de octubre de 1948, cuando Alicia, Fernando y Alberto Alonso se dieron a la tarea de fundar la primera compañía profesional de ballet en nuestro país, fueron conscientes de que para lograr ese empeño era necesario formar una cantera de bailarines autóctonos.
Sin duda, la Academia de Ballet Alicia Alonso, creada en 1950, inició la tarea histórica de forjar a los primeros intérpretes dentro de la técnica académica del ballet.
Justamente allí se empezaron a formar, siendo parte de ese gran laboratorio pedagógico que tuvo como génesis la hoy conocida mundialmente escuela cubana de ballet.
Alma y acciones de ese proyecto logrado en la práctica sistemática ha sido y es la primera ballerina assoluta Alicia Alonso.
En ella se inspiró Valiente. La oportunidad de haberla visto bailar constituye un tesoro inconmensurable. Al oprimir el obturador de su cámara Nikon, el artista visual empleó el inconsciente óptico que desveló ante el detalle y el tiempo-ahora de una mujer excepcional.
Tiene vida propia cada foto en tanto porta una singular verdad emocional. Con independencia del año y del escenario donde fue captada, confirma que lo esencial no es encontrar, sino asimilar lo que se encuentra.
Ver, no solo mirar al paso o de prisa, incentiva captar los matices del entorno, apreciar lo aparentemente invisible que solo activa la sensibilidad.
Lectores/espectadores las observan, las vuelven a ver y quizás se preguntan: ¿cómo Alicia pensó la estrategia para ejecutar el instante crucial?, ¿cuántas emociones embargaron a Giselle atribulada por la tragedia? Ninguna interrogante será inocente, el punto focal de la composición fotográfica incita múltiples deseos de comprender la belleza, la levedad, lo insólito y, a la vez, lo posible, y establecen un nexo entre quienes comparten momentos irrepetibles.
Durante el repaso de esta historia, las instantáneas, y las palabras concebidas al pensarlas, recrean textos visuales que permiten reconstruir aspectos esenciales de la memoria en códigos y lenguajes. Ambos actualizan la facultad sensitiva del ver y la aprehensión de mensajes artísticos útiles en el quehacer de los bailarines y en el conocimiento de los públicos desde edades tempranas.
En su condición de mujer culta, Alicia siempre brindó el arte pleno del compromiso con Cuba y su patria. Patentizó la plena y gloriosa integridad nacional en expresiones traducidas a un lenguaje universal, concepto defendido por nuestro Fernando Ortiz.
Más que la acción de la luz sobre un soporte sensible, Valiente consideró los valores plásticos como parte intrínseca del valor fotográfico. La composición deviene énfasis, la nitidez de la forma y el juego de luces y sombras influyen en la calidad estética privilegiada intencionalmente.
Las emociones del fotógrafo y las de quienes observan establecen dinámicas, complicidades; los silencios interiores cautivan y nos dejan junto a una intérprete extraordinaria.
El singular impacto visual, las atmósferas dramáticas y las interioridades de los personajes recreados por Alicia instan a explorar el cruce de saberes y pondera la facultad que la asiste para edificar el universo simbólico de prácticas reivindicadas en el siglo XXI, el de la visualidad.
Los sentidos de las imágenes y de las palabras dan fe de ello.