Más allá de togas y leyes

Una mirada a la Cuba de hoy muestra vacíos en la cultura jurídica de muchos ciudadanos. Algunos consideran que el tema incumbe solo a especialistas y soslayan que tras el nacimiento, casi de forma inmediata, somos testigos del primer acto jurídico en que participa un ser humano, su inscripción, con la cual comienzan a adquirirse derechos y deberes establecidos en la Carta Magna.

Aunque esa realidad no es una regla en todas las naciones, pues por desgracia muchos llegan a la adultez sin estar registrados, sin existir como ciudadanos, en la nuestra se ofrece dignidad plena para todos, siguiendo principios martianos, declarados en la Constitución cubana desde su preámbulo.

El tema mueve a reflexión a propósito de que este 8 de junio se celebra el Día de Jurista, y sesiona el congreso de la organización de ese gremio que reúne a jueces, abogados, fiscales, notarios, registradores, consultores, asesores jurídicos y demás trabajadores del sector. La fecha escogida no es casual. Rinde tributo a un patriota, Ignacio Agramonte, quien ese día de 1865 expusiera su Tesis de Grado para graduarse como Licenciado en Derecho Civil y Ca­nó­ni­co, en la Uni­ver­si­dad de La Habana.

El congreso de la Unión Nacional de Juristas de Cuba tiene lugar a cuatro décadas y media de su creación, y al asumir como lema: Ciencia, Derecho e Innovación al servicio de la justicia, se vislumbra una conciencia explícita de los desafíos que marcan hoy el ejercicio de sus profesiones.

La responsabilidad que tienen crece de cara a los cambios que tienen lugar en el país, que van de la mano de la actualización de su entramado jurídico, para hacerlo corresponder con la letra de la Constitución refrendada en 2019. La urgencia de promover el respeto a la Ley y la disciplina social en todos los órdenes empieza por fomentar una cultura a la que le faltan complementos sociales e individuales, e incluso acciones desde lo comunicacional que motiven a adentrarse en esas materias.

Ahora están a la vista los códigos recientemente aprobados con variadas novedades para la actuación de fiscales, jueces, notarios y abogados en procesos penales, civiles, laborales, económicos, mercantiles y de familia, que se convierten en asignaturas que les permiten nuevos aprendizajes, no solo a ellos sino a la ciudadanía involucrada en esos actos. .

No pocos juristas tuvieron gran participación en el tejido de esas normas, como parte de los grupos de expertos, profesores y estudiantes consultados, quienes engrandecieron sus contenidos. Un camino en el que se involucraron para poner al servicio de todos el potencial científico y la praxis que los distingue por su perspectiva humanista y social.

El congreso del gremio jurídico se abre otra vez como espacio movilizador del pensamiento en materias del Derecho, a partir de la realidad nacional, en que cada vez se hace más necesario asistir y proporcionar mayor participación a las personas, darles voz y herramientas, contando con juristas mejor preparados ética, cívica y profesionalmente, que garanticen calidad en su servicio público.

No huelga insistir en que si las personas tuvieran suficiente dominio de temas jurídicos se facilitaría el mejor funcionamiento de instituciones, empresas y organismos. Desde quien dirige hasta el más humilde trabajador. Tal es una de las poleas de esa cultura que necesitamos, entendida en su sentido más amplio.

Por eso, fenómenos como la indisciplina social, el delito, la corrupción, que afloran a nuestro alrededor o más allá, y tienen en su fondo causas de diversos signos, no es asunto exclusivo de togas y de leyes porque no se enfrentan solo desde el marco que ellas ofrecen y con la actuación de los juristas.

La escuela, formadora de valores, es un espacio fundamental para sembrar conceptos como los jurídicos. El comportamiento civilizado de la población, que nace en la familia y debe afianzarse en los centros docentes, pasa en buena medida por esa cultura, cuyos vacíos se sienten socialmente.

Aunque se sabe que sería impensable el perfeccionamiento de la sociedad cubana sin atenerse a las leyes –componentes que sustentan la nación desde el punto de vista social, político y económico–, que se respete y enaltezca la dignidad plena de cubanos y cubanas será un hecho no porque lo proclame la Constitución, sino porque se convierta en una práctica en todos los ámbitos; en manos de los juristas y en su quehacer cotidiano está uno de ellos.

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