Raúl Prieto y las formas de la música

Raúl Prieto. / Adrián Aguilera

Cuando entrevisté por primera vez al cantautor Raúl Prieto me pareció exitoso por todo lo que había logrado. Encontré a un músico de 53 años que hablaba con sus dedos, como si ellos me cantaran las canciones de una generación atomizada entre el poema y lo vulgar de vivir. Una argolla en la oreja izquierda era el único indicio de que le corría el rollo del rock and roll en las venas.

Claro, la vida es muy especial y, gracias a sus consagrados círculos,  coincidimos una y otra vez en peñas, conciertos, descargas, aniversarios, proyectos. Conocía poco de Raúl, solo la epidermis de un tejido con mil capas: su gusto por la música de gran virtuosismo, su creación sin cánones preestablecidos, su labor emprendedora en el arte.

Solo con los años y a través de una amistad construida, mi ignorancia le dio paso a certezas. Por ejemplo, entendí esa maña suya de autonombrarse cantautor y no trovador.

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Raúl creció en Báguanos. El primer acercamiento a la música que recuerda es la voz dulce de Lilí, la madre, mientras cocía unas viandas con carne para el almuerzo, y los importados sonidos del vecino, marinero de la flota de pesca cubana, que mediante el aire arribaban al corral donde un pequeño niño se mordía las manos.

“Mi mamá, Delis Serrano (más conocida por Lilí), tenía un gusto muy selectivo por la música tanto a la hora de escucharla como de interpretarla. Su voz era muy afinada, pero no puedo decir que esto haya sido un referente directo. Quizás sí lo fue el hecho de que crecí escuchando música de habla hispana y en inglés gracias a una grabadora de casetes que tenía el vecino”.

El vecino traía música de Camilo Sesto, Roberto Carlos, Nino Bravo, Danny Daniel, Joan Manuel Serrat, todos los cantantes españoles de la década del 60; así como Jackson Five, Barry White, Queen, Los Beatles, Los Rolling Stones, un montón de música que después se incrementó con otras generaciones de intérpretes como Earth, Wind&Fire y Blood, Sweat&Tears.

Que los barcos no zarpen del alma/ que el perdón nunca sea un milagro/ que no tengan razón el adiós, ni la bala de John, ni el dolor ni el pecado…

(Sin tanta filosofía, 2007)

Cuando el niño se volvió adolescente buscaba toda esa música en inglés que sonaba en su cabeza como una reminiscencia del pasado hasta que chocó con la trova, específicamente con todo el panorama de cantautores latinoamericanos y españoles.

“En Báguanos existía un fuerte movimiento de artistas aficionados y en la secundaria básica formé parte del grupo Latinoamérica, que defendía la música folclórica latinoamericana y la música tradicional cubana. Desde 1978 empecé a aprender de ellos, en especial de Alfredo Álvarez, el director de la agrupación.

“En 1979 ya estaba haciendo conciertos con la agrupación. Y en el 80 todos los integrantes llenamos nuestras planillas para formar parte del Movimiento de la Nueva Trova (MNT) y empezamos a participar del sistema de festivales, que era muy rico en ese momento”.

Este logro no lo hubiese podido alcanzar sin que mediaran referentes literarios en su música. En Báguanos muchos tenían un conocimiento muy profundo sobre Literatura, como el hoy Dr. Rolando Bellido, en aquel entonces profesor de Historia, quien introdujo a Raúl en el mundo de la poesía, le enseñó a apreciar sus verdaderos valores y le ofreció herramientas para escribirla.

Sentados en el sofá, bajo una reproducción de la Boscomanía, de Cosme Proenza, le pregunto si me puede regalar un ejemplar de su poemario Todos los silencios, pero hace mucho tiempo no le quedan.

Aquí debería escribirse un fragmento de uno de sus poemas, pero tendremos que esperar a una futura reedición del libro.

Con apenas 19 años, paralelo a su trabajo con Latinoamérica, junto a otros miembros del MNT funda el grupo Kontact, donde interpretaban, sobre todo, covers de pop rock. Hacia 1986 dichos grupos ingresan en la Asociación Hermanos Saíz (AHS), de la cual Raúl también fue fundador.

Aunque formaba parte de estos proyectos, siempre hizo presentaciones en solitario como trovador. Por ello en la década de los 90 crea junto a Ivette Rodríguez el dúo El ángel gris. Con esta iniciativa erigió la Casa del Joven Creador en Báguanos, la única en un central azucarero de Cuba.

En la primera mitad de los 90 integra el trío Cristal cuyo público era el turismo foráneo, aunque solo trabajó ahí por unos meses. No fue hasta 1999 que regresó a este sector con el proyecto el Patio de los Artistas, en el hotel Las Brisas de Guardalavaca, en un restaurante donde los dependientes del servicio también eran los músicos del salón.

Soy en todas partes responsable de lo ya vivido/ porque es cierto que tratándose de anhelos/ cada uno se emborracha de sus sueños. / Ya no volveré a brindar con el olvido/ a pesar de la resaca de la vida.

(En las alturas de la tarde, 2006)

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Raúl toma la guitarra. Lo inspira el frío de la noche y una ausencia. Escribe un texto y le ubica acordes musicales con una rítmica un poco movida o quizás un poco más lenta, pero todavía no define el género. La indefinición es su manera de definirse.

En la hoja en blanco escribe:

Si ya no estoy contigo y el tiempo fue testigo del amor que te di/ si no te has dado cuenta de toda la tormenta que me causa vivir/ no tengo que llevar el alma rota por ti.

Así, como sin querer, nacen las canciones que hoy engrosan su carpeta autoral. Composiciones que tratan temas comunes de la sociedad, la ilusión por un mundo dichoso, las despedidas, la filosofía individual, la salvación del alma, las causas del amor.

De izquierda a derecha Raulito Prieto Espinosa, Raúl Prieto Serrano y Carlos Ramírez Cruz en el Callejón de los Milagros de la Plaza La Marqueta en Ciudad de Holguín, a propósito del segundo aniversario de La Feria de los Trovadores.
De izquierda a derecha Raulito Prieto Espinosa, Raúl Prieto Serrano y Carlos Ramírez Cruz en el Callejón de los Milagros de la Plaza La Marqueta en Ciudad de Holguín, a propósito del segundo aniversario de La Feria de los Trovadores.

“Desde el año 2000 tengo una banda que me acompaña: Raúl Prieto y su grupo. Puedo crear con la tranquilidad de que compongo la canción y el arreglista me hace una propuesta que puede inclinarse a un género contemporáneo o tradicional. Otras veces la canción nace con un estilo específico”.

Su gran reto fue subsistir entre lo comercial y lo artístico. Empezó a componer pensando en el formato de su agrupación e incorporó elementos que enriquecerían la música, como sones; retomó su estilo de rock y pop y así se presentó en los centros culturales de Holguín.

“En el 2006 fundé la peña A Esta Hora junto a la Gerencia Cultural Artex S.A., sin lugar a dudas fue un fenómeno cultural en la provincia. La Casa de la Trova era un sitio descomercializado desde el punto de vista cultural. En ese momento existía ahí una farándula muy fea. Recuerdo que a la primera actividad asistieron siete u ocho personas.

“Luego pasó a ser un fenómeno donde cada viernes había que cerrar las puertas de la Casa porque se llenaba. Y no hice concesiones: nunca canté una canción de nadie. Durante los 15 años de la peña he torturado al público con mi propia música”.

Descubrió que podía subsistir a través del sistema de peñas, pues si quería hacer este tipo de música no podía aspirar a llenar estadios, pero sí hacer feliz a un público necesitado de la canción de autor. Aquellas estrofas en la página en blanco pronto se convirtieron en coro harto aprendido por un público construido desde cero.

Porque la vida pasa y no siempre te abraza/ el mundo parece no estar en su casa. / Le toco a la puerta, nunca se despierta. / No sé si es un sueño esta página incierta. / Siempre me despierto con ese silencio que tu ausencia deja.

(Porque la vida pasa, 2008)

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Raúl Prieto se considera más cantautor que solo trovador. Puede incursionar en el flamenco, el pop, el jazz, el son… Sin embargo, se preocupa por respetar la estética, sin importar si es una canción de amor, de crítica social u otra temática.

“Pretendo mantener la estética que he defendido durante toda mi carrera musical, pero contando con la opinión de personas que hagan de mi obra un producto más asequible para las nuevas generaciones. No me he sentido cansado, ni fuera de lugar, ni de tiempo.

“Mucho menos me he creído el cuento de ser de las vacas sagradas, ni escuela ni paradigma de nadie, sino que me apego a la educación popular donde el alumno aprende del maestro y viceversa. En ese sentido pongo mi obra al servicio de los músicos y acepto cuanta sugerencia se formule”.

Es precisamente lo que ha ocurrido con su última producción discográfica, Sin tanta filosofía, maqueta digital que retoma su disco anterior Rostro de nadie, y lo devuelve con una sonoridad contemporánea sin trastocar la organicidad musical con que compuso cada tema.

Aquí podemos escuchar composiciones excelentes como Para darte más, cantada a dúo con Mayté Segura, directora y voz principal de Cubandaluz, una agrupación de Holguín. Entre ritmos flamencos fusionados con los de la balada romántica, el tema le canta a un amor que nunca envejece, puede ser incluso interpretado como un amor paternal, pleno de ternura y devociones.

 

Foto. / Rubén Hardy

Puedo darte si quisieras niña mía, los restos del abrazo que dejaste. /A un viejo corazón se le hace tarde/ y puede que la vida no le alcance para darte más.

(Para darte más, 2006)

Por su parte, En pleno amanecer, dedicada a los jóvenes, cuenta con la colaboración de Jorgito Kamankola, quien cierra el tema con rap:

Aquí están mis cigarros paquemarnos juntos los pulmones/ y mi boca hundida en esta risa y el dinero que me queda de la noche. / Toma mis manos llenas de latidos y prende fuego a mis pupilas y revuélcate en la risa que me cuelga del olvido…

(En pleno amanecer, Versión 2021)

Ese último proyecto discográfico trasciende sus manos para volverse a la agrupación, al público, al país, al arte, con toda la libertad que existe entre la guitarra y la canción.

Los códigos de la música no han cambiado desde los cantos gregorianos, o desde antes, cuando era una manera de solicitar hijos fuertes y abundantes cosechasa los dioses. Ella mantiene su carácter cíclico en cuanto a semántica, signos y modos de hacer; no obstante, sí se transforman las percepciones que construimos de los músicos a través de los siglos. Eso pensé cuando poco a poco conocí más a fondo las maneras de crear de Raúl Prieto, quien aún tiene para darnos más.

 

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