Cierto viaje lleno de emociones, reencuentros, proponen los 30 carteles realizados por el fotógrafo y diseñador gráfico Eviel Ramos Pérez, que son una incitación a volver, una, otra vez, al germen de la revolución poética engendrada por Nicolás Guillén.
Directamente desde Camagüey, tierra natal del bardo, llegó esta exposición elocuente en fotos y textos, los cuales denotan el propósito del sujeto lírico de llevar a la conciencia de los cubanos una realidad palpable, pero no siempre reconocida: el mestizaje étnico y cultural de nuestro país. Porque no se trata, así lo reconoció el poeta, solo de la mezcla genética, sino de una verdadera transculturación para la que ofrece un término, el cual resume, más allá del color de la piel, la esencia de la Isla. Según estimó: “El espíritu de Cuba es mestizo. Y del espíritu hacia la piel nos vendrá el color definitivo. Algún día se dirá: color cubano”.
Los valores de la obra de Guillén impresionaron hace mucho tiempo al primer actor Alden Knight, quien llegó a la Sala Villena de la Uneac para admirar la muestra. Sin ocultar el entusiasmo comentó, en exclusiva, a BOHEMIA: “Junto a la actriz Asseneh Rodríguez incorporamos la poética de Guillén a nuestro repertorio. Partimos de un criterio esencial: recrearla desde su concepto todo mezclado, la llevamos a España, África y otros países. Al fallecer mi amiga y compañera en la escena continué el proyecto.
“Para nosotros la poesía no es más que el resumen de una obra de teatro. De ningún modo repetimos los versos porque son bonitos, profundizamos en su estructura, todos tienen exposición, nudo, desenlace, por esto merecen el carácter de actuación teniendo en cuenta el rigor, la intencionalidad, el descubrimiento, la belleza de su carga expresiva”.
Tengo lo que tenía que tener
Las imágenes llevan en sí, además de fragmentos de poemas, la sonrisa campechana de un hombre sincero, espontáneo, que va en busca de la gente sencilla interesada en charlar sobre lo propio, lo raigal.
Ningún retrato es posado. La intimidad sugestiva deviene fuerza mediadora de una recia personalidad. El encuadre cualifica el sentido de las fotos, que destacan aspectos de diferentes realidades, estas se encuentran diluidas en determinados campos de visión, en estos descuella la singularidad de actos icónicos irrepetibles.
Más que el resultado de la acción de la luz sobre un soporte sensible, la mirada del fotógrafo considera los valores plásticos al concebir el modelado de la instantánea. La composición destaca la nitidez de la forma, el tono, la línea, influye en el lenguaje visual y en la calidad estética privilegiada de manera intencional.
Ciertamente, un retrato habla sobre el sujeto fotográfico cuando tiene sólidos anclajes en la actitud del referente y sus esencias constitutivas insoslayables. Adquiere valor social a partir de la estrategia enunciativa de significaciones que colocan ante los ojos del espectador la naturalidad de una vida intensa, dedicada a la reivindicación del aporte negro en el proceso creativo de la nacionalidad y en los avatares de su presencia en Cuba.
El discurso narrativo de la exposición deja constancia de una cartografía historiográfica sobre el tema de la unidad nacional, a partir del reconocimiento en condiciones de igualdad de nuestras raíces como pueblo y como nación.
Guillén supo repasar, interpretar, juzgar la cultura, la secular discriminación de hombres y mujeres que dejaron valiosos legados y fueron víctimas de una injusta estructuración social. Su obra da fe de la dimensión humanística ideológica, simbólica, antropológica, de un quehacer imperecedero para todos los tiempos.
CRÉDITOS:
Autora: Sahily Tabares
Fotos: Leyva Benítez
