Diego y una mala noche

Arabia Saudita dio la primera gran sorpresa en Qatar 2022 tras derrotar a Argentina 2-1


Diego no durmió bien. Dio vueltas en la cama y me apaleó a patadas. ¡Y yo que tenía que levantarme temprano!

Horas antes moría Pablo y poco después debutaría Argentina en el Mundial. Se iba al cielo Milanés y los restos de humedad inundaban nuestros ojos. Maradona seguro estuvo cerca para recibirlo en el más allá. Al Pibe de Oro le gustaba la música, cubana, argentina, italiana. Los imagino juntos viendo el partido, con café y mate.

Yo también lo vería. En el silencio de la madrugada me preparé para gritar bajito los goles y no despertar a Diego. Me había tratado con fuerza antes, como a un inglés, pero nunca le guardo rencor. De todas formas consigue siempre lo que quiere, como caramelos a las 12 de la noche, aunque tenga él mismo que meter la mano para “anotarse el gol”. Tampoco le importa si el cancerbero de las confituras es el mismísimo Peter Shilton.

Pero no es México 86, aunque Diego estaba en la cancha (cama), porque no cabía en su cuna, con los ojos cerrados y corriendo horizontal sobre mi estrujada sábana, fue la zurda de Lionel Messi la que apareció poco.

Se acabó la Scaloneta. / cfin.com.ar

Apenas lo hizo para adelantar a los sudamericanos de penal al minuto 10, tras una falta señalada por el VAR que nunca existió sobre Cristian Romero. Arabia Saudita le dio vuelta al marcador en el mismo arranque del segundo período con dos golazos de Saleh Al-Shehri y Salem Al-Dawsari, este último con un remate lejano impresionante, que a la postre significaron la cuarta victoria histórica en estas lides de la selección saudí y pusieron punto final a una racha de 36 partidos invictos de los vigentes campeones de América.

Con notable presencia de camisetas verdes entre los espectadores, las gradas del Lusail Iconic Stadium lejos de parecerse a una imaginada Bombonera del Desierto, se transformó en severa tormenta de arena.

Es el primer mundial desde que el Pelusa no está físicamente para alentar a la Pulga. Pero estuvo Diego, mi hijo, que sin importar en que portería caen, a un año y medio de vida grita todos los goles.

Él también pareció sentir la tensión del momento, aunque cuando despertó, ya todo había pasado. Un día le contaré muchas historias, pero esta prefiero olvidarla.

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