Lo primerito para defenderte: Cuba

Sobre el papel de la prensa y las transformaciones en sus modelos de gestión se debatió en el VII Pleno de la UPEC.
Sobre el papel de la prensa y las transformaciones en sus modelos de gestión se debatió en el VII Pleno de la UPEC. / ACN

Recientemente, tuvo lugar el VII Pleno del Comité Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), yo diría que doblemente en línea: por el modo en que, a distancia, la tecnología volvió a hacer posible la sesión interactiva; y sobre todo porque permitió poder alinear asuntos medulares, estratégicos para el siempre fiel gremio del periodismo cubano.

Días después, no pretendo hacer aquí una relatoría de la cita o de sus intervenciones. Lo apuntado por colegas como Ricardo Ronquillo Bello, presidente nacional de la organización, Rosa Miriam Elizalde, Ariel Terrero, José Alejandro Rodríguez e invitados como Rogelio Polanco Fuentes, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Ideológico, ocupó y mantiene espacio abierto en sitios y redes sociales.

De todo lo dicho allí, me circunscribiré brevemente a una afirmación hecha por Adonis Subit Lamí, director del periódico Girón, de Matanzas. Si la memoria no falla, lo primerito que en esencia expresó fue su convicción de que para amar y defender a la patria hay que amar y defender, por encima de todo, a la ideología.

Confieso que en ese instante acudió a mí el recuerdo de las primeras clases de periodismo, allá por el año 1979, en la entonces Facultad de Filología de la Universidad de La Habana, cuando profesores como Elio Delgado Legón y Míriam Rodríguez Betancourt (Premio Nacional de Periodismo José Martí) nos transmitieron la cristalina idea de que nuestra profesión es esencialmente ideológica y que su ejercicio debe transcurrir, por tanto, con la mayor objetividad, claridad y precisión posibles.

Más de una vez ellos y otros profesores nos recalcaron algo que tampoco hemos olvidado aquellos aprendices: “Para informar hay que estar informado, para convencer hay que estar convencido”.

Como todo Pleno o encuentro similar, el de la UPEC no se realiza para que sus análisis expiren o queden en las cotas espaciales del teatro donde tiene lugar o de las salas tecnológicas acondicionadas para el intercambio.

Por eso continúo “montado” sobre aquella misma idea que, tal vez cual punta de iceberg, señaló el director del rotativo yumurino. ¿La razón? Muy sencilla: ¿Dónde, si no en el plano de las ideas, se desenvuelve el ataque principal de los enemigos de la Revolución?

¿Acaso puede obviar alguien con sentido común, los millones de dólares y la cantidad de recursos que se destinan a la subversión interna en Cuba, para confundir, enajenar, crear inseguridad, dividir, debilitar, quebrar el poder de la unidad…?

Como receptor, ¿dónde está lo realmente sano y seguro para mí: en las redes y espacios (arpones) abiertamente enredadores y saturados de veneno, o en el contenido de medios con que hemos contado durante décadas, en las buenas y malas, para transmitir la verdad del modo más acertado posible?

Estos son momentos de hablar, actuar y andar clarito, clarito. Para lograrlo –y es perfectamente posible– no hay que esperar a que por alguna terminal marítima o aeroportuaria arribe la fórmula envasada en contenedores procedentes del exterior.

En todo caso, vale recordar tres, entre miles de ejemplos referenciales que tenemos en rojo, blanco y azul: “Una revolución solo puede ser hija de la cultura y de las ideas”, “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra” y “…no se puede confiar en el imperialismo, pero ni un tantito así, nada.”.

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2 comentarios

  1. Concuerdo con Pastor. Aunque puedan parecernos a veces de Perogrullo, no podemos cansarnos de reiterar nuestras verdades, solo que tampoco podemos conformarnos con decírnoslas entre convencidos, sino que también tenemos que esforzarnos para hacer atractivos, comprensibles y seductores nuestros argumentos entre aquellos que son blanco y víctimas del poder de fuego enemigo, y a veces dudan, o creen las mentiras y manipulaciones de medias verdades envenenadas con mala leche, y se confunden, deprimen y desesperan ante las muy duras dificultades reales que nos impone la guerra cruel que se nos hace, para rendirnos por hambre, enfermedades y miseria. Ante esa realidad, y para sobrevivir como nación independiente, libre, soberana, próspera y feliz, no tenemos otra alternativa verdadera que mantener, perfeccionar y convertir cada vez más en bastión inexpugnable, nuestra resistencia creativa, y la confianza en las fuerzas invencibles, de nuestras verdades, en nuestro pueblo heroico y en nuestra victoria. También a mi esta oportuna reunión con voluntad transformadora de nuestra prensa, me alienta para nuevos empeños.

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