Nunca olvidar

No debería empezar por el buque Bourbon Artabaze, pero su entrada en la bahía de Matanzas se me antoja una imagen esperanzadora. El buque Bourbon al borde del fuego, el corazón del Bourbon latiendo mientras se balancea, el cuerpo del Bourbon contraincendios.

Ante su tripulación continuaba una historia: la de las llamas ciegas y sordas, la del fuego que no tuvo sentido sino en la memoria de quienes lo vivieron, la del abismo entre las manos.

No debería empezar por el Bourbon y, sin embargo, ya lo hice. Un planeta (el nuestro) se dividió en tres tipos de naciones: las del Aquí, las del Allá y las del Acuyá. ¿Cómo pensar en todas ellas sino de esa forma? Los países son como las personas, adquieren sus sentimientos y los expresan.

El Acuyá alude a las geografías egoístas, tan carentes de sustancia que parecieran contener en su nombramiento un carácter de otro idioma: “Ok, but…”, “That’s right, but”, frases todas que engloban lo más chato. (Es necesario hablar en su inglés para que ellos presten atención).

Por el contrario, el Aquí es todo lo que realmente fue (y es): lo natural, un “mío” que se traduce en “tuyo”. Aun cuando hay fuego de por medio, las naciones del Aquí se entienden en una misma lengua propia, lloran en un solo cuerpo de batalla y recuerdan en un acto consciente.

En el Aquí, toda referencia se multiplica: así como se siguen los caminos entre Cuba-Venezuela-México, así como se deslizan las historias de los bomberos, de los que están, los que estuvieron y los que ya no volverán.

De igual forma, se encuentran los países del Allá. En estos se deposita mucha confianza: su voz pide liberación de bloqueos e injusticias. Ante todos, se hace un eco en el Réquiem, una sentencia necesaria: “Nunca Olvidar”.

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