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Adversarios estratégicos

El liderazgo de China supone un reto para el estadounidense. Ante una nueva cumbre de la APEC, es probable que Washington tienda la mano. Palestina en el candelero


A las puertas tenemos la próxima cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se desarrollará del 11 al 17 de noviembre, en San Francisco, Estados Unidos. Si bien siempre es muy publicitada, a la de este año se le ha dado un mayor realce, por cuanto no merman las agudas contradicciones entre sus dos miembros más prominentes.

Las expectativas se disparan, pues se perfila como probable un encuentro entre Xi Jinping, presidente chino, y su homólogo y anfitrión norteamericano, Joe Biden. Ante ese creciente rumor, ya la Casa Blanca se ha apresurado a comentar que ambos sostendrán un intercambio al margen de la Cumbre. Karine Jean-Pierre, portavoz de la entidad, señaló a la prensa que se espera que ese “cara a cara, sea constructivo”. (1)

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Una eventual disminución de las tensiones bilaterales será siempre aplaudida, porque de seguir la escalada de estas, los miembros de la APEC deberían, a la larga, tomar partido entre las dos mayores economías mundiales. Como los temas que más controversias les genera, están los de seguridad y legitimidad de Taiwán, así como sus diferencias en política exterior o de tirantez en sus vínculos mercantiles y tecnológicos.

Relación complicada

En el interesante texto “China vista desde Estados Unidos: entre el conflicto, la cooperación y la competencia”, de Carlos Miguel Pereira Hernández –del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba–, se hace referencia a que la agudización de los desacuerdos actuales tiene como antecedentes, no solo la pasada administración Trump, sino “la reemergencia del país asiático y su creciente accionar a nivel global”, lo cual ha acrecentado la competencia estratégica entre las dos potencias.

“Con el ascenso de Biden, la confrontación ha seguido marcando de manera transversal la política estadounidense, particularmente en la región Asia-Pacífico.”

¿Por qué? He aquí algunas pautas que considero significativas: Asia-Oceanía y el Pacífico son fundamentales para el Despacho Oval, debido a su sostenido crecimiento económico, así como por sus vitales vías de comunicación oceánicas. Pero la supremacía estadounidense en la zona, donde hasta hace poco concentraba el 40 por ciento del total de su comercio planetario, ha ido disminuyendo gradualmente, a causa de la galopante actividad de la República Popular China (RPCH) como polo competitivo de poder en la región y el planeta, potenciada por la alianza estratégica con Rusia y los BRICS, y por el atractivo que supone para el Sur Global el yuan, que va desplazando paulatinamente al dólar en las transacciones conjuntas.

Plaza cotizada

La APEC se constituyó en 1989. Muchos analistas indican que los Estados Unidos son su principal “impulsor”, al promover políticas económicas favorables a su gestión, el control del comercio y la inversión. La organización está compuesta por 21 países, en representación del 40 por ciento de la población mundial, con cerca del 50 por ciento del comercio mundial y más del 60 por ciento de las exportaciones de bienes estadounidenses. Se sabe que estas economías han realizado inversiones directas en Estados Unidos, estimadas en 1.7 billones de dólares y dando empleos a 2.3 millones de estadounidenses a partir del año 2020. (2)

Por eso la irrupción de la RPCH como un competidor de cuidado le crea al imperio un ruido, en sus ansias permanentes de dominación. Como acertadamente expresa Pereira Hernández, “el gigante asiático, con su pujante dinamismo económico, ha erosionado la hegemonía global estadounidense en sectores como el comercio, las inversiones, las finanzas, la gobernanza global y la tecnología, entre otros, suscitando posturas cada vez más reactivas dentro del establishment estadounidense. De forma creciente, en los pasillos de la Casa Blanca y el Pentágono se percibe a China como el adversario estratégico al que deben combatir en todos los planos, incluido el militar”.

¿A cuál China le temen?

Lejos ha quedado el llamado Siglo de la Humillación, donde el “reino combatiente” era solo reservorio de materias primas, y nunca competidor cardinal. La revolución popular encabezada por Mao Tse Tung, propició cambios trascendentales en el gigante asiático, el cual hoy en día muestra logros inobjetables. La RPCH se ha constituido en la segunda economía global por el volumen de su producto interno bruto (PIB), con 11 billones de dólares, el 14.8 por ciento del PIB mundial, aunque todavía por detrás de Estados Unidos. El temor yanqui es que lo alcance durante relativamente poco tiempo.

Su comercio representa el 40 por ciento de su PIB, siendo sus principales socios los países del sudeste asiático, la Unión Europea, y, paradójicamente, los Estados Unidos. Se le tiene asimismo como el mayor comerciante de bienes del orbe. Debe añadirse que es el tercer mayor inversor a nivel global.

Para 2030 China será la mayor economía del mundo por el volumen de su PIB. En la foto, la ciudad de Shanghái./ planete.energies.com

Como si esos elementos de “persuasión” no bastaran para intentar tenerla de socio, más que de oponente, es públicamente notorio que una escalada de las tensiones comerciales con la gran nación pudiera dar lugar a una “guerra” de divisas. Tal situación sitúa por la cuerda floja a los Estados Unidos, porque China posee el 20 por ciento de su deuda pública, con un valor total de cerca de 1.2 billones de dólares. Redondeando la idea: al prestarles dinero a los norteamericanos se ayuda ella misma en su progreso nacional, todo lo cual aumenta el déficit comercial entre ambos. Entonces, según lo anterior, se deduce que si Bejing alguna vez se decidiera a utilizar “esta arma” podría, además de afectar a los Estados Unidos, conducir a una nueva crisis financiera mundial peor que la de 2008.

Para expresarlo con el estudioso cubano, “es un hecho que los vínculos entre los dos países seguirán marcando la dinámica del actual sistema internacional, prevaleciendo el conflicto o la cooperación según la capacidad de ambos para establecer consensos sobre sus respectivos intereses estratégicos […]”. Sin duda, en el futuro encuentro entre Xi y Biden habrá mucho de qué hablar.

El tema palestino

De cara al asunto más neurálgico del momento, Israel-Palestina, y sobre el genocidio del primero contra el segundo, China ostenta bastantes criterios propios. Las múltiples y variadas iniciativas internacionales de la política exterior china, al impulsar su liderazgo, contribuyen a que sea escuchada, tanto en la ONU como en otros foros internacionales. Y la APEC no tiene por qué ser diferente.

Este 1º de noviembre, la nación asiática, al asumir la presidencia rotativa del Consejo de Seguridad (CS) de la ONU, ha dicho que es indispensable ir pensando en un plan para “la reconstrucción y el futuro de Gaza tras la guerra actual”. El embajador chino, Zhang Jun considera que no se puede diseñar el “día después” de Gaza sin contar con la opinión palestina. (3)

Todavía no hay un cese del fuego de parte de Israel, ni de Hamás, y ya se consideran algunas opciones, como el envío de una fuerza multinacional, sean de “cascos azules” de la ONU, o de una escuadra multinacional de otro carácter. La agencia española EFE divulgó que el diplomático chino “repitió, una y otra vez, la necesidad de un alto al fuego en Gaza y la urgencia de proteger a los civiles”. Dijo que esa será su prioridad, por encima de todas las demás.

Confiemos en que, con su activismo, contribuya a que las naciones del Consejo de Seguridad lleguen a consenso con vistas a detener la masacre sionista contra la población palestina. Y si es que aún es posible, la comunidad mundial, en general, como la china y la estadounidense, en particular, podrían en la muy próxima cita de San Francisco lucir con honorabilidad ese logro.

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