Reflexiones sobre la importancia de la formación académica y del desarrollo profesional en la preparación de artistas y otros expertos en los medios audiovisuales
¿Podemos decir algo “nuevo” sobre el arte? ¿Cuánto queda por ver, interrogar, descubrir, interpretar? Ante todo, recordemos. Sí, es preciso acudir a la memoria infinita, sugerente, descubridora de esencias, que invita siempre a rememorar. Ninguna transformación ocurre de la noche a la mañana, pues absolutamente todo es el resultado de un proceso.
En la segunda mitad del pasado siglo XX, el arte fue reconocido por la producción de significados. Atrás quedó el concepto de la obra maestra en las voces de varios historiadores, entre ellos Ernst Gombrich, notable teórico de origen austríaco. Otros acudieron a preceptos sobre la calidad de la obra sustentada en la belleza. Durante la centuria, pensamientos renovadores de notables artistas influyeron en el desplazamiento paulatino del arte hacia la práctica social.
De ningún modo comprender el asunto ha sido una tarea fácil. En el sentido transformador influyen la crítica cultural y creadores que aportan estudios sociológicos y de diversa índole. Incluso, en algún momento, comenzó a circular la idea del fin del arte.
En la actualidad, en nuestros centros académicos, lideran prácticas artísticas plurales y la valía de nombres relevantes. Entre ellos, el del inolvidable maestro Chucho Cabrera, primer decano de la Facultad Arte de los Medios Audiovisuales del ISA. Así se recordó en el espacio de diálogo y debate del evento Caracol, convocado por la Asociación de Cine, Radio y Televisión de la Uneac.
Sistematizar el seguimiento de reflexiones planteadas por expertos de distintas especialidades abre vías al conocimiento y a los saberes. Estos no se transmiten por ósmosis. Suele ocurrir que la clausura de encuentros y festivales impide el desarrollo de caminos iniciados. Es imprescindible continuar andando en ellos sin pausas ni olvidos.
En una sesión del Caracol, los maestros Caridad Martínez, Roberto Ferguson, José Ramón Artigas y Lourdes de los Santos reconocieron la labor fundacional de Cabrera y, sobre todo, su estímulo a la investigación en el arte audiovisual.
Para el actor Patricio Wood: “Las huellas del notable docente y realizador quedaron en puestas televisuales emblemáticas: En silencio ha tenido que ser, Julito, el pescador, Finlay, El regreso de David. Hay que tenerlo presente, la desmemoria es un enemigo muy poderoso”.
Al sumar detalles de su personalidad, el director de audiovisuales Bruno Suárez, hizo énfasis en la humildad de Chucho Cabrera. “Poco se dice que él creó las filiales de FAMCA en Holguín y Camagüey”.
En otros espacios del evento, profesores y alumnos de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana insistieron en adquirir habilidades para avanzar en el ejercicio de prácticas profesionales que deben partir del hecho de aprender a pensar.
Por su parte, Aimee Lodeiro, estudiante de cuarto año de Historia del Arte, llamó la atención sobre la importancia del medio televisual debido a su permanencia en la vida de las personas. “Tiene un lenguaje propio, emotivo, basado en la comunicación de lo cotidiano”, comentó.
Jóvenes y consagrados puntualizaron referencias a la época actual, donde las tecnologías de la información borran fronteras y se tornan cada vez más complejos los procesos de circulación y recepción de la producción cultural.
No faltó el análisis de las contradicciones entre los poderes hegemónicos, que pretenden imponer normas únicas de consumo sobre las culturas populares, estas, en ocasiones, son agredidas y devaluadas, aunque resisten y se niegan a desaparecer.
Sin duda, urge el enriquecimiento de la vida espiritual, la revitalización de tradiciones y de códigos estéticos avanzados.
El arte sigue mutando. Nutrir la crítica cultural contribuye al cultivo de la subjetividad, fortalece la defensa de la identidad nacional, promueve lo auténtico y su proyección social.
Tampoco lo perdamos de vista, en el audiovisual son imprescindibles dos procesos: construir la mirada y aprender a ver. Las formas canónicas de los medios de comunicación y nuevos formatos –con tiempos y estilos diversos–, suman géneros que mezclan convenciones clásicas e innovadoras: ficción-realidad, subjetividad-objetividad y distracción-utilidad.
Ciertamente, favorecen actitudes críticas en los espectadores, movilizan estados de opinión y modifican actitudes hacia la preservación del medioambiente, y otras temáticas de interés social.
Los contextos son el marco de referencia donde se producen los mensajes, por lo tanto, le conceden significados al producto comunicativo, otorgan connotaciones a sus códigos y signos, contribuyen a establecer juicios de valor y asociaciones.
Los nuevos sentidos que se les da al arte requieren la complicidad de realizadores, directivos y públicos. Es necesario estar atentos y no cejar en el propósito de seguir cultivando el disfrute de manera creativa.
Seducir a las mayorías en la era de los ordenadores y de Internet no excluye la permanente problematización de la realidad, la capacidad de establecer diálogos entre los razonamientos y la imaginación, mantener el nexo entre experiencias concretas y síntesis conceptual sin didactismo excesivo.
Desde nuestras fortalezas podemos alentar la existencia de un ciudadano crítico, al que no se puede manipular ni confundir. Pensemos entre todos.
CRÉDITOS
Foto. / Yasset Llerena
