Foto./ guerrillero.cu
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Aquella “patrullita campesina” devenida millones

Al hablar de milicias, ya sean campesinas, obreras, femeninas, estudiantiles o de gremios, los Malagones son una referencia obligada. De Occidente a Oriente su ejemplo se multiplicó


En los días finales de agosto de 1959, el Comandante en Jefe Fidel Castro viajó a Pinar del Río, al occidente cubano, con el propósito de fundar, en la zona de Viñales, la primera granja del pueblo. Le acompañaba el entonces capitán del Ejército Rebelde Manuel Borjas Borjas, jefe de Operaciones en la provincia. Era inevitable –en aquel entorno– interesarse por la situación de las bandas contrarrevolucionarias, en especial, por las acciones del exsoldado de la tiranía batistiana Luis Lara Crespo, más conocido como el cabo Lara.

A finales de agosto de 1959, en la cueva de Santo Tomás, Fidel propuso la creación de las Milicias Nacionales Revolucionarias, con un núcleo que iniciaron los 12 campesinos conocidos como los Malagones./ verdeolivo.cu.

Al grupo se unieron el geógrafo, espeleólogo y arqueólogo Antonio Núñez Jiménez, quien tenía allí su campamento, y un campesino y guía de nombre Leandro Rodríguez Malagón, muy callado, discreto, pero conocedor, como pocos, de aquellas serranías. Con él bajaron a la cueva de Santo Tomás, por donde hicieron un amplio recorrido.

Al regresar, Fidel se recostó un rato. El capitán Borjas y Celia Sánchez comenzaron a hablar en voz baja, porque creían que dormía; pero, de pronto, el Comandante en Jefe dijo: “Oye, Borjas, estaba pensando… ¿por qué no hacemos una patrullita con estos campesinos, para que te ayuden a capturar al cabo Lara?”.

“Se refería a uno de los principales bandidos que operaba por Vueltabajo después de enero de 1959”, comentó 20 años después el ya teniente coronel Borjas Borjas. En su testimonio explicó:

“El propio Fidel la conformó. Se sentó y comenzó a anotar en una libretica algunos nombres aportados por nosotros y el propio Malagón. Además de Leandro, estaban Cruz Camacho Loaces, Antonio Gómez González (El Negro), Eduardo Serrano Martínez, Gerardo Rodríguez Malagón, Jesús Padilla González, Alberto Pérez, José María Lledia, Juan Paz, José Álvarez, Juventino Torres e Hilario Fernández.

“Recibieron entrenamiento en la Escuela de Managua, dirigida por el Comandante Guillermo García. Salieron como los Malagones, pues al frente de ellos estaba el propio Leandro. Tuvieron 30 días de preparación, durante los cuales Fidel, Raúl y Camilo estuvieron al tanto. Al final, en el campamento, luego de un amplio intercambio acerca de las experiencias adquiridas, Fidel le dijo a Malagón: ‘Ya están listos para cumplir la misión. Tienen tres meses para capturar a esa banda’.

Los Malagones, junto a Raúl y Camilo./ bohemia.cu

“Regresaron a Pinar del Río prestos a entrar en acción contra el cabo Lara, porque no olvidaban las palabras del Comandante en Jefe: ‘Si ustedes triunfan, habrá milicias en Cuba’. Luego del cumplimiento fueron recibidos con honores militares en Ciudad Libertad. Quedaron constituidas las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR), el 26 de octubre de 1959. Sumaron miles y miles los que se incorporaron para defender a la Patria de la saña enemiga y vivir los días cuando, al decir de Fidel, nos convertimos en un pueblo espartano”.

La figura enhiesta de Leandro Rodríguez Malagón en el conjunto monumentario a los primeros milicianos, tras el triunfo revolucionario./ Rafael Ferro Duque.

Los Malagones multiplicados

A las milicias se incorporaron todos los sectores: además de los campesinos encabezados por los Malagones, estuvieron las mujeres, los estudiantes, los obreros, y algunos gremios. Un imperativo de esos momentos era recibir instrucción para la defensa y a ello respondió el pueblo.

La preparación se impartió en los Centros de Entrenamiento Militar, como Río Almendares, V Distrito, Campo Armada, Arsenal, Distrito Naval del Norte, Base Granma, Ciudad Libertad, La Cabaña, Universidad de La Habana y otras, solo en la capital. Pero hubo muchos lugares más, bajo la dirección de combatientes del Ejército Rebelde, como los primeros instructores, y -más tarde- los graduados de las Escuelas de Responsables de Milicias de Matanzas, Pinar del Río –en el Occidente– y Moa, en la antigua provincia de Oriente.

Desde aquel octubre de 1959, las milicias han acompañado cada momento significativo de las luchas del pueblo por su Revolución: Playa Girón –la gran epopeya–, Lucha Contra Bandidos, Crisis de Octubre, el enfrentamiento a los sabotajes y otras acciones…

En la década de los 80 del siglo pasado se constituyeron las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), que -como establece la Ley de la Defensa Nacional- son parte de las FAR y constituyen una de las formas de organización de nuestro pueblo para llevar a cabo la lucha armada, si fuera preciso, y cumplir además otras tareas.

El coronel (r) Hugo Ruedas Jomarrón, autor del libro Tradiciones combativas de un pueblo: las milicias cubanas./ Juan Luis Aguilera.

En el libro Tradiciones combativas de un pueblo: las milicias cubanas, el coronel (r) Hugo Rueda Jomarrón –ya fallecido– muestra la participación popular a las acciones combativas de nuestro país a través de las milicias, desde el siglo XIX. Un capítulo importante es la creación de las MTT.

“En los últimos años de la década de los setenta –precisa–, al ser derrotado el agresor imperialista por el pueblo vietnamita y ante el desarrollo impetuoso de nuestra Revolución, la política de los EE.UU. hacia Cuba se tornó más hostil que nunca. Hubo declaraciones y acciones de ese gobierno que evidenciaban un peligro real. Fue preciso desarrollar y perfeccionar el sistema defensivo, bajo los conceptos y principios de la Guerra de Todo el Pueblo”.

Refiere que el 1° de mayo de 1980, en la Plaza de la Revolución José Martí se planteó la creación de las MTT, como una enérgica respuesta del Partido y el pueblo a las amenazas de agresión. Fidel dijo que todos aquellos capaces de combatir, no incluidos en la reserva de las tropas regulares, podrían afiliarse.

De inicio se definieron ideas, organización, objetivos, principios básicos, misiones, requisitos para la incorporación, formas de inscripción y selección; la instrucción preliminar, el juramento miliciano y la preparación combativa.

En la segunda etapa se ejecutó un plan experimental en municipios de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Villa Clara, Granma y Guantánamo.

La tercera etapa, con base en la experiencia adquirida en la anterior, fue de formación masiva y acogió a un millón y medio de milicianos. Tras el proceso organizativo requerido, la labor se basó en la orden 0093 del Ministro de las FAR. Siguieron intensas jornadas de trabajo hasta que el 16 de abril de 1981, en el acto por el XX aniversario de la declaración de carácter socialista de la Revolución y el Día del Miliciano, en el polígono de la Escuela de Artillería de las FAR Camilo Cienfuegos, les fue entregada la bandera de combate a 16 regimientos de la MTT en la capital cubana y a dos de la antigua provincia de La Habana.

Allí Fidel resaltó la necesidad de luchar por la paz, aunque también sentenció: “[…] no somos, ni seremos jamás como los cristianos en la antigua Roma, que entregaban mansamente sus vidas a sus enemigos. ¡Con firmeza indomable somos capaces de luchar y lucharemos para defender nuestros derechos, nuestra obra, nuestro porvenir!”.

Diversos regimientos de las MTT fueron abanderados en ocasión del vigésimo aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución./ venceremos.cu.

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