Foto. / archivo de Bohemia
Foto. / archivo de Bohemia

Artista excepcional de auténtica gracia criolla

Acercamiento y homenaje al inolvidable maestro Luis Carbonell, a propósito de su centenario, este 26 de Julio


“¡Oh, Fuló, oh, mi negra Fuló”!

Había que verlo en cualquier escenario, ante las cámaras o escucharlo por la radio.

Era serio, reflexivo, dado a los consejos plenos de sabiduría. / Leyva Benítez

Su genio brilló de manera natural sin estridencia. Ese valor solo lo consiguen los grandes artistas. Modesto, discreto, sensible, Luis Mariano Carbonell Pullés (Santiago de Cuba, 1923- La Habana, 2014) es un referente para creadores noveles, consagrados y públicos de Cuba y allende los mares.

¿Cómo contar su historia sin obviar alguna precisión importante o detalles de notable distinción? Es imposible desandar lo recorrido paso a paso, pues fue inmenso, rico, abarcador de vivencias y proyectos.

Acudimos a la memoria que es la dueña del tiempo, y ella siempre propicia un viaje intenso, a la manera del abrazo largo pleno de emociones.

Testimonios valiosos evocarán su notable trayectoria. También vamos a repasar los procesos preparatorios determinantes en el diseño de un estilo particular, único, que lo distinguió. Y esto es lo más difícil de conseguir en el arte.

Él siempre destacó las etapas previas decisivas mucho antes de alcanzar la consagración definitiva. Incluso, entre los consejos que daba, lideró uno elocuente: “La cuna forma. Alimenta la savia y los hallazgos personales. Va nutriendo eso que llamamos vida o existencia. Nadie aprende de la noche a la mañana. Necesitamos la mano directriz de los padres”.

Quizás por ese fiel convencimiento nunca olvidó las raíces.

En el hogar santiaguero recibe de la madre, una mujer adiestrada en la profesión de enseñar, las primeras nociones sobre la poesía. Durante la niñez estudia piano, solfeo y teoría junto a la profesora de origen catalán Josefina Farrés.

Más tarde cursa el idioma inglés e incursiona en el violín. Jamás abandona el piano, un eterno compañero de batallas. Le permitió acompañar a renombradas figuras. Ningún escenario le resultó extraño. Fue pianista acompañante en la emisora CMKC.

Los vínculos con la radio dejaron sólidas huellas en su manera de decir, entonar frases, gestualidades y elegir las palabras precisas al comunicarse.

Reinos de su mundo

La reconocida intelectual Nancy Morejón destacó su amor patrio que también es emblema en su natal Santiago de Cuba. / Leyva Benítez

La admiración que despertó Luis Carbonell, propicia escuchar en otras personalidades el aval de sus méritos, estos afloran de manera espontánea.

Hace algún tiempo, y a propósito de un Festival de Poesía celebrado en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la poeta, ensayista y traductora Nancy Morejón destacó la relevancia de un nombre vinculado a la mejor tradición cultural de Cuba.

“Al expresar su talento y magisterio desgrana la gracia que lo caracteriza. Ese rasgo no es solo atributo de su personalidad, de él emana una profunda conciencia identitaria. Sí, de hombre instruido y forjado en el amor patrio que es emblema en su Santiago de Cuba donde patriotas de diferentes generaciones son y han sido heroicos, consagrados a la defensa de lo propio, lo autóctono cultivado sin abandonar el esmero cálido, minucioso, del día a día.

“Nuestra poesía nunca sería la misma sin sus contribuciones. Ya don Fernando Ortiz animaba el movimiento que denominó poesía negroide, mulata, afrocubana.  

“Y el gran Carbonell se dio a la tarea de recrear los universos más representativos de Nicolás Guillén, Emilio Ballagas y Aquiles Nazoa, entre otros muchos”.

Recordó Nancy su expresión propia, lúcida, original al transmitir la intensidad de ideas y pensamientos mediante un lenguaje y una voz que pasaban suavemente del oído al corazón, al recuerdo imborrable.

Pasiones infinitas

Fotos de diferentes épocas devienen documentos imperecederos. Cada imagen muestra al creador armado de inspiración y oficio. Las grabaciones y los audiovisuales dejaron constancia del artista imbuido en el continuo afán de buscar la perfección.

Así lo ha reconocido la cantante Milada Milet, también santiaguera raigal y su alumna durante un año en La Habana.

“En nuestra tierra nos conocimos fugazmente. Yo tenía una relación familiar con sus sobrinos Francisco y Javier Carbonell. Les pedí que me ayudaran para escuchar algunos consejos de su tío. Él, apenas, me recomendó: ‘Debes profundizar más en el conocimiento de la música cubana’.

“Sin duda, una orientación gigantesca porque me abrió los mundos sonoro, rítmico, armónico y melódico hacia otras dimensiones. Tres años más tarde emigré hacia la capital y decidí quedarme en el mismo edificio donde residía Carbonell.

“Javier me recomendó: ‘si quieres ser su alumna tienes que pedírselo. En esto nadie te puede sustituir. Y dile maestro porque a él le gusta’.

Milada Milet, cultora de la cancionística y del pop rock, le profesa agradecimiento eterno. / Yasset Llerena
Al recitar se nutrió de la savia de la identidad.

“Muerta de miedo, casi temblando, lo hice. Lo recuerdo en su sillón muy cerca del piano. Ya le había dado una isquemia y se reponía.

“Tras mirarme fijamente dijo: ‘la música es muy difícil. Vamos a ver cómo reaccionas durante las clases, te recibiré todos los días a las dos de la tarde. Si faltas o llegas tarde, suspendo la cita’.

“El maestro era fuerte, riguroso, disciplinado. En cada conversación ofreció una clase magistral. Pude conocer los vastos repertorios de las músicas cubana y latinoamericana. Pero, sobre todo, él estudió el color de mi voz, la tesitura. Me dijo: ‘tienes que cantar boleros’.

“Atinado, preciso, no se equivocó en sus apreciaciones.

“Sabía alertar: ‘si alguien te sugiere la canción Llora de Marta Valdés. Esa no es para ti’.

“Estudiaba la personalidad de sus discípulos con un rigor exquisito. Decía: ‘Acepta las propuestas que tienen que ver contigo. Pero no discutas con un director artístico. Esas relaciones tienen un protocolo inviolable’.

“Al maestro le molestaban el intrusismo profesional, la vanidad, los falsos valores. Lo dejaba saber en jurados, intercambios y eventos.

“Cuando empecé a llevar la cancionística al pop rock, sentí temores. No pude decírselo a pesar de la confianza cultivada entre los dos.

“Fui a un programa de televisión donde interpreté Duele desde esa perspectiva. Al ver la emisión, enseguida me llamó: ‘Te felicito. Entendí el mensaje. ¿Cómo pudieron lograr que ese tema sonara así?’. Le expliqué y me escuchó sin interrumpir. ‘Muy bien’, repitió.

“Esa fue una prueba de fuego. Salí victoriosa. La pasé gracias a él. Incorporé sus enseñanzas y reflexiones. Hice una especie de decálogo de lo aprehendido.

“Repertoristas como el maestro ya no existen. Lo tengo presente. No guardaba secretos, los compartía. Fue un artista dado a fundar, desarrollar y enriquecer lo que valía la pena en nuestra cultura”.

Otros hallazgos y aciertos

Virtuoso en el arte de la oralidad, Luis Carbonell logró una creación irrepetible al abordar poemas y estampas que descubría tras arduas investigaciones.

Mereció los Premios Nacionales de Música y Humorismo. La Distinción por la Cultura Nacional y la Orden Félix Varela. Conoció medio mundo y nunca hizo gala de su estatus y trascendencia internacional. Lo aplaudieron generaciones empeñadas en conocerlo desde la mayor cercanía posible.

Le impresionaba cualquier novedad. Dominó el acto de darle riendas sueltas a la inventiva, supo desplegar la imaginación y estableció asociaciones entre diferentes manifestaciones artísticas.

Sin duda, sabía interpretar la cultura en tanto proceso. Estuvo atento a vanguardias que intensificaban los cambios para crear una nueva actualidad formada por tradiciones, con otro orden, y múltiples significaciones.

Según nos comentó el poeta y etnólogo Miguel Barnet:

El poeta y etnólogo Miguel Barnet destacó los aportes de Luis Carbonell y su relevancia en tanto sólido exponente de la poesía hispanoamericana. / Leyva Benítez
Los conocimientos y las vivencias del maestro le han sido útiles a Omara Portuondo en su vida profesional. / Leyva Benítez

“Él heredó nutrientes del cuentero español y del griot africano. Tenía dominio de la oralidad y del teatro popular de ambos continentes.

“Supo hacerlo porque cultivó lo suyo propio, y así se convirtió en un genuino exponente de la poesía hispanoamericana”.

El gozo supremo de crear lo motivó a diario.

Disfrutó especialmente los montajes vocales a cuartetos y solistas. En este sentido, lo elogió Omara Portuondo:

“Aprender a escuchar, de esto se trata. Nos precisó a las integrantes de las D´Aida en más de una oportunidad. Si logras algo y te contentas con lo alcanzado, sin ir más allá, no avanzas.

Nunca se guardó ningún secreto, los compartió en beneficio del arte y la cultura cubana. / Leyva Benítez

“Además defendió el buen gusto. ¿Cuál era su método? Estudiar, estudiar y estudiar. No existen maneras fáciles de conquistar el conocimiento. El disciplinado aprendizaje muestra caminos por descubrir a cualquier edad.

“Me hizo pensar en determinados compositores y en sus estéticas. Mientras más conoces, aumentas tu acervo y la capacidad de análisis”.

En esta idea insistió el maestro Carlos Ruíz de la Tejera (1932-2015). Y rememoró: “En los años 50, fue el cómico y presentador argentino Pepe Biondi, quien dijo: Carbonell no es un recitador, sino una especie de pintor de acuarelas de las costumbres cubanas. Y lo llamó el acuarelista de la poesía antillana”.

Esa dimensión lo siguió iluminando porque fue un lector voraz. Alimentó su condición de cubano culto y popular. Junto a Ernesto Lecuona, Esther Borja, Rita Montaner y Bola de Nieve venció varios itinerarios.

No podríamos precisar las obras maestras que abordó de manera diferente. Sus geniales dotes de improvisador ejercieron un evidente poderío en el ser y el acontecer del artista excepcional de auténtica gracia criolla. Fue admirado y querido por su aguda inteligencia. La partida física no lo distancia en el tiempo, él pertenece a la estirpe de los que nunca se van. Cambiaba las voces, elegía el movimiento preciso, la sonrisa adecuada sin forzar el tempo seleccionado para contar las historias.

Sencillamente, es el maestro Luis Carbonell vigente para todos los tiempos.

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