A poco menos de un mes para que se abran las urnas en Colombia y el pueblo elija un nuevo jefe para la Casa de Nariño, ya se vislumbra la posibilidad del cambio que reclama a gritos esa nación sudamericana.
Gustavo Petro, el candidato por Pacto Histórico, tiene al parecer el camino allanado y sólidas posibilidades de llegar al Gobierno. Encabeza las preferencias para el próximo 29 de mayo con el 43 por ciento de los votos, de acuerdo con los datos de la última encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag). La encuestadora revela, además, que en la proyección de votos válidos Petro está a tan solo dos puntos del 50 por ciento necesario para ser proclamado presidente en primera vuelta. Algo poco probable para buena parte de los analistas.
Trae sobre sí el éxito de ser el hombre que ha denunciado con valentía y determinación la política derechista de Colombia. Plantea llevar al país por el camino de la igualdad para las mujeres, procurar economía para la existencia del ciudadano común y del campo, una democracia multicolor, y seguridad humana para la vida y la paz.
Sus propuestas contemplan, por ejemplo, que las mujeres ocupen al menos el 50 por ciento de los cargos públicos en todos los niveles y las ramas del poder; potenciar la toma de decisiones en favor del cambio y un Ministerio de la Igualdad para articular las políticas públicas y los recursos en distintos frentes.
Además, trabajará en el cuidado del medioambiente y el tránsito hacia una economía productiva “basada en el respeto a la naturaleza, dejando atrás la dependencia exclusiva del modelo extractivista y democratizando el uso de energías limpias para generar capacidades nacionales que nos permitan enfrentar los efectos del cambio climático y contribuir con ello a superar la crisis ambiental global que pone en juego la vida y la pervivencia de la especie humana”, tal como ha descrito.
Busca, según su plan de Gobierno, las fórmulas, herramientas y propuestas que garanticen los derechos fundamentales consignados en la Constitución: salud, alimentación, educación, pensión y seguridad.
En su afán por enturbiar la campaña de Petro, la derecha oficialista lo ha vinculado con la guerrilla, lo que llaman el “chavismo” venezolano, ha mentido sobre supuestas expropiaciones y hasta de planear una presumida inmunidad para presos acusados por él mismo tras la denuncia de un caso de corrupción a gran escala.
Para callar bocas y de la mano de su compañera de fórmula, Francia Márquez, acudió ante la justicia y los medios de comunicación para demostrar la verdad y prometió que se someterá a las implicaciones legales que suponga el “falso juramento” de incumplir con su palabra. No le bastó y ya emplazó a los demás candidatos a firmar compromisos similares.
Nunca como ahora Petro ha estado tan cerca ni tan bien colocado en una carrera electoral, pero si gana la presidencia tendrá que recorrer un camino muy difícil para reconstruir un país destruido tras cuatro años de mandato de Iván Duque, que vio recrudecer la crisis económica generada por la pandemia, y poco hizo para establecer condiciones de bienestar y convivencia para las mayorías. Camino difícil, pero no imposible.
