Hace unas horas, la habanera Tribuna Antimperialista fue testigo de una gran hermandad. Gobierno y pueblo cubanos exigieron el cese del genocidio de los sionistas contra el pueblo de Gaza
Texto./ María Victoria Valdés Rodda
Fotos./ Jorge Luis Sánchez Rivera
El amanecer pintaba un día radiante. Los nacientes rayos de sol insinuaban otra jornada segura para Cuba… Pero este 2 de marzo iba a ser distinto, porque, mientras esperaba la maravilla, en contraposición, allá en Palestina ya eran entradas las dos de la tarde de otra jornada violenta. Entonces, esos fulgores me supieron a muerte, a desolación, a desamparo, aunque también me trajeron ecos de una solidaridad hecha clamor cubano.
Arropada en mi profesión, me apresto a relatar lo que vi y sentí un sábado marcado en el almanaque para exigir en la capital de todos los cubanos –y de hombres y mujeres dignos del mundo– el cese del genocidio israelí contra la población palestina indefensa. Esa que también vive tan cercana del mar, pero que no tiene tiempo para contemplaciones románticas, porque a duras penas sobrevive a una brutalidad militar que parece vaya a ser infinita. Sin embargo, como inmortalizó un poeta palestino, el verbo de su pueblo sigue siendo luchar y, por tanto, la rendición no es posible. De este modo, hermanada como en 2023, Cuba nuevamente se arma de versos, canciones y denuncias para, en la legendaria Tribuna Antimperialista –a un palmo de la embajada estadounidense–, acusar a Israel y a Washington por el reiterado horror (de cinco meses) que sufren principalmente mujeres y niños.
Estando en la marcha, hubo un momento crucial en el que me fui fusionando con las imágenes terribles sobre Gaza, proyectadas desde una gigantesca pantalla. Todos conmovidos: la multitud coreaba ¡Palestina no está sola!
La buena nota periodística es aquella directa, limpia de adjetivos, mas en este caso no puedo menos que acudir a ellos: la matanza es tan atroz que es necesario hablar con propiedad: sanguinario es el colonialismo en Palestina, cruel es la indiferencia y la connivencia de Occidente. Junto a ese pueblo árabe y al caribeño del lado de acá, estuvieron en el multitudinario acto el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC); Salvador Valdés Mesa, vicepresidente de la República de Cuba; Manuel Marrero Cruz, primer ministro; y Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político y secretario de Organización del Comité Central del PCC, así como representantes de organizaciones sociales y de masas, y muchos, muchos habaneros.
En nombre de la Juventud cubana, Amanda Santos, presidenta nacional de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), llamó las cosas por su nombre al afirmar que lo que ocurre en la Gaza es un crimen de lesa humanidad. Frase que me estremeció, disipando cualquier cursilería frente al seductor paisaje del malecón, haciéndome volver a los dolores de este mundo maltratado y todavía injusto para millones de seres humanos. Mientras, el estudiante palestino de tercer año de Medicina Ami Am, con voz desagarrada por el dolor, confesó públicamente ser habitante de Gaza. Nos dijo que desde octubre de 2023 ha perdido a familiares, amigos y vecinos. No obstante, esa cruda realidad que amplifica su rabia y frustración, se mostró convencido de que lo mejor de la condición humana prevalecerá. Casi en llanto, pero con firmeza, le agradeció a Cuba, a sus autoridades y a su gente y, sobre todo, a Fidel, la permanente defensa de la verdad. Entonces, sentí que el Sol sin máculas de bombas también brillaba en Palestina.
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Yo vi
Texto y Fotos./ Pastor Batista
Yo vi, desde bien temprano este sábado, rostros con indiscutible expresión de dolor.
En otros, era evidente la preocupación a ras de semblante.
Vi, también, cómo la indignación puede anidar en la fisonomía de personas en cuyo interior durante todo el año anidan el buen humor y la alegría.
Vi manos con banderas cubanas y palestinas en alto.
Escuché frases salidas espontáneamente de pechos y consignas a una sola voz… todo con un denominador común: identificación con el sufrimiento que experimenta en este momento el pueblo palestino, condena al genocidio que sigue cometiendo Israel en la Franja de Gaza, reclamo para que por fin impere allí la paz…
Nadie me lo contó. Estuve en la marcha. Lo vi.
3 comentarios
Gracias por contar para aquellos que no pudimos estar allí.
«La era esta pariendo un corazón
No puede más, se muere de dolor
Y hay que acudir corriendo
Pues se cae el porvenir».
Nunca antes esas palabras han tenido tanto sentido. Le ha tocado al pueblo Palestino pagar por ese nacimiento. Que nadie dude que podríamos haber sido nosotros. El imperialismo nazis no se detiene ante nada ni nadie y siente un supremo desprecio por la humanidad.
Los que no podíamos estar allí en presencia física también teníamos el pensamiento y el corazón ❤ en la hermana Palestina. Excelentes las reseñas vivenciales de María Victoria, Jorhe Luis, y Pastor, que se agradecen.
Gracias Patricia y Víctor Manuel por sus comentarios. Suelo decir que Bohemia los agradece mucho. Por lo demás, cuando estoy en un lugar o en un momento así, siento que lo hago por los que no han podido estar allí. Un abrazo.