La justicia plena a plenaria (II): Código de los afectos

Fotos: Yasset Llerena

< Parte I

Cuba está a la espera del debate popular acerca del nuevo Código de las Familias, tras su aprobación por los diputados. Desde antes había desatado gran expectativa entre cubanas y cubanos, que vieron con buenos ojos ese análisis y la posibilidad de someterlo a escrutinio mediante un referendo.

La propuesta enriquecida en diversas consultas a expertos, y con los criterios de la población y de diputados, llegará ahora en un contexto nacional que, amparado por la nueva Constitución, acierta en la idea de no discriminar y respaldar mayores garantías ciudadanas para todos.

Desde su primer artículo: Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, la Carta Magna se postula como defensora de hecho de las personas y, a partir de su texto, las nuevas leyes establecen corresponsabilidad entre el Estado y la ciudadanía.

Al nuevo Código de las Familias se le ha llamado código de los afectos, o de sumar y multiplicar, o el de la búsqueda de la felicidad… y abarca como un retrato la diversidad de sus integrantes, iguala sus posibilidades en los diversos ámbitos en que se desenvuelven y ofrece garantías para todos por igual.

Como han asegurado los expertos, las familias son para siempre, y nos identifican, no solo como hijos, padres, hermanos, esposos, compañeros de hecho, convivientes afectivos, sino también, y en esencia, como seres humanos, cualquiera que sea el modelo familiar al que se pertenezca o se decida construir.

Si bien en ciertos espacios virtuales se ha reducido este código a la sola mención del tema del matrimonio, su contenido es tan abarcador que reconoce desde un lenguaje inclusivo a los adultos mayores y a las personas en situación de discapacidad, y proclama protección y respeto hacia la niñez, la adolescencia y la juventud.

Es tan amplio en la tutela de los derechos que considera la valoración económica del trabajo en el hogar, la posibilidad de establecer vínculos contractuales antes del matrimonio, la de heredar bienes en mayor cuantía que el resto de los familiares al que fuera cuidador del finado. Además, introduce un cambio de mirada a las relaciones parentales, más parecida a la vida real, y se admite la gestación solidaria que abre puertas a aquellas parejas interesadas en tener descendencia y estén imposibilitadas de hacerlo.

Una mirada necesaria a la violencia en el hogar, en todas sus manifestaciones, es otra novedad, y a la par incorpora la figura de mediación familiar en la solución de conflictos.

Todos los derechos para el futuro. (Foto: Yasset Llerena)

Ley con sello cubano

El ministro de Justicia, Oscar Silvera Martínez, resaltó que esta ley destaca por su sello de cubanía y su carácter educativo y pedagógico, con un lenguaje simbólico de alternativas y opciones que coloca el afecto como eje central de las relaciones familiares.

También resalta su pluralidad y diversidad, que conciba la inclusión y la igualdad como principios, y contenga una visión multidisciplinaria de la protección de las familias, aportada por varias investigaciones científicas.

Gran contribución al debate hicieron Yamila González Ferrer y Leonardo Pérez Gallardo, profesores titulares de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, quienes abundaron en los aspectos que hacen de este Código un atlas de la realidad socio-familiar cubana, con una amplia mirada a los adultos mayores y personas en situación de discapacidad. Es una apuesta por la diversidad, las alternativas y la felicidad plena.

Muy aplaudidas fueron las intervenciones de la destacada psicóloga Patricia Arés Muzio, quien significó que este proyecto cumple la aspiración de su gremio de contemplar fenómenos que no estaban recogidos ni tenían amparo legal, y la del poeta Miguel Barnet,  cuando abundó acerca de su familia no biológica. “No por eso no es familia y a mi nieto no hay quien le diga que no es mi nieto”.

El ministro de Justicia, Oscar Silvera, afirmó que el nuevo Código de las Familias es coherente con la Constitución, refuerza dere-chos y no impone patrones. (Fotos Yasset Llerena)

Significó que este Código es una revolución profunda y no apoyarlo significa quedarnos rezagados en la retaguardia de las ideas más avanzadas, que han sido siempre el alimento de la Revolución.

La mención al legado de Vilma Espín marcó también los debates. En especial la diputada Yolanda Ferrer remarcó el pensamiento revolucionario, científico y humanista de la heroína de la Sierra, quien encuentra en esta Ley su justa realización, pues ella “consagró su vida a hacer realidad el elevado propósito martiano del mejoramiento humano, al objetivo de lograr una sociedad sin discriminación alguna”.

El diputado Enrique Alemán puso en el plenario un toque del credo cristiano que profesa, al decir que la fe que sostiene la arquitectura de las almas de nuestra valerosa nación hace que reconozcamos la legítima autonomía que nos dan las leyes que aprobamos, los deberes y derechos que crecen con cada una de ellas, el sentido de la responsabilidad que se vierte cada día con más fuerzas en nuestras acciones y nuestras obligaciones legales”.

Citó a Martí cuando expresó: “La verdad no tiene miedo a la luz”, y hoy todo lo que hacemos está en función de continuar y perfeccionar nuestra bendecida democracia y la unidad.

También, el Héroe Gerardo Hernández Nordelo expresó su aprobación al Código, avanzado, novedoso y moderno, que nos acercará al sueño de tener una nación con todos y para el bien de todos, contrario a lo que piensan algunos parlamentarios del mundo que continúan criticando y atacando a Cuba.

Como apuntara la reverenda Ofelia Miriam Ortega, integrante de la comisión redactora del Código, y quien fuera diputada en anteriores legislaturas, este texto “no suprimirá de inmediato la cultura patriarcal que puede limitar el aprendizaje y la práctica de los valores, pero es una plataforma de avanzada con el marco jurídico adecuado para desarrollarnos en el perfeccionamiento de nuestra sociedad”.

Quiere decir que si los cambios de percepción introducidos en la ley no vienen acompañados de la educación y la sensibilización, Cuba se habrá dotado de un Código progresista, moderno y de avanzada, y la sociedad no estará a esa misma altura.

La consulta popular y el referendo que se avecinan pondrán a prueba la capacidad de la sociedad de trascender. La oportunidad para construir el consenso y abrirse a un futuro inclusivo y plural está a la vista.

La familia, unida en la diversidad, es núcleo vital de la sociedad. (Fotos: Yasset Llerena)

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Respetar la Constitución atañe a todos

Los diputados dieron luz verde a las leyes de los Tribunales Militares y del Proceso Penal Militar, presentadas por Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, quien señaló que forman parte de la reforma procesal en marcha desde la aprobación de las normas que actualizan el accionar de la justicia.

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En el caso de la primera, se adicionaron cuatro artículos referidos a que los tribunales militares se atienen a las disposiciones del Minfar en las cuestiones de orden militar, se define la democión definitiva y la temporal de magistrados y jueces profesionales militares, y se aborda lo relacionado con las funciones y atribuciones de secretarios y trabajadores de esos tribunales.

En cuanto a la ley del Proceso Penal Militar, texto voluminoso y complejo, se modificaron 207 artículos, cuatro de ellos con cambios sustanciales. Asume novedosas maneras de investigar y enjuiciar los delitos en correspondencia con los principios del debido proceso, y las garantías y derechos de los procesados, a partir de lo establecido en la Constitución aprobada en 2019.

Al propio tiempo se dictamina que nadie puede ser sometido a desaparición forzada, torturas, ni tratos, ni penas crueles, inhumanas o degradantes, ni puede ser privado de libertad sin las razones contenidas en la ley, de acuerdo con los tratados internacionales suscritos por Cuba, que son también preceptos de la Carta Magna.

Como aseguró Remigio Ferro, esta norma tributa al funcionamiento de las instituciones armadas y al fortalecimiento del orden y la disciplina militar, la capacidad combativa y al enfrentamiento a las conductas transgresoras, con respeto a la dignidad humana.

El presidente del Tribunal Supremo, Rubén Remigio Ferro, destacó el principio de independencia de los órganos de impartición de jus-ticia, que solo se deben a la ley. (Fotos: Yasset Llerena)

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Abriendo caminos

El espacio en el que convergen las personas, edificaciones; diversas redes eléctricas, hidráulicas, telefónicas; entidades de servicios… requiere de un manejo adecuado que facilite una agradable convivencia dentro de cada uno. Por su incidencia en la calidad de vida de la población es un tema de gran impacto en cualquier sociedad y precisa de regulaciones que ordenen su funcionamiento.

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Precisamente en torno a esa conceptualización gira la recién aprobada Ley de Ordenamiento territorial y urbano y la gestión del suelo, debatida minuciosamente por los diputados. Tanto es así, que el presidente de la Asamblea, Esteban Lazo, destacó que su contenido fue modificado en casi 50 por ciento, a partir de opiniones de la población, los expertos y los propios diputados.

Respetar el planeamiento y garantizar el control y la disciplina urbanística fueron ideas defendidas porque de eso depende el desarrollo armónico de un territorio, en el que prevalezca una visualidad que armonice las nuevas tipologías constructivas con lo edificado ya y hasta con la arquitectura y la historia del lugar.

Aunque las regulaciones urbanísticas son casi tan antiguas como las ciudades, por primera vez se elevó a rango de ley este tema. Por fin el país cuenta con definiciones que intentarán poner freno a la indisciplina en este terreno en el que urgía definir los instrumentos de ordenamiento territorial y urbano, su contenido, ámbito, alcance, instancias de aprobación y su gestión.

Lazo Hernández llamó a la reflexión, pues la Asamblea tiene la responsabilidad dada por sus funciones constitucional, legislativa y de control, de analizar sistemáticamente cómo se aplica esta y las demás leyes aprobadas.

Parte III >

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Este texto forma parte de la serie «La justicia plena, a plenaria«, realizado por el equipo de información nacional de la Revista Bohemia.

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