Códigos culturales en circulación social

El establecimiento de nexos, intercambios y enriquecimientos entre nuestra televisión pública y una empresa de alta tecnología como Citmatel puede influir en la formación de públicos capaces de discernir con juicios críticos lo culturalmente auténtico y valioso


Tocar el libro, ese disfrute táctil, sentir el olor, la calidez del papel impreso continuará fascinando en todas las edades. Y, por supuesto, seamos conscientes, en la era tecnológica el consumo cambia, pues cada vez más prevalecen los productos comunicativos digitalizados donde convergen el texto, la imagen y el sonido y forman parte de estrategias creativas en la red, nuevas formas perceptivas e intermediales.

Ambas condiciones merecen ser privilegiadas por la televisión tradicional. Desde la niñez las personas son portadoras de cultura que se adquiere mediante la vía oral. Además de programas exclusivos para promocionar ensayos, novelas, narraciones infantiles, didácticas, educativas, estos merecen tener mayor presencia en spots, fotos y otras maneras de socializar el placentero acto de leer.

En estas y otras oportunas direcciones con proyectos científicos, destaca Citmatel, empresa de alta tecnología de la información y las comunidades, con textos impresos, ebooks (libros electrónicos), audiovisuales, audiolibros, animados, juegos didácticos, multimedia (PC y móvil) y aplicaciones para móviles.

Estimular la dinámica complicidad entre la llamada pequeña pantalla y ediciones Citmatel puede abrir vías a la adquisición de hábitos en beneficio de ver y descubrir lo valioso. La información de ningún modo transita en un solo sentido, la lógica que caracteriza las relaciones entre los medios y los lectores-espectadores es cada vez más circular, por esto se exige el adiestramiento en la lectura de relatos disímiles.

¿Por qué no aprovechar las posibilidades con las que cuenta la creación para estimular formas de sociabilidad, de experiencias, las cuales transforman el entorno y los grupos sociales?

Las familias cubanas piensan en cómo interesar a sus hijos en la selección de audiovisuales edificantes y entretenidos. Padres, maestros, guionistas y realizadores son conscientes de una realidad cotidiana: el cimiento del aprendizaje reside en la práctica de lecturas creativas, esta exige un proceso, el cual demanda entrenamiento.

Reflexionemos, la TV es un eslabón imprescindible en dicho quehacer. Puede seguir nutriendo las estrategias y los enfoques en problemáticas que atañen a la educación, la cultura, la defensa de derechos y deberes de niños, niñas y adolescentes.

Nexos entre actores con vocación innovadora activarán el análisis permanente de las relaciones entre educación y cultura. En las comunidades de todo el país la escuela es la institución cultural más importante.

Debemos ser conscientes de su dimensión, ella es, junto a la familia, el lugar donde se adquieren saberes. También valores cívicos, éticos y estéticos imprescindibles para la vida en desarrollo.

Es preciso aplicar análisis y valoraciones al asumir positivamente en el escenario comunicacional y mediático, la jerarquización de la identidad durante la lucha perenne contra la invasiva y peligrosa colonización cultural.

Tampoco lo olvidemos, el consumo fragmentado de imágenes prolifera por la red; la niñez y la juventud no demandan textos extensos, sino parte o secciones que los motiven a enlazar elementos similares a gustos establecidos durante los procesos de recepción.

Foto./ Leyva Benítez.

Si bien Citmatel estimula el interés de los públicos hacia la lectura en soportes diferentes, junto a la televisión reforzará la sagacidad y la inteligencia de públicos para que estos tengan mayores incidencias en la comprensión de los mensajes. Si ya no se escribe ni se lee como antes, tampoco se ve ni se representa igual que antes. La visualidad forma parte de la dimensión cultural, y es, al unísono, imaginario, entorno tecnológico, ciencia y arte.

Leer constituye una transición de la actitud pasiva a la actividad. El discurso lingüístico y el discurso icónico, ambos, amplían los modos de aprehensión de lo conocido y lo novedoso y requieren, sin lugar a dudas, enfoques interpretativos. Nos enaltece y nutre compartir los resultados de mayor impacto en la economía y en nuestra sociedad.

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