Foto./ Yasset Llerena.
Foto./ Yasset Llerena.

Contra el olvido afloran revelaciones

La presentación en el capitalino espacio Sábado del Libro de un ejemplar altamente ilustrativo de nuestra historia y del arte cinematográfico constituye un homenaje al Icaic, la Imprenta Nacional y al Día del Libro Cubano  


La legitimación del cine como fuente histórica ocurre mediante dinámicos procesos durante el surgimiento de movimientos que consolidaron su condición de arte tras lograr un lenguaje estético y notable influencia en los seres humanos. Estas esencias iluminan el libro Con un himno en la garganta. El 27 de noviembre de 1871: investigación histórica, tradición universitaria e Inocencia, de Alejandro Gil.

Cientificidad, riqueza expresiva, enfoques oportunos, analíticos, basados en interpretaciones causales distinguen las 207 páginas de un relato estremecedor. Cuenta acerca de sucesos que culminaron con el horrendo fusilamiento de ocho estudiantes del primer año de Medicina en la Universidad de La Habana y 35 compañeros suyos condenados a prisión, todos inocentes.

Nexos cómplices de los coordinadores, el doctor José Antonio Baujin (edición y corrección) y Mercy Ruiz, ambos representantes de la Editorial UH y Ediciones Icaic, respectivamente, hicieron posible la concreción del proyecto robustecido por aportes sustanciales de destacados académicos. Este empeño propicia conocer y estudiar en profundidad la connotación del 27 de noviembre en el imaginario universitario y entramados de incidentes relevantes en lo ocurrido, entre otros aspectos de nuestro acontecer.

El título es un referente indispensable. Debe mantenerse a mano en centros estudiantiles, hogares, bibliotecas, lugares donde los cubanos acceden al conocimiento y a las honduras del pasado siempre presente. Lo manifestado en datos, documentos, detalles imprescindibles, hallazgos y búsquedas afanosas permite reflexionar sobre la construcción de uno de los fuertes símbolos de la nación, del espíritu libertario de la juventud, hacedora de sus conquistas, de la capacidad del sacrificio y la dignidad de nuestro pueblo.

Por supuesto, en este amplio sentido ocupa un lugar protagónico el filme Inocencia del destacado director Alejandro Gil. Contribuye al diseño de la historia el guion de Amilcar Salatti, quien articula el proceso de acusación, condena y fusilamiento de los estudiantes de Medicina en 1871, y la búsqueda de los restos por Fermín Valdés Domínguez en 1887 y la publicación de su libro referido a los acontecimientos.

¿Es posible hablar de nosotros mismos y seducir a públicos diferentes? ¿Qué decir ante narrativas escriturales y fílmicas plenas de emociones? ¿Cómo aprehender necesidades, urgencias, angustias, sueños pendientes?

Al parecer, estas motivaciones nutrieron a Salatti y al realizador Alejandro Gil. Investigar fue para ellos un punto de partida esencial. Hay que ver y volver a ver la película. Las palabras y el texto visual activan una especie de cuerda floja desplegada en la concepción de la puesta en escena inteligente. El melodrama, la tragicomedia y la tragedia lideran entre los géneros dramáticos elegidos para alertarnos sobre la conciencia y la configuración de actitudes en contextos difíciles, nunca ajenos a una cruda realidad.

¿Se pueden expresar la certeza y el desconcierto, la soledad y el silencio de forma novedosa? Lo consiguen los equipos técnico y artístico en una estructura propositiva de ideas y pensamientos ante la cercanía de la muerte y la injusticia oprobiosa.

Cada elemento revela el iceberg en mundos sobrecogedores donde están presentes la bestialidad del integrismo español representado por el Cuerpo de Voluntarios de La Habana y las obstinaciones incontroladas de un gobierno sin honor aferrado al sentido de posesión. Los diálogos y las cadenas de acciones de actores y actrices orientan el espectáculo fílmico en una auténtica expedición antropológica. Cada espectador vivirá la suya al interpretar situaciones, contextos, sinsabores, bandos en pugna en una trama urdida con la intención de mostrar y decir al hacernos meditar.

El elenco de primeros actores demarca cada intención. En especial el Valdés Domínguez de Yasmany Guerrero y el Felipe Alonso asumido por Héctor Noas. Van del abatimiento al rencor, de la tristeza a la ira. Saben hacerlo, ayudan a reflexionar sin abandonar el preciado don de humildad. La ficción invita a la conquista de los saberes. Hacer cine exige además de intenciones creativas mantener contacto con territorios dominados por prácticas y teorías en beneficio del discernimiento necesario en todas las etapas del ser y el quehacer. La dirección de fotografía propuesta por Ángel Alderete tiene un fin estético de notable valor discursivo. Las imágenes están compuestas por sugerentes segmentos icónicos y relacionan espacios temporales de momentos secuenciales.

Todo esto emerge del libro. Definitivamente, defiende la condición primera de lo artístico: hacer reflexionar. Profundiza en las esencias íntimas del ser humano. Las imágenes deben analizarse como cultura en movimiento, esta fluye con cargas poderosas de condicionamiento social.

Otras propuestas merecen surgir en futuros gestos colaborativos de la Editorial UH y Ediciones Icaic. En una era donde priman la tecnología digital y la comunicación audiovisual es necesario seguir imbricando las disciplinas de la Sociología con la Historia, el cine y la escritura de textos que convocan a meditar sobre la apertura del pensamiento y lo recóndito apenas revelado. Esfuerzos individuales y colectivos harán posible el avance entre todos. Solo así podrá llevarse el deber ser a la práctica sistemática para ascender en los senderos del conocimiento y del arte.

Comparte en redes sociales:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos