Costa Rica se arriesga a ver si gana

Rodrigo Chaves, nuevo presidente de Costa Rica

Con un llamado a la unidad, Rodrigo Chaves, el presidente electo de Costa Rica, abrió su discurso luego de conocido su triunfo en el balotaje del pasado 3 de abril. Una “unidad” necesaria para tomar las riendas de un país que, si bien otrora fue una de las economías más estables de América Latina, hoy se une al tren de la severa crisis económica regional y mundial.

Contrario a la postura que mantuvo en la campaña proselitista, donde usó siempre un lenguaje confrontativo, el líder del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) obtuvo el apoyo de más de un millón de ciudadanos, una quinta parte de la población.

La propuesta de Chaves se enfrentó a la de su contendiente, el veterano José María Figueres, presidente entre 1994 y 1998. El resultado final arrojó un 52.85 por ciento del ganador contra un 47.15 para el exmandatario. Fue otra vez amplio el nivel de abstención –43.15 por ciento–, mayor que en la primera vuelta, del 6 de febrero, que ya era la más alta en la historia de Costa Rica.

Retos ante un historial ennegrecido

Emergido recientemente como figura política, Chaves se sentará en la silla presidencial cargando un fardo de cuestionamientos sobre el financiamiento de su campaña, pero sobre todo con una carta de presentación internacional con denuncias de acoso sexual, hecho que marcó en 2019 el fin de una carrera de casi tres décadas en el Banco Mundial.

Un raro salto lo llevó entonces a ocupar el puesto de ministro de Hacienda del presidente actual, Carlos Alvarado, que lo despidió seis meses después y que ahora le entrega la banda presidencial para el período 2022-2026.

Conocedor en materia económica, Chaves necesita hacerse creíble entre quienes apostaron por él y promete volver a convertir al país en un referente de bienestar social.  Costa Rica ha gozado de buenos indicadores, mas acumula una desigualdad que influye sustancialmente la calidad de vida de la población.

La nación tica es reconocida por contar con sólidas instituciones, y particularmente con altos indicadores de desarrollo humano y una cobertura universal de salud. Sin embargo, a inicios de este milenio, su sistema y su economía comenzaron a mostrar grietas, las cuales se agrandaron de manera sustancial con la pandemia, que impactó duramente en el turismo, la principal fuente de ingresos.

Desde 2010, hoy se palpa la cifra más alta de índices de pobreza para la población costarricense, 23 por ciento, y prácticamente 15 de cada 100 nacionales no tienen empleo, una de las tasas más grandes de América Latina y cerca del 10 por ciento más que hace 20 años.

El Gobierno saliente logró aprobar en 2018 una reforma fiscal que, entre otros aspectos , aumentaba la cantidad de productos y servicios gravados por un impuesto del 13 por ciento.

Sin embargo, tras sufrir su mayor recesión económica con la llegada de la pandemia, acabó acordando un préstamo de 1 778 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, lo que se tradujo en severos ajustes de austeridad y provocó multitudinarias protestas ciudadanas en 2020, en un país caracterizado por su estabilidad y su calma social.

Pese ser el único de Centroamérica miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) –el llamado “club de los países ricos”– y a tener los indicadores más favorables de esta subregión en cuanto a pobreza extrema o alfabetización, Costa Rica esconde grandes contrastes entre el centro y las zonas costeras y fronterizas, cuyos habitantes no se sienten parte del crecimiento y muestran descontento con la política.

Esos territorios, apuntan analistas, sienten que no tienen nada que perder, por eso le suelen dar el apoyo a partidos nuevos en lugar de a partidos tradicionales, que creen que los han dejado en el olvido.

Otro de los escollos que tiene delante el nuevo presidente es la recuperación de la calidad de la educación, considerada por mucho tiempo de excelencia. Luego de la crisis sanitaria mundial, el país sufre lo que se ha llamado un “apagón educativo”, que se traduce en bajos índices de aprendizaje, constatados por organismos internacionales.

Ante una realidad así, mantener el equilibrio macroeconómico y regresar a los números de hace un lustro son, sin duda, su mayor reto.

A la sombra de una figura pública

Este hombre, declarado católico convencido y que se opone a la eutanasia y al aborto libre, tomará el poder catapultado por la fuerza de una figura femenina indispensable para la victoria del PPSD, la experiodista televisiva Pilar Cisneros, reconocida por sus posiciones contrarias a la clase política.

Cuando Chaves era un desconocido, Cisneros salía en el principal canal televisivo dos veces diarias con críticas duras como las que personificó en campaña el ahora presidente.

En los próximos cuatro años será la jefa de la fracción del partido del Gobierno electo en la Asamblea Legislativa y tendrá ante sí el desafío de poner a prueba la confianza de un electorado que confía en ella y salió a votar.

La explicación de los tantos índices de abstencionismo y de la victoria de Chaves, pese a tantos puntos en su contra, la ofreció la propia Cisneros, tras la consagrada victoria del líder de su organización política. El resultado, dijo, es producto de la “desilusión” del electorado.

“El abstencionismo es ahora el partido más grande de Costa Rica. ¿Por qué? Porque la gente está desilusionada”, afirmó. “La gente quiere cambio, no quiere a los partidos tradicionales que los han engañado y estafado, una y otra vez. Nosotros vamos a hacer todo nuestro esfuerzo para que valga la pena haber confiado en un cambio”, aseguró.

Entretanto, Chaves prometió hacer su mayor esfuerzo y pidió guardar las banderas partidarias y unirse en una sola, la de Costa Rica, para salir adelante, al tiempo que aceptó la advertencia de los costarricenses que se abstuvieron de participar en esta segunda ronda.

Ahora, destacó, “nos toca cumplir y no se vale fallarle a Costa Rica”. Pero hechos concretos y aclaraciones inmediatas sobre las acusaciones de corrupción y abusos sexuales son su principal carta de triunfo.

 

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