Las escuelas volvieron a colmarse de colorido y festividad . (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA)
Las escuelas volvieron a colmarse de colorido y festividad . (Foto: JORGE LUIS SÁNCHEZ RIVERA)

Curso escolar: fines e inicios accidentados

La explanada de la escuela es bastante grande. Los alumnos allí reunidos atienden, murmullan, sonríen. Hay ambiente de satisfacción y regocijo en niños, familiares y maestros por la continuidad en las aulas, gracias en buena medida, al éxito de las vacunas. Una metodóloga de Educación se incorpora visiblemente atiborrada y expresa a un profesor:

—“¡Qué ‘acto de graduación’ tan formal este!”…

—“De graduación no, de inicio de curso” -contesta él sin poder evitar la risa…

La escena sirve de alarma. Desaguisados semejantes probablemente fueron comunes en más de un centro educativo, y seguramente motivados por el escaso margen –apenas un fin de semana– entre el cierre de un curso escolar y la apertura del otro. Este nuevo período lectivo estuvo marcado por la duplicación de fechas, horarios y condiciones. Si bien el nivel medio empezó las clases el pasado 7 de marzo, la primaria lo hizo el día 14.

De tal modo, la mayoría de los profesores debió alternar los respectivos actos de graduación e inicio con las labores de limpieza, registro y organización que requiere un cambio de curso. En honor a la realidad, muchos –haciendo gala de su ética profesional– multiplicaron esfuerzos y labores en aras del éxito, mientras callaban sus inquietudes sobre las exigencias del proceso.

Bajo la sonrisa del recibimiento los maestros disimularon sus preocupaciones por la ausencia de material de estudio y recursos propios para trabajar, la impotencia ante las quejas de los padres e incluso, por el agotamiento humano luego de los dos estresantes años de pandemia, en los que siguieron asistiendo a las escuelas, aun durante el confinamiento en casa de sus educandos.

Transitaron –siguiendo el diseño estipulado para el nuevo programa educativo– de las evaluaciones finales a la presentación de nuevos contenidos. Tres días sellaron el tránsito. El caso de los profesores de preuniversitario fue quizás más engorroso, pues al esquema añadieron el cuidado y la evaluación (por parte de algunos) de las pruebas de ingreso a la Educación Superior, de las cuales la última (Historia) fue justamente un día después del mencionado inicio del curso para el nivel.

Si bien desde la dirección del Ministerio de Educación (Mined) se ha insistido en la atención diferenciada de los educadores a las necesidades de los educandos, fenómenos como el presente parecen atentar contra el sano propósito.

De modo que no es raro encontrar en la calle o en espacios digitales –ahora mismo– disímiles criterios de padres preocupados ante situaciones concretas, como la falta de atención a las deficiencias educativas derivadas de la enseñanza por televisión en días de confinamiento, o de la propia capacidad de los estudiantes.

Las opiniones también reflejan sucesos contrapuestos: jóvenes que fueron durante las últimas semanas a “perder tiempo” en las escuelas, en contradicción con un elevado número de suspensos o malas notas en los exámenes finales en varios centros educativos.

La raíz de tales fenómenos radica en un programa centralizado, más que uno que aborde las carencias particulares de los estudiantes en determinado entorno.

Si bien el Tercer Perfeccionamiento y el rediseño de los planes de estudio abogan por la flexibilidad de los contenidos, la carga temática, el escaso tiempo y la irregularidad de las clases, incide en la adecuación real de las materias.

Entretanto maestros, padres y estudiantes seguirán de la mano, so pena de no encontrar quién le ponga el cascabel al gato.

Buzón de quejas y sugerencias

Una gran cola se extiende en las afueras de un Mercado Artesanal Industrial. Esta vez no es ni aseo ni alimento lo que justifica la concurrencia, son los uniformes. Después de horas de espera, varias madres salen exasperadas vociferando que, de existir, no darían abasto los buzones de quejas y sugerencias. Han pasado muy pocas personas y resulta que ya no hay tallas acordes.

Las insatisfacciones en este sentido es un antiguo reclamo que las instituciones educativas y la industria vienen arrastrando, tema que cae en el vacío resultante de la imprecisa captación de la demanda por parte de Educación, de las pocas capacidades de la industria ligera y del impacto del bloqueo en la adquisición de las materias primas.

Este hecho se ha agudizado por supuesto con la implementación de los nuevos uniformes, rediseño concebido con el fin de aprovechar mejor el presupuesto de la industria al disminuir el precio de importación por el tipo de tela, simplificar el proceso productivo para tintura y moldes, aprovechar mejor los inventarios y capacidades de reposición y aumentar la vida útil de las prendas.

Lo cierto es que más allá de las aspiraciones, los nuevos uniformes igualmente requieren de la importación de tejidos, proceso que se vio afectado por el retraso o aumento del costo de fletes y contenedores.

A los retrasos en la producción y distribución por las entidades encargadas, otro error que pesa sobre el asunto de los uniformes es el hecho de que se confeccionaron a partir de un censo con dos años de antigüedad; o sea, si bien hoy los estudiantes están en un grado académico determinado, su talla y edad biológica es uno o dos años superior.

De momento, muchas familias sostienen que sus niños seguirán –como lo han hecho estos dos años– acudiendo a las escuelas en ropa de civil, que no es nada rentable para los padres ni nada “uniforme”.

Quizás como bálsamo llega la información brindada por la doctora Ena Elsa Velázquez Cobiella, titular de Educación, que publica recientemente Granma. La ministra destaca que, de 3,8 millones de prendas escolares previstas, ya se han producido 3,6 millones y que se empezarán a vender para completar la enseñanza primaria; mientras la industria continúa en acción. Asimismo, Velázquez Cobiella insistió en la importancia de ir uniformados a la escuela y señaló que los precios están subsidiados: 50 por ciento lo paga el Estado y el restante la familia.

Si bien la cuestión de la vestimenta es superable, la base material de estudio resulta imprescindible para el proceso docente educativo y esta es otra de las mayores expectaciones que nacen con el actual curso.

La producción de libretas, cuadernos y libros de texto, también a cargo de Gempil, ha sufrido la ausencia de insumos. Los estudiantes, desde el aislamiento, siguieron copiando clases y trabajando con sus textos gracias a las teleclases. Esto incidió en que el consumo de base material de estudio aumentara en contraposición con una limitada elaboración.

Semanas atrás, en el espacio televisivo Mesa Redonda, la propia ministra reconoció que en los dos últimos años no se ha recibido el número de materiales escolares acostumbrados y que, por demás, este año comenzará con una norma ajustada que se irá completando en la medida que lleguen las materias primas para producirlos.

Una posible solución sería el acceso a los contenidos virtuales, pero la práctica ha demostrado al final que esta es una alternativa que sigue costando, primero porque no todos tienen los medios digitales y segundo porque no existen paquetes exclusivos para el dominio .cu ni a precios diferenciados. Eso implica que para tener acceso al servicio de datos siempre hay que comprar ofertas de internet.

En el caso de la Educación Superior, que iniciará su curso a mediados de abril, las redes de contenidos y los repositorios virtuales se muestran inestables y prácticamente inaccesibles. Ello propicia que los estudiantes y profesores tengan que recurrir una y otra vez a los datos móviles para el intercambio necesario.

Pues sí, celebramos que haya iniciado el curso 2022 -se extiende hasta el 19 de noviembre-, pero entendemos que profesores, estudiantes y directivos deben sobreponerse a los escollos, y hallar sobre la marcha el mejor modo para que el contenido llegue apropiadamente a los estudiantes; de la manera más efectiva y equitativa posible.

El presente período, que incluirá semana de receso escolar del 18 y 23 de abril y vacaciones del 28 de julio al 5 de septiembre, llevará en sí los desajustes heredados de la pandemia, pero puede –debe- incorporar las soluciones y mejores experiencias consensuadas entre todos.

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Un comentario

  1. Ya que tenemos problemas con la materia prima para la confección del uniforme escolar , debido al cruel bloqueo, dispongan en ropa de calle, porque es tan desagradable que pase por una escuelas y ver algunos con su uniforme y otros en ropa de calle .

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