¿De espaldas a la profesión?

¿De espaldas a la profesión?

La emigración de miles de cubanos, entre ellos, muchos profesionales recién graduados y otros con amplia experiencia en los más diversos campos, ha dejado demasiados puestos vacantes como para apreciar el problema con tranquilidad

Este texto forma parte de ¿Colgar el título?


La pequeña Liz Hernández Pérez asumía una postura bien sobria ante una mesa de consultorio. Los pies aún no le llegaban al piso, pero garabateaba sin parar hasta que consideraba que las orientaciones estaban completas. Entregaba el supuesto método al paciente y le indicaba seguirlo fiel y estrictamente. Al siguiente caso le tomaba la presión y al otro lo auscultaba. Para la familia, sobre todo sus padres (médico y enfermera), era obvio qué sería la niña de grande.

Más de una década después, Liz inició el camino que todos daban por sentado. “Empecé en el año 2016 en la Facultad de Ciencias Médicas Julio Trigo López –refiere la joven habanera de 24 años, mientras recuerda la dedicación con que asumió la carrera de Medicina. Para mí fue mucho sacrificio, demasiado diría yo. Estudiaba todos los días. Tenía poco tiempo de sueño. Esa constante presión me llevó a un nivel de estrés que hasta mi salud afectó, pero sinceramente no me quejo. Sentí un gran orgullo cuando vi ese título de oro en mi mano”.

Con sus resultados académicos pudo haber obtenido directamente la especialidad de Medicina Interna, que era la que más le atraía; sin embargo, por temor a la regulación decidió optar por Medicina General Integral.

Al finalizar su carrera, una idea empezó a atormentarla: “En el último semestre de mi sexto año tomé la decisión de graduarme y pausar mi carrera en busca de otro trabajo. Vivo sola con mi mamá, un hermano pequeño y mis dos abuelos maternos, ambos bastante delicados de salud. Vivíamos todos del salario de enfermera de mi madre, con millones de limitaciones porque: ¿qué son 5 000 pesos aquí para 5 personas?”.

Aunque el Anuario Estadístico no refiere el número de profesionales en el sector no estatal, entrevistas refieren que otros profesionales como ingenieros o arquitectos también migran al sector privado o cooperativo. / Martha Vecino Ulloa.

Liz fue en busca de un empleo con el que los pudiera ayudar mucho más y terminó trabajando como dependiente en uno de esos bodegones que proliferan en la ciudad con el aumento de la importación de productos por las Mipymes.

“Me gusta mucho mi carrera –añade–, de hecho, es uno de los motivos por los que en ocasiones me siento muy mal. A veces paso por delante del Julio Trigo y me dan ganas de llorar, pero lamentablemente no vivo una vida que me permita trabajar sin importarme el salario”.

A sus 24 años, Liz aspira a retomar su profesión en algún momento, en Estados Unidos, donde está su padre. Al menos, terminó la carrera. En cambio, una amiga doctora cuenta que hace unos meses, durante la graduación de la Universidad de Ciencias Médicas de Holguín, las sillas vacías de los estudiantes que habían emigrado antes de recibir su título gritaban con un silencio de abismo. No eran pocas. Tantos años de estudio, tanta inteligencia joven marchando a recorrer diversas rutas fuera de Cuba.

De igual modo, debido a las complejidades para obtener permisos temporales de salidas al exterior y a las continuas negativas de las autoridades, muchos estudiantes y especialistas de la salud optan por pedir la baja permanentemente.

La emigración de miles de cubanos, entre ellos, muchos profesionales recién graduados y otros con amplia experiencia en los más diversos campos, ha dejado demasiados puestos vacantes como para apreciar el problema con tranquilidad. Y no solo repercute en la calidad de los servicios prestados, sino en la sobrecarga laboral de quienes permanecen ejerciendo su labor, más la de quienes ya no están.

Lo sabe Margarita, madre de un niño de tercer grado que no contó con una maestra fija desde el curso anterior, porque la docente que le correspondía esperaba el resultado del Programa Parole Humanitario para reunirse con su familia en Estados Unidos.

“Iba una semana y faltaba las dos siguientes –se queja Margarita. Nada parecía interesarle, pero decía que terminaría el curso. Hasta que finalmente, después de muchas ausencias y problemas en el aula, decidió pedir la baja. Los niños terminaron segundo grado sin maestra porque no encontraron una para reemplazarla y es una auxiliar y, a veces, la directora quienes les dan clases, como pueden”.

Si bien el Ministerio de Educación Superior no ofrece datos de eficiencia académica, en el ciclo 2016-2017/2021-2022, se rompió la correlación entre la matrícula, que aumentó y el número de graduados que disminuyó. / soyvillaclara.gob.cu

En marzo de 2022, el destacado científico cubano Agustín Lage Dávila publicó en el portal Cubadebate el artículo La emigración de personas calificadas: raíces y contextos, en el cual expresó:

“Entre los factores que causan esta emigración está, por supuesto, la búsqueda por los emigrantes de mejores salarios y condiciones de vida. Pero no es el único factor. Funciona también como fuerza de atracción la búsqueda de mejores condiciones para el trabajo científico y la realización profesional. No siempre la encuentran y conocemos muchos profesionales de alta calificación trabajando en empleos de mucha menor calificación en los países a los que emigraron. Pero la imagen de oportunidad sigue funcionando, aunque solo sea a nivel de imagen, y haciendo que la gente reaccione más a las expectativas que a las realidades”.

Lo que describía el profesor a inicios del año pasado, refiriéndose a la emigración a nivel mundial, tiene puntos de concordancia con lo que se vive hoy al interior del país y que tiene que ver con los efectos de la Tarea Ordenamiento, la inflación y el crítico panorama económico del país. No es de extrañar que la búsqueda de alternativas económicas viables derive, muchas veces, en el abandono de carreras universitarias a medio camino o, incluso, en el éxodo de profesionales con décadas de experiencia hacia formas de gestión no estatal. Muchos de ellos se emplean en puestos donde sus conocimientos quedan subutilizados porque priorizan el mejoramiento de su poder adquisitivo y la mejoría de sus condiciones de vida por encima de su crecimiento profesional.   

Si bien todas las actividades económicas son determinantes, el sector de la ciencia está llamado, desde la dirección del país, a la transformación productiva; sin embargo el año pasado mostró 2 500 trabajadores menos. / Yasset Llerena Alfonso.

Esa es la vivencia de Lisset Castaigne, médico pediatra intensivista, quien asegura:

“Me apasiona la sonrisa de un niño, pero no puedo salvar vidas cuando mi salario no me da para comprar comida o cualquier cosa básica, sin contar que haces milagros con nada, prácticamente. En busca de empleo me he encontrado muchos médicos jóvenes como yo que tuvieron que abandonar sus sueños. Si seguimos así, ya no vas a tener que ir al hospital a atenderte porque el médico es el dependiente”.

La holguinera Miriam Pérez fue profesora universitaria durante 18 años, en lo que es su vocación desde niña.

“A raíz de problemas de salud propios y de mis padres tuve que explorar otro perfil de mi carrera: la traducción. Poder hacerlo desde casa, en mis propios horarios, me ha dado la libertad de atender a los míos y ayudarlos más económicamente. Ha sido muy fuerte romper el matrimonio con el magisterio, pero no creo que sean tiempos para romantizar el sueño de la vocación cuando tengo que apoyar física y financieramente a mis padres y a mi propia casa con dos niños en edad escolar”.

Para la habanera Lisandra Luaces, graduada de Física Nuclear, el salto fue abismal. Demasiado trabajo, tiempo y estudio para que el salario le durara apenas una semana. Por eso montó un negocio de impresión de documentos: “Los materiales son costosos, casi todo tengo que importarlo porque aquí es imposible conseguir tintas y papel, pero al menos logro llegar a fin de mes con algo de dinero y puedo planificarme. No creo que regrese a mi sector, porque el futuro se presenta sin perspectivas efectivas para los que estudiamos más y alguna vez tuvimos un trabajo estatal al que aportamos pensamiento e inteligencia”.


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