Penetraciones del mar, inundaciones, lluvias y fuertes vientos, ocurrieron en la tarde de este lunes en La Habana, como consecuencia de la llegada de un frente frío a la zona occidental del país
Texto./ Tania Rendón Portelles
Fotos./ Jorge Luis Sánchez Rivera
Bajo el cielo infinito, donde el mar y el horizonte se encuentran en un abrazo eterno, se desata una danza ancestral en el Malecón habanero. Las olas, como músicos invisibles, tocan una melodía de nostalgia y furia que resuena en cada rincón de la ciudad.
Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Es un espectáculo hipnótico: las olas chocan contra las rocas con una fiereza indomable, y se observa su espuma blanca al aire como un desafío al viento. Pero también hay una melancolía en su movimiento, como si cada embate llevara consigo los susurros del pasado, los recuerdos de tiempos idos.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría…
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Aquí, son pocos los que pudieran enfrentarse con valentía, desafiar su fuerza y misterio. Hoy, no hay paseos ni serenatas románticas. No obstante, las olas cantan, se siente la insondable profundidad de Calipso. Y así, entre la ferocidad y la añoranza, el mar sigue su eterno baile; nos recuerda que, en medio de la tormenta, siempre hay belleza y esperanza.