El amador del perfume

Inclinarse o reverenciarlo, quizás sea poco cuando estamos en presencia de un ser extraordinario: Leonel Amador Pérez. A este fundador de la industria cubana de perfumería, incansable innovador, historiador de alto quilate, ni siquiera la enfermedad o los años le truncan su voluntad de crear y soñar


“La profesión de perfumista es bella. Requiere de extrema sensibilidad humana, de un elevado sentido estético y creatividad”, así define Leonel Amador Pérez, actual asesor del titular de Industrias, la labor de los superdotados con una egregia memoria olfativa y capacidad para idear nuevas fragancias.

Cuba ha graduado desde 1966 hasta la actualidad un total de 19 perfumistas, incluidos cinco extranjeros. Esa cifra representa menos del uno por ciento de quienes se han presentado a los cursos de captación y calificación auspiciados por la industria nacional, revela Leonel. Una muestra de la rigurosa selección y el alto nivel de esa profesión en el país.

A nivel internacional también son pocos los elegidos, “por eso, en general, suman más los cosmonautas que los perfumistas en el mundo”, sostiene el también ingeniero químico.

Hojas de Tabaco Verde, una de sus creaciones, hecha de conjunto con perfumistas de Suchel Fragancia, obtuvo la Medalla de Oro en la Feria Internacional de La Habana. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

En la isla antillana, después de dos años de entrenamiento, los escogidos preparan un trabajo de tesis, guiados por un tutor. Camerata o Un Toque son algunas de las creaciones de los noveles. “Ellos salen del curso de Diplomado como Perfumistas, es decir, de primera categoría. Son respetados a nivel internacional, y están preparados para idear nuevas fragancias aun en condiciones de limitaciones económicas como las actuales”, asegura el además profesor principal de la Escuela Superior del Ministerio de Industrias (Mindus).

A su juicio, la gran fortaleza de Cuba está en la disponibilidad de personal entrenado: “Eso es vital, de lo contrario no habría desarrollo de la perfumería y de otras cosas. Tenemos una industria que, a pesar de estar bloqueada por el gobierno de los Estados Unidos, el pueblo cubano reconoce su valía.

“Además, estamos en contacto con las principales casas productoras de materias primas en el mundo. Es un prestigio ganado durante años. Por eso nos mandan trimestralmente los nuevos perfumes producidos en Francia para actualizarnos”.

De los momentos de dura lucha contra el cáncer, nació también Súcheli Flores Blancas en 2013. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

Prado silvestre

Como cualquier otro niño de su época, nacido en zonas periféricas de la urbe habanera, Leonel pudo disfrutar –sin desvelos paternos– del ambiente campestre donde vivió sus primeros años. Quizás, de ese contacto directo con la naturaleza, de admirar su belleza y poderío, comenzó a reverdecer una memoria olfativa envidiable, única. Hasta mítica. El aroma de las plantas y flores que crecían silvestres en los prados de su natal Managua sigue, después de ocho décadas, latente en sus recuerdos.

“Siempre tuve esa fijación con los olores de las cosas. Pero también me llamaba la atención una finca preciosa que tenía el vecino nuestro, trabajador de Crusellas, compañía muy exitosa en Cuba. Por supuesto, él vivía muy bien”, evoca Leonel.

Sin embargo, después de concluir los estudios primarios, más allá de la prodigiosa nariz del ya adolescente, sus sueños estaban en otro lugar. Quería estudiar Derecho. Sin embargo, la situación familiar era muy crítica. El viaje de ida y retorno al preuniversitario de la Víbora costaba un peso. Corría el año 1958.

En diálogo con su padre, cuenta que este le precisó: “Tú siempre has querido ser abogado, pero no tenemos dinero para eso. Aquí te traigo el librito de la Escuela Tecnológica de Boyeros. Mira a ver qué te gusta más. Ahí se estudia jabonería y perfumería, las pruebas son en octubre”. No había nada más que decir o elegir. Fue cuando Leonel intuyó, bajo la fuerza de las circunstancias, cierta luz en el túnel para ayudar a la familia y salir de la pobreza.

Alicia interpreta a Giselle, quien más de un siglo después quedaría atrapada en el seductor perfume escogido por la prima ballerina assoluta. / venceremos.cu

Un libro de Química, tirado a la basura por el abuelo paterno, y recogido por el adolescente algún tiempo atrás sin ningún propósito específico, sirvió de mucho en la preparación para el examen de ingreso a la escuela tecnológica. En particular, qué cosa es un jabón. “Lo aprendí de memoria. Es la sal alcalina de un ácido graso. Fui el único que respondió esa pregunta. Éramos unos 500 muchachos de todo el país para solo 10 becas. Así gané la plaza”, narra todavía con emoción.

Profecía

Después de dos años, y al fragor de la nacionalización de las empresas en 1960, el joven se gradúa en la especialidad de Jabonería y Perfumería. Era el número uno en el escalafón y fue seleccionado, entre otros técnicos, para echar a andar la fábrica Llenadora de Aerosoles, la única de su tipo en el país.

Meses después pasó a trabajar en la fábrica Bourjois, donde se producía el Chanel No. 5. “Junto a Cecilia González, hicimos los últimos chaneles y los Ivining in Paris. Luego ideamos una versión de ese segundo perfume, y salió el Profecía, muy importante en la historia de la perfumería nacional. Es el primero que se produce con marca propia, porque hasta ese momento se desconocían las composiciones y fórmulas”, precisa.

En gesto de amor entrañable, Leonel dedicó Profecía a su esposa Josefina, en aquel momento movilizada como profesora con sus estudiantes en Pinar del Río, trabajando en el tabaco por seis meses.

Como respuesta a las nacionalizaciones, el gobierno de los Estados Unidos cortó los suministros de materias primas. “Se fueron sustituyendo por otras traídas de los países socialistas. Esa fue la forma en que enfrentamos el bloqueo, y preservamos la industria nacional, evitando la paralización de las fábricas”.

Al rememorar el pasado, ningún detalle escapa de la lúcida memoria de Leonel. “Presidí una comisión, integrada por Rafael Molina, químico procedente de la antigua empresa Gravi, y Ernesto Boheme, mi exprofesor en la escuela técnica, y propusimos crear una fábrica que tuviera los laboratorios para el desarrollo de perfumes y la formación de los perfumistas. Con un área de producción para la preparación de las mezclas para jabones, talcos, cremas dentales y cosméticos. Tuvimos que hacer un trabajo muy grande. Y se le llamó Laboratorios para el Desarrollo y Producción de Bouquets”.

Además de dirigir esos laboratorios, Leonel continuó sus estudios universitarios hasta terminar la carrera de ingeniería química. En ese período realizó entrenamientos con especialistas checos en Cuba. Posteriormente tuvo la suerte de viajar a la ciudad de Grasse, cuna de la perfumería en Francia, donde perfeccionó las técnicas para extraer y fraccionar aceites esenciales.

A su regreso, como si se tratara de un hombre orquesta, alterna cargos de dirección en los laboratorios, la Empresa Suchel y el Ministerio de la Industria Ligera. Por más de dos décadas fue vicetitular de dicho órgano de la Administración Central del Estado.

El despacho de Amador atesora el momento en que Fidel le entrega el Diploma de Cuadro Destacado del Estado y el Gobierno, una réplica de Gitana Tropical de Víctor Manuel, y el Premio de la Crítica Científico-Técnica al libro Perfumistas y Perfumes. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

Flores blancas

A diferencia de quienes se acomodan detrás del buró ministerial, Amador nunca perdió su vínculo con los proyectos para el desarrollo de nuevos productos. Ni siquiera los infortunios del destino torcieron su rumbo.

“Desde hace más de una década combato el cáncer. En la época de las radiaciones y de todas esas cosas tan difíciles para enfrentar una enfermedad como esta, en las mañanas iba para el laboratorio, y en las tardes, al hospital.

“De ahí salió Súcheli Flores Blancas, una creación mía y de los otros especialistas de Suchel Fragancia”. También enorgullece a Leonel otra creación, inspirada en el aroma de las hojas del tabaco verde. Medalla de Oro en la Feria Internacional de La Habana. Es un perfume masculino.

La infatigable labor de Amador en el Ministerio de la Industria Ligera fue decisiva para recibir el Reconocimiento del Buró Nacional de la ANIR en el Aniversario XXV de la asociación. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

Siempre que Amador se adentra en el mundo de las fragancias logra encantar, y abrir horizontes imprevisibles. Como si luego de dominar los olores pudiera llegar a moldear el espíritu de las personas.

En tono didáctico explica, “usted puede oler una sola cosa, pero un perfume puede tener entre 60 y 120 componentes. Se distinguen tres partes fundamentales: tope, corazón y fondo. Es lo que llamamos la pirámide olfativa. En el primero, el perfumista pone los elementos más volátiles. Son los que se huelen inmediatamente al destapar el frasco.

“Luego comienzan a salir los elementos del corazón, que está en el medio y domina. El fondo da la duración, se siente después de pasadas varias horas, con un olor más residual, guarda relación con los sentimientos y despierta apetitos sexuales también”.

Alicia

A Leonel no le queda de otra, a pesar de su sincera e increíble modestia, que revelar su papel como “guía del proyecto del perfume, inspirado en la prima ballerina assoluta, Alicia Alonso. La idea surgió a partir de la aceptación que tenían los cosméticos que usaba el ballet nacional, hechos por la industria cubana”.

Para este perfume se hizo una fabulación de los personajes de tres ballets importantes en la vida artística de Alicia. “Entonces yo trabajé con aprendices, es decir con los que estaban haciéndose perfumistas o recién habían terminado el Diplomado. Eran cuatro. Así se desarrollaron las versiones de El lago de los cisnes. Después se hizo Giselle y luego Carmen.

“Durante la realización de este proyecto, surgió la idea de incluir un perfume para hombres, y nos inspiramos en Edipo Rey, otra de las joyas de la compañía cubana de ballet. Fue un trabajo muy bonito. Hicimos cuatro propuestas y Alicia seleccionó una. Por cierto, la más cara. Cuando le comento esto, respondió riendo; ‘no sé por qué a mí me gusta siempre lo más caro’”.

A diferencia de Perfumistas y Perfumes, este otro libro de Amador profundiza en componentes de perfumes importantes del Siglo XXI. / Jorge Luis Sánchez Rivera.

Sucedió entonces algo inédito: Alicia siempre al bailar se convertía en Giselle, pero esta fue la única vez en que sucedió lo contrario.

Al finalizar el diálogo con Leonel Amador Pérez, quien ha dedicado más de cinco décadas a disfrutar y regalarnos la magia de las fragancias es obligado preguntar: ¿Cuál es el perfume que usted prefiere?

Unos segundos de silencio. Piensa la respuesta. “Los perfumistas siempre apreciamos los perfumes por su arquitectura y composición. Es difícil decir me gusta más este o aquel. Ahora, muy asociado a mi vida está el Chanel No. 5, uno de los últimos que hicimos en el país antes de la nacionalización”.

Chanel No. 5 es un perfume asociado a la emblemática vida de la modista francesa Gabrielle Chanel, y que el ruso perfumista Ernest Beaux, de origen francés, logró formular en 1921. Justo a la medida de la caprichosa Gabrielle.
Ella quería “un perfume de mujer que oliera a mujer”. En su composición, el afamado Beaux, empleó más de 80 ingredientes, entre ellos flores de jazmín, nerolí, rosa de mayo; y también bergamota, vainilla, vetiver, laurel, jengibre y sándalo.
Aunque con anterioridad los primeros en usar componentes químicos en la perfumería fueron Francois Coty, y luego Jacques Guerlain, ninguno logró el éxito de mercado de Ernest Beaux, fascinado por las exigencias, y la propia personalidad de Gabrielle.
Al Chanel No. 5 se le considera como la primera fragancia abstracta, es decir, con moléculas sintéticas, dentro de la historia de la perfumería. Aunque está compuesto por extractos de muchísimas flores, no es posible identificar ningún elemento. Ni siquiera las más superdotadas narices del mundo lo han logrado. Es un secreto atesorado por más de un siglo bajo la marca de perfumes Bourjois.
Sin lugar a dudas, el libro de Leonel Amador Pérez, Perfumistas y Perfumes, publicado en 2014, por la editorial Científico-Técnica, es el más completo de los escritos sobre la historia de la perfumería universal.
Su autor se dedicó a estudiar con minuciosidad, recopilar datos y pesquisar, durante dos décadas, sobre los orígenes y desarrollo de la perfumería. Desde las reconstrucciones de los ancestrales hombres de las cavernas hasta la modernidad.
En este libro la historia se devela a través de bálsamos, preferencias de monarcas, creadores anónimos y conocidos, sustancias aromáticas, adelantos científicos, pinceladas curiosas, recomendaciones de buen gusto… lo que refuerza la ascendente preferencia de los seres humanos por perfumarse, como una de sus cualidades más instintivas.
Amador revela que el Museo de la Perfumería de Grasse en Francia le solicitó un ejemplar de esta preciada obra, Premio de la Crítica Científico-Técnica en Cuba, 2014.
Además de este libro, el autor tiene publicado Perfumes. Detalles íntimos. Ambas obras, sirven de sólido referente para la preparación de los perfumistas en cualquier latitud del planeta.

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Un comentario

  1. Admiro al ingeniero Leonel Amador, un hombre que ha entregado sus conocimientos y sus energías a poner en alto la perfumería en Cuba..
    de la misma manera, adoro los perfumes de Suchel que conozco desde los primeros. Fueron inolvidables. Deseo éxitos a esta industria cubana.

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