Seguros movedizos

Las pólizas agropecuarias son para que los productores puedan recuperarse en caso de afectaciones en las cosechas e inversiones. En la práctica no sucedió así luego de Ian. Ellos nunca vieron el dinero.

Este texto forma parte del reportaje Primas en Litigio


“El huracán destrozó el trabajo de seis décadas en solo seis horas. Aquí hizo como un tornado y arrasó con mis tres casas de cura”, lamenta Salvador Carvajal Rodríguez, y muestra las ruinas en San Juan y Martínez, municipio valorado a nivel internacional como la Meca del Tabaco. Ian le echó también garras a su ranchón “Hoyo de Mena”, parada inevitable en la travesía del Agroturismo regional, en días de esplendor.

Tras el paso del ciclón, en septiembre de 2022, por la más occidental de las provincias volaron hechas añicos miles de instalaciones empleadas en el secado de la solanácea. Bajo esa presión, la Empresa de Seguros Nacionales (ESEN) aplicó métodos globales de compensación a los productores.

“Fueron afectadas 18 000 casas de curar tabaco y las indemnizamos todas bajo el concepto de pérdida total, aun cuando el huracán se hubiera llevado solo tres planchas de zinc. Con la inflación actual ese techo supera el valor completo de los inmuebles”, apunta Fermín Mesa García, vicepresidente primero de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) Caudal S.A.

“La ESEN destinó 775 000 000 de pesos para resarcir a las empresas de Pinar del Río, también afectadas. Según el último parte recibido (21 de febrero), de ese monto total quedaba pendiente por entregar más de la mitad, 482 000 000. A pagar este año”, revela Isis Diez Duardo, directora de Economía del OSDE Tabacuba. 

De manera inmediata, después de Ian, los productores financiados con créditos bancarios se beneficiaron porque aumentó  el descuento, de un tres a un cinco por ciento, en las primas (precios) de seguro. La ESEN pagó 148 000 000 de pesos de indemnización a los campesinos que perdieron sus casas de curar tabaco.

Sin embargo, buena parte de ese dinero nunca llegó directamente a los tabacaleros para levantar lo que el viento les llevó.

Cuatro meses después, Salvador seguía esperando la llegada de los insumos y la mano de obra para construir sus nuevas casas de curar tabaco. / Yasset Llerena Alfonso

¡Pólizas voluntarias!

A paso acelerado trabaja el veguero Juan Carlos Falcón Fernández en Consolación del Sur. Cerca de ahí siguen las ruinas de la anterior casa de cura. “Para hacer esta nueva pude rescatar buena parte de la madera, algunos zincs, clavos. Y tuve que sacar una póliza de seguro. Sin eso, el banco no te da otro crédito para inversión”, dice mientras enjuga el sudor de la frente.

Falcón suponía que, como tenía asegurada la anterior casa de cura por más de 550 000 pesos, recibiría por ella la correspondiente prima pactada con la entidad aseguradora. “Ellos sí pusieron ese dinero, pero no recibí ni un quilo. El banco no lo pagó, se quedó con el cheque de indemnización. Cuando fui a averiguar por qué, respondieron que era por la deuda contraída para levantar la casa de cura arrasada por el huracán Ian.

“Eso no tiene ningún sentido. ¿Para quién era el dinero, para el banco o para asegurarle la inversión al productor? El primero que quisiera pagarle lo antes posible al banco soy yo, porque así rebajo intereses y comisiones. Pero de esa manera no se entiende. Pacté con la autoridad bancaria pagar el crédito para esa inversión en 10 años y violaron lo acordado sin argumentos convincentes. 

“Aquí en Consolación del Sur algunos pocos que venían pagando sus casas de cura hace años sí recibieron un dinerito, porque eran inversiones viejas, de bajo monto. Pero las nuevas, con valores mucho más altos, debido a que los precios se han disparado, las retuvo el banco. Y no fui el único afectado en el municipio por eso”, sostiene con malhumor.

Efectivamente, corrobora Marilis Peraza Márquez, directora de la Empresa de Tabaco en el municipio: “donde estaban aseguradas las casas de cura por inversión, a pagar en siete, ocho o 10 años, el banco automáticamente cogió ese dinero que les pagaron para derogar las deudas”.

A juicio de Juan Carlos, lo primero que debió hacer el banco era conciliar con los productores, de manera trasparente, para abonar una parte de la deuda. No cogerlo todo. “Porque mediaba un contrato firmado, con un plazo establecido a pagar en 10 años. Además, soy un cliente confiable porque abrí hasta una cuenta corriente, ese es un dinero depositado que sirve de garantía y el banco puede mover en sus operaciones. Eso debe revisarse. Los afectados estamos aquí abajo. Es importante que escuchen al campesino porque hay cosas que deben enderezarse”, sugiere Falcón, quien lleva tiempo pagando pólizas, antes en San Luis, y desde hace cuatro años en Consolación del Sur.

Sobre las ruinas de la casa de cura derribada por Ian, y sudando duro en la construcción de la nueva, recuerda Juan Carlos el viejo refrán: “el banco nunca pierde”. / Yasset Llerena

A diferencia de Juan Carlos, su coterráneo Víctor Félix Bravo “colgó el machete” hace años. “La lista no juega con el billete. Renuncié al crédito porque aquí te obligan a sacar primero un seguro y siempre están estafando al campesino. La última vez que lo hice debía 200 000 pesos de inversión. Pasó un huracán y, aun cuando era evidente el destrozo, el banco no me entregó esa indemnización. La opción era seguir endeudándome o salir de ese círculo vicioso”.

Criterios similares comparten productores tabacaleros en el occidental municipio de Sandino. Manuel Quintana, presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Raúl Gómez García, valora: “el seguro es un negocio redondo para el Banco, pero chiquito para el campesino. La póliza es muy alta y va aumentado en la misma medida en que aumenta la siniestralidad. Por ejemplo, si este año pagaste 30 000 pesos, al siguiente la suben a 40 000.

“Hace más de cuatro décadas que estoy sembrando tabaco y nunca he asegurado la cosecha porque no nos beneficia. Cuando hay afectaciones reales por plagas, fuertes lluvias, ciclones o inundaciones solo cubre el valor asegurado de la cosecha. Y no trabajo para eso, sino para producir más, incrementar rendimientos. Generalmente, quienes lo solicitan es porque están obligados a sacar créditos bancarios porque no pueden autofinanciar sus gastos”, corrobora el presidente de la CCS.

La razón por la que el Banco cobró de oficio la indemnización es porque incluyó dentro del contrato del crédito la póliza de seguro como garantía, violando las normativas del país.

¿Gasto o inversión?

En la disyuntiva de si la póliza es gasto o inversión se debaten los campesinos. Para Isabel Cristina Barbosa Díaz “es algo necesario pues garantiza que el banco reciba parte del dinero que prestó y poder solicitar luego otro crédito cuando suceda cualquier cosa. Después del huracán fui una de las beneficiadas porque mi casa de cura quedó en el suelo y tenía la póliza cubierta por los precios nuevos”, precisa la joven emprendedora pinareña.

Algo diferente sucedió con los productores de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Carlos Baliño López, en Consolación del Sur. No aseguraron por los precios nuevos, por eso recibieron indemnizaciones más bajas. Para adivino… el diablo. “Tampoco teníamos solvencia financiera”, advierte Justo Luis Gort Delgado, más conocido en aquellos lugares por su sobrenombre, Tito, presidente de la CPA.

“Imagino que el Banco Central de Cuba debe tener una varilla y medir a todo el mundo por separado. Es verdad que la CPA no tiene holgura financiera como otros y por eso pide el crédito. Pero, si la cooperativa año tras año paga sus deudas, por qué la obligan a hacer un seguro de cosecha, que son una bola de pesos, si nunca hemos quedado mal. Eso es un gasto innecesario”, considera Tito. 

Para esclarecer lo que sucede allí, Marilis Peraza Márquez, directora de la Empresa de Tabaco, recuerda: “Antes el campesino podía sacar una póliza por la casa de cura o por la cosecha. Pero hace unas cuatro campañas atrás, el banco y el seguro dijeron que las dos cosas. Entonces aquí hay productores que dejaron de sembrar porque los obligaban a eso”. De acuerdo al presidente de la CPA “es una camisa de fuerza, aún sin empezar a sembrar tabaco. El año pasado pagamos un millón 300 000 pesos. ¿Para qué?”.

No obstante, hablando claro, en la CPA reconocen que no es ese el mayor escollo. “A la hora de tasar las afectaciones el seguro no cubre la ‘fuerza mayor’ aplicada en el sistema de la Agricultura”, o sea, fertilizantes, combustible para sistemas de riego y plaguicidas, todo lo cual depende de su entrada del país. Sin embargo, el análisis de riesgo del seguro da por sentado que el campesino va a contar con esos recursos.

“Lo he dicho en diferentes plenarias. Y afecta muchísimo. Esta cooperativa que tiene 40 hectáreas de tabaco sembrado, necesita para poder atenderlo, 500 litros de petróleo diarios, que incluyen siembra, riego y demás. Lo que nos pueden dar a la semana no llega a los 600.

“Entonces, el tabaco que debe alcanzar un tamaño determinado, porque la carta tecnológica indica de seis a siete riegos diarios, se queda más pequeño. Eso sucede no por culpa del productor, sino por la compleja situación del país. Entonces, esa fuerza mayor, no la cubre nadie. Lo que más está frenando a los campesinos hoy es la garantía de los recursos”, resume Tito.

Hablando de garantías…

El sueño de llegar a ser algún día Hombre Habano lo estimula a trabajar como si fuera un verdadero superman. Reinel Lázaro Rojas Medina no ve televisión, duerme poco, nada de fiestas… Este año la Empresa de Tabaco del municipio de Pinar del Río hizo esa propuesta. Tiene que tirarse una foto… Pero, ¿en qué tiempo? “Con el celular, mijo”, le dicen los amigos. “Claro, claro”, responde.

Su mente está enfilada ahora en terminar de levantar las tres casas de cura que el ciclón le derribó y velar por la calidad de la cosecha. Empezó a sembrar tabaco, como usufructuario, hace ya una década. Primero una hectárea, luego tres… El año pasado fueron 14. Para este, 15. Sus rendimientos con la capa de exportación lo harán llegar, si además la suerte lo acompaña, “a tocar las estrellas”; eso significa para Reinel ser Hombre Habano.

Para Manuel no tiene sentido asegurar los cultivos porque el productor debe proponerse alcanzar mayores rendimientos, y si ocurre un siniestro, cuando esto sucede no los indemnizan. / Yasset Llerena

Desde que comenzó como productor siempre aseguró la cosecha y sus casas de cura. “Pero llevo dos años sin hacerlo porque es una locura lo que cobran. La última vez, el banco me otorgó un crédito de 600 000 pesos y de ese monto tenía que pagar 200 000 por la prima de seguro. Con ese dinero mi familia comía un año entero. ¡Un año entero! Y yo no tenía, ni tengo, ninguna deuda con el banco. Si alguien piensa que los guajiros no sabemos matemática, se equivoca. Por eso me retiré del crédito y del seguro”.

Recientemente, cuenta Reinel, se reunieron en Pinar del Río los productores con funcionarios de Bandec; Marino Murillo Jorge, director general del OSDE Tabacuba, y otras autoridades del territorio. “Fue un encuentro fructífero y efectivo, porque se llegó al acuerdo de que los campesinos podíamos poner como garantía los tractores ya pagados u otras propiedades. En ese caso, ya no sería necesario, antes de sacar un crédito, tener una póliza. Porque, además, lo que hicieron con los campesinos después que pasó Ian nos dolió a todos. El banco se quedó con la indemnización por las casas de tabaco. No es justo”, opina el joven.

Otros productores en Pinar del Río comentan también sobre ese acuerdo de poner en garantía los tractores ya pagados al Grupo Empresarial de Logística de la Agricultura (Gelma), u otras propiedades, a la hora de sacar los créditos ya sean para inversión o rendimiento.

Ese acuerdo sigue lo prescrito en el Decreto-Ley 289, el cual todavía anda dando vueltas, aunque fue publicado en la Gaceta Oficial No. 40, Edición Extraordinaria, del 21 de noviembre de 2011. Casi 12 años después no acaba de aterrizar en el campo.

A propósito del acuerdo, Isis Diez Duardo, directora Económica de Tabacuba, dice: “no lo puedo confirmar. Oficialmente, no nos ha llegado nada”.

Isabel Cristina, con solo tres años como tabacalera, considera la póliza de seguro como un gasto necesario que protege al productor ante desastres. / Yasset Llerena

Por su parte, Ileana Estévez Bertematy, asesora del Banco Central de Cuba (BCC), esclarece que “efectivamente, cuando las personas se comprometen con un crédito bancario deben presentar una garantía. Puede ser un tractor, un vehículo, una joya, una obra de arte, una cuenta bancaria propia o de otra persona. Y esas garantías se aceptan. Pero a la vez tienen que sacar la póliza de seguro porque es un requisito”.  

Más que requisito, el seguro agropecuario se fuerza a ser garantía para recibir crédito bancario.

Precisa… precisar

Los productores entrevistados en los municipios de Consolación del Sur, San Juan y Martínez, Pinar del Río y Sandino aconsejan una mirada “por dentro y profunda” de los seguros agropecuarios.

A unos cuantos kilómetros de las vegas, sentados en un amplio salón de reuniones, BOHEMIA indaga con las autoridades pinareñas sobre las insatisfacciones expuestas por los tabacaleros.

Según Julio González Hernández, director de la UEB de Seguros en la provincia de Pinar del Río, unos 12 000 productores han sacado pólizas, fundamentalmente tabacaleros. Una cifra muy baja si se toma en consideración las potencialidades del territorio. “La indicación central es adecuar el seguro a las características de cada cual. En Pinar del Río no se le ha negado a nadie que lo haya solicitado.

“En un grupo de producciones agrícolas, los campesinos solo asumen la mitad del valor de la póliza, porque el Presupuesto del Estado pone la otra parte. Es una bondad otorgada para estimular la producción agropecuaria en Cuba. Y después de Ian se les condona un cinco por ciento si son cultivos y un 10 para las inversiones en casas de tabaco”, refiere Julio.

Cualquiera produce tripa y capote, la cuestión es lograr hojas de calidad exportable, sentencia Reinel. / Yasset Llerena

Al indagar sobre el carácter impositivo de los seguros antes de conceder créditos bancarios, responde el director de la UEB: “es una garantía por el dinero que va a prestar el banco. Es lo más común y generalizado. Pero no puedo precisar si está legislado así o no”.

Sobre el asunto de la fuerza mayor, relativa a la entrada oportuna y estabilidad de los insumos, que no cubre la póliza en el caso de los cultivos, el directivo agrega: “los riesgos a asumir tienen que ser insólitos y fortuitos. Aunque la asignación de recursos sí incide a la hora de hacer el análisis de riesgo de la póliza. No se puede pactar como que los tendrá y al final no ser así, porque técnicamente eso se llama Supraseguro. Los rendimientos dependen de si tendrá combustible para regar, fertilizantes; si cuenta con agua o es en secano”, subraya.

En las pólizas de rendimiento (relacionada con la cosecha), acota, el interés del seguro es ayudar al productor a recuperar una parte de los costos perdidos y no a enriquecerlo en los casos de siniestralidad.

Lo que no entienden los campesinos es por qué cuando obtienen rendimientos superiores a los pactados, pese a la ocurrencia de una afectación evidente, no reciben indemnización.

Con la falta de garantías en la estabilidad de los insumos en Cuba, lo que hace la ESEN parece ser más un Supraseguro que otra cosa. / Yasset Llerena

Según Ortelio Rodríguez Perugorría, subdelegado de la Agricultura, en la provincia pinareña suman unos 28 000 productores agropecuarios. De ese total, menos de la mitad cuenta con una póliza. Casi en la generalidad de los casos porque solicitaron créditos bancarios.

Las cifras de los asegurados de manera verdaderamente voluntaria, sin tener adeudos bancarios, es mínima. Sin embargo, la gran mayoría de los campesinos que no estaban asegurados, a finales de enero seguía penando a causa de sus bienes arrasados por el huracán.


CRÉDITOS

Autora: Delia Reyes

Fotografía: Yasset Llerena

Diseño: Fabián Cobelo

Maquetación web y dirección creativa: Mariana Camejo

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Un comentario

  1. sería interesante conocer el punto de vista del banco en este asunto…
    personalmente tuve una pésima experiencia con la ESEN ante un accidente de trabajo que sufrí con quemaduras químicas en las piernas y brazos, estuve mal 30 días, y como el certificado no ponía el término literal «accidente», no me pagaron el seguro por invalidez temporal. pero mi caso no tiene que ser el general, hay personas que han recibido un buen servicio, sobre todo en temas de autos y choques… creo el banco debería elevar sus tasas pero no condicionar el crédito a la tenencia de un seguro

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