Las deudas con los campesinos pican y se extienden… ni siquiera los tabacaleros, con un esquema diferente de asignación de divisas, escapan de ese mal de fondo de la economía cubana. Mientras tanto, los cafetaleros de Bahía Honda siguen penando por las tarjetas en MLC, a contrapelo de lo aprobado por el Gobierno para estimular las producciones agropecuarias
El usufructuario Yubislandy Chico Castillo decidió, un quinquenio atrás, dedicarse a la siembra y cura del tabaco tapado con miras al mercado exterior en el pinareño municipio de San Juan y Martínez. Sus producciones han ido creciendo según va cogiendo el “tumba’o” del trabajo en la vega. Logró 25 quintales –todo un éxito– de capa exportable en la anterior campaña.
Cuando en septiembre el huracán Ian batió con saña el territorio, hacía rato ese volumen de producción había sido seleccionado por las ágiles manos de clasificadoras y despalilladoras en la escogida. Sin embargo, meses después, el tabacalero todavía no había visto un solo centavo de la divisa que la empresa debió abonarle. “Voy a recibir 97 000 dólares. Con el descuento de los gastos en insumos, que son en MLC, quedarán 87 000 limpios de polvo y paja. Por ese monto final, cuando aparezca, tengo que pagar entonces, a la tasa de cambio de uno por 24, más de 2 millones de pesos”, dice con cierta angustia.
En condiciones normales, los campesinos dejaban en su tarjeta bancaria la moneda nacional que, por supuesto, también les paga la empresa. Y con ese monto después compran las divisas. Pero, tras los desmanes de Ian, y con el atraso en la retribución, no fueron pocos los necesitados de sacar ese dinero en CUP para comenzar a levantar sus destruidas casas de tabaco.
Juan Carlos Falcón Fernández asegura: “fui el primer productor en Consolación del Sur que vendió tabaco tapado para la escogida, a principios de febrero del pasado año. Ya estamos casi terminando enero de 2023 y no me han pagado los 26 000 MLC que deben. El ciclón no afectó la cosecha, pero sí derribó la casa de cura.
“Por eso, tuve que sacar la moneda nacional destinada a comprar la divisa y cogerla para construir una nueva. Además, endeudarme con el banco, porque me vi obligado a solicitar otro crédito. ¡Veremos, cuando aparezcan los MLC, de dónde busco plata para comprarlos!”, exclama preocupado el veguero, quien posee dos hectáreas de tabaco tapado para la exportación y otra de sol.
Las agujas del reloj marcan las 12 del mediodía. Juan Carlos y los carpinteros contratados dejan descansando martillos, plomadas, patas de cabra. Desde la improvisada cocina de guano, el olor a café se expande a la redonda en Puerta de Golpe. El anfitrión invita a probar una taza del “néctar de los dioses”.
Sentada sobre un rústico horcón, Marilis Peraza Márquez, directora de la Empresa de Tabaco de Consolación del Sur, degusta su cafecito recién colado. “Desde febrero del año pasado el Grupo Tabacuba no podía pagar porque no vendía en el exterior. Todos los guajiros me preguntaban dónde estaba la divisa porque la gente espera ese dinero no solo para invertir, lo necesitan para vivir. Ahora fue que mandaron una parte, alrededor de 400 000 MLC”, explica mientras apura el último buchito.
Suelos arenosos
El astro rey aún calienta con suavidad la tierra. Y mientras el equipo de reporteros de BOHEMIA marcha temprano desde el municipio cabecera rumbo a Sandino, el rocío todavía humedece la yerba que crece a los lados de la carretera.
Después de una travesía de 80 kilómetros, el más occidental de los terruños de Vueltabajo –uno de los más extensos de Cuba– muestra sus árboles de jocuma, uña de gato, almácigo y palma real. Los suelos son arenosos y de color carmelita pálido. A las orillas de la carretera, campesinos aran la tierra con bueyes.
Al llegar a la Cooperativa de Créditos y Servicios (CSS) Raúl Gómez García, un pequeño grupo de asociados pintan, limpian y acondicionan el lugar para una actividad en la tarde. De pronto, irrumpe en la explanada del lugar Jesús Manuel Ramos Pérez, más conocido por Chuchín, en un tractor con una carreta llena de sillas y bancos de madera.
Después de descargar los muebles, con el entrecejo arrugado, cuenta: “aquí somos pocos los guajiros que todavía queremos trabajar la tierra. Mucha gente ha emigrado. Y si vas a contratar a eventuales, nadie labora por menos de 1000 pesos al día. Esta campaña tabacalera la tuvimos que comenzar a pulmón porque nos deben la divisa y la moneda nacional la tenemos retenida en las tarjetas para poder comprar los MLC cuando los pongan. Para sortear la situación solicitamos un crédito”, sostiene Chuchín.
Según explican algunos asociados de esta CCS, en el municipio Sandino se retomó la siembra del tabaco Virginia, o Rubio, luego de casi haber desaparecido por lo costoso del proceso de cura controlada que aplicaban a las hojas.
Sin embargo, con la creación de la empresa mixta Brascuba fueron extendiéndose las áreas destinadas a su producción allí y en otros municipios. El destino parecía seguro.
Tras bambalinas
En la confortable casona del Vedado, ocupada por la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) Tabacuba, Isis Diez Duardo, directora Económica del Grupo, recibe a BOHEMIA para esclarecer sobre la situación de Pinar del Río.
“De la anterior no debemos nada a los productores. De la campaña 2021-2022, ya se ha pagado en el país 9 millones 600 000 dólares. Es cierto que Pinar del Río, por el ciclón y la cuantificación de los daños, fue la última en comenzar a recibirlos. Pero las empresas de esa provincia tienen ya 3 millones 100 000 dólares para pagar a los productores.
“Tabacuba, así lo indica el procedimiento establecido, paga los CUP al momento de acopiar. Y cuenta con 12 meses para liquidar una campaña en divisas porque dependemos de las exportaciones. La cifra total a costear a los productores por este concepto asciende a 45 millones de dólares. Pero, primero, hay que exportar el tabaco”.
—Si el procedimiento establece 12 meses para abonar la divisa, entonces con aquellos que entregaron el tabaco en febrero ¿sería una violación?, preguntamos.
—Ellos entregaron las hojas del tabaco, luego eso lleva un proceso. La empresa lo acopia, beneficia, despalilla. Después va a la industria donde se tuerce. De ahí Habanos lo recibe, exporta, y entonces nos paga. Con Habanos no hay problemas, en 30 días recibimos el dinero, precisa Isis.
—Entonces, ¿cuándo terminará de saldarse la divisa a los tabacaleros pinareños?
—La campaña hay que pagársela a todos, no es solo Pinar del Río. Nada más hemos podido abonar algo más 9 millones en MLC porque el comienzo del año ha sido deprimente. En enero los trabajadores estaban de vacaciones, hubo apagones, faltaban operarios. Entonces, si el tabaco no se tuerce y vende, no hay ingresos.
En el caso particular de los impagos a los tabacaleros del municipio más extenso de la provincia explica: “Con los vegueros de Sandino tuvimos otros inconvenientes. Ellos producen tabaco rubio para exportar o vender a Brascuba. En la campaña 2020-2021 pagamos todos los dólares a los campesinos. Y tenemos ese tabaco en almacenes, no lo hemos podido exportar, porque los precios no son competitivos en el mercado externo.
“En Sandino se emplea una tecnología vieja, hacen la cura controlada con petróleo. Eso cuesta. Ya pagamos los dólares de la anterior campaña y ese tabaco está ahí estancado. Por eso, ajustamos el procedimiento, entonces el tabaco rubio se paga al productor cuando lo exportemos o Brascuba lo compre”.
El Grupo Tabacuba fue uno de los primeros a los que se les aprobó en el país un esquema diferente en la asignación de liquidez. Se autorizó pagar en la cadena de valor un porciento a los productores primarios en CUC. Después de comenzar la implantación de la Tarea Ordenamiento, amplía Isis, actualizamos el procedimiento y se les desembolsa un 3.7 por ciento en MLC o dólares.
“El 0.1 por ciento va para la cooperativa a la que pertenecen los campesinos; y el resto, 3.6, directo a ellos; es decir, a la tarjeta 25, habilitada por el banco para recibir las divisas. Cada tonelada de tabaco que entregan se multiplica por 3.6. Ese monto es ingreso bruto a financiar. Luego les descontamos los insumos adquiridos por la empresam, en divisas, y queda el neto a pagar a los productores primarios”.
Desde el punto de vista económico al Grupo Tabacuba, y al país, le son muy rentables las actividades tabacaleras. La directora de Economía ilustra: “Una campaña agrícola nos cuesta más de 150 millones de dólares. Por las ventas al exterior y al mercado interno, ingresamos en la cadena de valor 9 000 millones de pesos. Al llevarlo a una tasa de cambio oficial de uno por 24 serían 375 millones de dólares. El pasado año cumplimos con el compromiso de aportar a la cuenta central de liquidez 45 millones de dólares”.
Si se sacan a punta de lápiz las cuentas, al descontar los gastos de la campaña, el aporte a la cuenta central de liquidez y lo que se paga a los tabacaleros, del total de ingresos obtenidos en dólares, al Grupo Tabacuba le quedan neto 122 millones de dólares. Con tal solvencia económica esa entidad pudo comenzar a comprar los insumos que necesitan los distintos eslabones que conforman la cadena de valor de la producción tabacalera, tanto para la exportación como para el mercado interno. De igual manera, suministrar la materia prima o financiar en divisas a las industrias nacionales encadenadas a Tabacuba.
Esta OSDE agrupa a unos 40 000 trabajadores estatales y más de 16 000 productores (privados, usufructuarios, cooperativistas). Sin el esfuerzo y la perseverancia de esos últimos en las vegas, quedarían en el aire el resto de los eslabones. Por tanto, valdría la pena repensar qué es lo más conveniente para Tabacuba. Esperar a que se venda el tabaco para luego pagarle la divisa a los campesinos hace que en esa espera muchos se sigan endeudando con los banco o se desmotiven a sembrar.
En la cadena de valor del grupo Tabacuba, cada eslabón debe jugar su papel. ¿Por qué la cura controlada del tabaco en Sandino sigue siendo tan costosa? ¿Acaso no existen otras tecnologías más eficientes para hacerlo? ¿Hasta qué punto es eficaz la gestión de venta del Grupo? Estas serían algunas de las cuestiones a responder, antes de idear procedimientos que disimulen el atraso en los desembolsos a quienes corresponde.
“El problema de los impagos a las bases productivas es más viejo que Matusalén”, revelaba BOHEMIA en cierta ocasión, a propósito de un análisis realizado en la Asamblea Nacional del Poder Popular sobre ese mal de fondo que se arrastra en la economía nacional.
Ortelio Rodríguez Perugorría, subdelegado de la Agricultura en la provincia de Pinar del Río, coincide con tal apreciación. “El impago a los productores se ha discutido y remachado millones de veces. Cuando vas a las delegaciones municipales te dicen: ‘no hay deudas’. Pero cuando visitas a los campesinos encuentras que les deben tantos meses de esto o de aquello otro. Entonces, pudiera venir cualquier directivo a sustituirme en el cargo… y seguirán los impago. Entonces, tienes que meterte por dentro para conocer lo que sucede”.
Evidentemente, los impagos han calado tan profundo que se extienden a los adeudos en divisas a los productores en la economía interna.
Entre cafetales
Abandonada e infestada de malezas estaba casi toda la tierra que recibieron en usufructo Sara Gobea Ulloa y su esposo Pedro Marcelo Castro Gómez en el poblado de Quiñones de las serranías de Bahía Honda. “Lo primero que hice fue plantar un vivero de 20 000 bolsas con arbustos de café para repoblar este lugar. A la vuelta de unos añitos, aquí el paisaje es otro. Por eso le pusimos a la finca Renacer.
“Aunque el huracán Ian nos azotó en septiembre, a los inicios de la campaña cafetalera, y tuvimos que limpiar a machete las áreas productivas, al final logré recoger 464 latas, la misma cantidad prevista antes del ciclón”, dice con orgullo Sara, miembro de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Miguel Alonso Chirino.
A ella, como al resto de los campesinos, les incrementaron los precios de acopio tanto del café arábico con miras a la exportación, como del robusta, a ofertar en el mercado interno. Además, les aprobaron también, hace tres campañas atrás (2020-2021), un por ciento de pago en divisas.
Sin embargo, a finales de enero del presente año, ese dinero seguía en el aire. Según Leonel Soto Castillo, presidente de la CCS: “todavía no la han puesto porque el banco del municipio no ha habilitado la tarjeta para eso. El anterior presidente de la CCS la solicitó en reiteradas ocasiones. Y nada. Cuando entré yo a dirigir, en 2022, me respondieron en el banco que tenía que designar a una persona.
“En una reunión de la cooperativa se aprobó que fuera la Económica. Ella ha ido en múltiples ocasiones y nada. La última vez dijeron que era un problema con las tarjetas de Trasval. Todo está conciliado con la empresa. Nos deben más de 2 000 MLC de la campaña 2020-2021. Pero el banco nos tiene trabados”, afirma Leonel.
En Bahía Honda, precisa Yauniel Morillo Miranda, miembro del Buró Municipal del Partido, encargado de atender la Agricultura, “hay 18 CCS, de ese total quedan tres que efectivamente no han podido obtener sus tarjetas. Eso es algo que se discutió ya con la dirección bancaria. En un primer momento, la respuesta fue que no había papel para hacerlas.
“A ese tema le estamos dando seguimiento en las reuniones semanales del buró y en el próximo chequeo agropecuario, donde debe estar la dirección del banco, veremos qué se hará para darle tratamiento a esas unidades productivas sin tarjetas en MLC”.
Si en abril de 2021, el Gobierno aprobó un paquete de medidas para estimular la producción agropecuaria, entre las cuales estaba la autorización a que los productores individuales habilitaran cuentas en MLC, ¿cómo es posible, a finales de enero de 2023, seguir arrastrando esas trabas en Bahía Honda?
“Es cierto, subraya Yauniel, a todos se les dio facilidad para sacar su tarjeta en MLC y que las empresas les pagaran directamente en MLC”.
Sin embargo, las historias de lo sucedido en la sucursal bancaria dejan un sabor amargo. “Las colas son inmensas y los guajiros tienen que estar en sus fincas trabajando, no tienen tiempo”, aduce Leonel.
Pedro Marcelo cuenta: “Personalmente me hice el haraquiri, sin sable y con machete. En varias ocasiones bajé hasta Bahía Honda. Intenté sacar una tarjeta en CUP, hice los trámites. Esperé un mes, como dijeron. Cuando volví, cuestionaron si realmente la había pedido. De nuevo hice la solicitud. Nunca me la dieron. Si en pesos cubanos fue difícil, imagine en MLC. ¡Esa es la moraleja!”.
Sara no es de esas personas con pelos en la lengua cuando se trata de llamar las cosas por su nombre. “Critico fuerte a quienes no quieren trabajar, si te ‘engurruñas’, ya sea por impagos o cualquier otro obstáculo, no tendrás nada. Donde no se produce, no hay país. Hay que echar para adelante. Pero en Bahía Honda el café se está acabando, hay fincas completamente abandonadas porque los campesinos no las atienden, pues la gente se ha desencantado mucho. Mucho”.
Estímulo de qué…
Es una mañana clara de enero. En la sencilla y acogedora terraza de la vivienda corre una brisa agradable. Además de los arbustos de café, los frutales también florecieron en la finca Renacer gracias a las prodigiosas manos de Sara. El equipo de BOHEMIA disfruta del agradable entorno, mientras conversa con ella, directivos de la CCS y cuadros del Partido municipal. Pedro Marcelo, el esposo de Sara, anda por el monte.
“Esta es una finca escuela, la experiencia de la nueva tecnología vietnamita en la siembra comenzó aquí, el primer café injerto se plantó primero aquí, pero no tiene todas las atenciones que merece. Por ejemplo, le prometieron años atrás facilitarle el sistema de riego por goteo, y todavía lo sigue esperando”, sostiene Leonel. Ella confiada, agrega, “hay que tener paciencia”.
Cuando el diálogo se anima con el tema de las causas de los impagos en MLC, llega Pedro Marcelo, ataviado con su sombrero de yarey y el machete enfundado en el cinto. Alguien le alcanza un taburete, que coloca al lado de Sara, su esposa por más de cinco décadas.
Con una larga hoja de servicio como productor, especialista de la empresa, y luego presidente de la CCS Miguel Alonso Chirino durante 12 años, a Pedro Marcelo le parece importante analizar asuntos de peso relacionados con el pago de las divisas en el sector cafetalero.
“Por cada lata de café arábico de primera que aportes al Estado, el campesino recibe 1.20 en MLC. Si es de segunda, 0.85 centavos. El robusta no tiene respaldo en divisas. En una visita que recibimos aquí de la provincia hice dos preguntas. La primera, según las informaciones que nos dieron, esos pagos serían un estímulo al productor. Entonces, si fuese así, ¿por qué tendríamos que comprarla a la tasa de cambio de uno por 24?
“La segunda cuestión, si el campesino tiene que pagarla, ¿por qué de mi producción tengo que darles un porciento a otros? No estoy de acuerdo con que la empresa reciba un 20 por ciento del MLC que sudamos los campesinos en la tierra. No lo creo justo”, valora Pedro Marcelo.
Además, “por acuerdo de la Asamblea de la CSS, otro 20 por ciento será para la cuenta de la cooperativa, por las gestiones que realiza para comprarle insumos a los propios asociados. La CCS asumirá el pago en moneda nacional de ese 20 por ciento”, amplía Leonel. Sobre la efectividad de este aporte, parece haber consenso entre los asociados, incluido Pedro Marcelo.
No hay mal que por bien no venga, dice un viejo adagio. Quizás las inconformidades con el pago, hasta ahora “virtual”, de las divisas a los cafetaleros en esta CCS, pudieran dirimirse de manera consensuada con la empresa, antes de que finalmente el banco acabe de habilitarles sus tarjetas en MLC tanto a la cooperativa como a los productores.
EPÍLOGO
Para nadie es un secreto que los insumos vendidos en moneda nacional son como una suerte de “especie en extinción”. No fue casual entonces, en medio de la crisis, la decisión del Gobierno de abrir los puntos de venta en divisas para los campesinos.
Ahora bien, si los pagos en MLC se atrasan, cómo podrán ellos garantizar su reproducción simple, esa que les permita mantener los mismos volúmenes productivos alcanzados en la anterior cosecha. O, de manera mucho más conveniente para el país, alcanzar una reproducción ampliada, a partir del incremento sostenido de la producción.
Los atrasos en los pagos en divisas, además, alimentan las ilegalidades en el mercado cambiario informal, en tanto para comprar los insumos deben hacer rejuegos de moneda nacional a MLC y viceversa, con miras a enfrentar los ciclos productivos.
Las soluciones a los impagos en MLC no deberían dejarse para las calendas griegas. De eso dependen en buena medida los posteriores ingresos de moneda dura a la cuenta central de liquidez del país y la permanencia de los campesinos en la tierra.
Un comentario
El sector agropecuario en Cuba necesita de mayor vinculación con las energías renovables, con la industria nacional, el comercio electrónico, la innovación científica tecnológica.