Sin cortinas de humo

La credibilidad de las agencias aseguradoras se pone en riesgo cada vez que no se indemniza a quien corresponde. Los trámites para acceder a las pólizas y los créditos tienen que sacudirse de encima el lastre del “peloteo” y la burocracia.

Este texto forma parte del reportaje Primas en Litigio


Probablemente, si preguntan por Ernestina Salabarría Abreu nadie la identifique en el municipio montañoso de Bahía Honda. Pero a Mima, hasta los gatos la conocen. Es Agente de Seguros. Todo un personaje en la localidad. Desde su experiencia de años, afirma: “aquí los seguros agropecuarios se pueden buscar con lupa. Son muy pocos, porque el proceso de tramitación con el banco es muy engorroso.

“Además, en dos ocasiones no fueron indemnizados los productores como debió suceder. Primero, cuando vientos fuertes tumbaron la sombra; es decir, las cortinas de piñón y de algarrobo que protegían los cafetales. Luego, una plaga de babosas infestó los campos. Esto ocurrió, si mal no recuerdo, en 2015 o 2016”.

Con tales truenos no era difícil prever lo sucedido después. “En la CCS Miguel Alonso Chirino tengo 24 campesinos con seguro de vida y ni uno solo con el agropecuario. Igual sucede en las otras cooperativas. Pasaron esas cosas y ellos tienen reserva, desconfianza”, sostiene Mima.

El impago de las indemnizaciones al café en Bahía Hon-da, con más de 2 000 productores, sentó un mal precedente, asegura Mima. / Yasset Llerena

Leonel Soto Castillo, presidente de esa CCS, opina que “si a la hora de indemnizar no cumplen, eso le resta credibilidad a la entidad aseguradora. Porque los campesinos saben llevar sus cuentas. Sienta un mal precedente. Por ejemplo, yo soy pecuario, quería sacar una póliza para el ganado, pero ‘vista hace fe’. Lo que sucedió con los cafetaleros sentó un precedente muy negativo. Por eso, no lo hice, aunque perdí muchos animales”. 

La finca de Leonel, de usufructo familiar, cuenta con una valiosa masa ganadera. De manera inexplicable, hace tres años atrás, murieron 136 cerdos. Y de principio de 2021 a 2022, igual fallecieron más de 150 carneros. Al no asegurarlos, por supuesto no fueron indemnizados. “Para repensar esa posibilidad de la póliza tienen que hacernos un cuento creíble”.

A Mario Domínguez Lemus, quien fuera uno de los mejores porcicultores de Bahía Honda, no le ha ido nada bien. Debido a la escasez de pienso, en los corrales ya no cría cerdos, sino jutías. Un ejemplar, de cualquier tamaño, cuesta más de 1 500 pesos. Sin embargo, él no se deja tentar. Por ahora, prefiere destinarlas al autoconsumo.

“Durante el apogeo de la crianza porcina no teníamos la oportunidad de sacar una póliza porque había resquemores. Eso vino después, cuando dejaron solicitar los créditos. Comencé el papeleo con el banco y el seguro. ¡Ni hablar de eso! Finalmente, cuando tenía todo listo, se vino abajo el programa porcino.

“En Bahía Honda pueden contarse con los dedos de las manos los porcicultores sobrevivientes y probablemente sobren dedos”, especula Mario, quien ya había invertido de su bolsillo en la compra de un biodigestor con el fin de procesar las excretas de sus cochinos.

Después de Ian, en Bahía Honda, el pequeño cafetal de Mario, quedó también muy dañado. / Yasset Llerena

Peloteo… distorsiones

De los trámites para obtener el crédito y la póliza no quiere ni acordarse William Ernesto Hernández González, campesino de la CCS Tomás Álvarez Breto, en el municipio de Artemisa. “Desde que permitieron el crédito siempre aseguré los puercos y la última vez quedé muy encabronado, porque era un peloteo para un lado y el otro. Te hacen perder el tiempo. Cuando crees que ya terminaste, piden otra cosa. Entonces desistí”, evoca, mientras camina hacia los inmensos corrales vacíos.

Las hectáreas sembradas de plátano de este productor comienzan a reverdecer. “Después del huracán Ian, las plantaciones quedaron destruidas. Daba ganas de llorar. Mire las imágenes en el celular”. Un solo racimo quedó milagrosamente ileso.

“Sin embargo, la póliza no cubre daños a esas plantaciones (de plátanos), solo a las producciones. Ya eso complejiza el tema, porque no tiene sentido asegurarse. Lo otro es la seriedad del asunto a la hora de indemnizar. Por eso, son muy pocos los atrevidos. Tienen miedo porque no pagan. En la cooperativa hay un agente de seguro. Cuando empezó, la gente tenía confianza y sacaba las pólizas. Luego, eso dejó de ser creíble”.

La experiencia de Alcides López Labrada, actual delegado de la Agricultura en la provincia de Artemisa, es extensa e innegable. Durante muchos años ocupó el cargo de viceministro y dirigió la Escuela Nacional de Capacitación de la Agricultura.

Él conoce desde las dificultades de los campesinos en los lugares más intrincados de la serranía, hasta las políticas que germinan para estimularlos, evitar el éxodo de las zonas rurales y solucionar la escasez de alimentos en Cuba.

A juicio de Alcides, “en el país, desafortunadamente, se ha desvirtuado la razón de ser del seguro agropecuario. Se ha convertido en una subsidiara del banco para otorgar los créditos a los productores. Cada vez que el seguro indemniza a los campesinos, y el banco lo cobra de oficio, es una violación porque no existe una norma jurídica que respalde esa actuación. Por eso los guajiros no quieren asegurarse.

Willian Ernesto aboga por incluir estas plantaciones dentro de las pólizas de seguro. / Yasset Llerena

“Las pólizas deben ser una oportunidad para los productores que, en casos de afectaciones, pueden recuperar una parte de los costos, actualizados constantemente porque los precios varían. Mucho más ahora, con la inflación”, valora el delegado de la Agricultura.

Con un historial amplio en el campo de las Finanzas, Ileana Estévez Bertematy, asesora del Banco Central de Cuba (BCC), respeta los criterios de cada cual; sin embargo discrepa en la apreciación de Alcides. “No diría que la Empresa Nacional de Seguros (ESEN) sea una subsidiaria del banco porque se trata de una entidad autónoma, con regulaciones y normas propias. Decide cómo mover las finanzas, los montos de las primas. La forma en que indemniza es una decisión única de ellos”.

Sin embargo, la experta reconoce que “en los términos de bancarización y en la prestación de los servicios financieros, lo que hemos desarrollado es una alianza. En algunos momentos ese vínculo fue débil. Hoy es al revés”.

Alcides narra: “En Güira de Melena, cuando Gelma subió el precio de los insumos, y no cambiaron en el banco las fichas de costo de los productores. ¡Se formó el lío!”. / Yasset Llerena

En la práctica internacional, estudios sobre el maridaje entre seguros y créditos sostienen que las pólizas no son garantías que luego el banco pueda cobrar de facto, atendiendo sobre todo al carácter fortuito e insólito de la siniestralidad.

“Eso es correcto. Aquí es igual. Pero con una diferencia significativa con respecto al mundo. El bien más importante que tiene un campesino es la tierra. En Cuba es inembargable por Ley. Por tanto, a la hora de solicitar créditos, los riesgos que asumen los bancos cubanos son más grandes porque aquí no pueden apropiarse de las tierras de los campesinos”, puntualiza Ileana.

No obstante, el Decreto-Ley 289/2011 establece que en los análisis de riesgo para el otorgamiento de crédito deben estar las garantías que puede dar el campesino más allá de la tierra y no incluye la póliza de seguro.

De las razones para cobrar de oficio las pólizas completas a los indemnizados que perdieron sus casas de curar tabaco, argumenta la asesora del BCC: “cuando el bien no existe, el banco ya no tiene ningún respaldo. Por tanto, la deuda completa es a favor del banco”.

Al interrogar dónde está normado que sea así, responden la experta y los otros funcionarios del BCC, presentes en la entrevista con BOHEMIA: “es la esencia de la operación”, “es algo básico”, “es la práctica”. Evidentemente, no está escrito.

Y entonces ¿qué sentido tiene establecer las garantías y plazos de amortización de un crédito?

Radiografía a las normas

La esencia de la operación del seguro es ayudar a cubrir una parte de los costos ante siniestralidad y que el productor se recupere con la indemnización recibida lo más rápido posible. Si el banco recibe la totalidad del monto por la póliza, al afectado no le queda de otra que incrementar sus deudas a través de nuevos créditos con intereses y comisiones. En un cuento de nunca acabar.

Resulta paradójico entonces, si el asegurado pactó con la institución bancaria un plazo de tiempo para amortizar el crédito recibido, por ejemplo, a 10 años, que lo cobren de golpe y porrazo porque “es la esencia de la operación”. Pues, en buena lid, esa esencia dista de la real naturaleza del seguro. Un bien, digamos la casa de tabaco, ya no existe. Pero ella en sí misma no es garantía de que será amortizada sin las producciones, es decir, el tabaco que siembran y luego secan de manera rústica los campesinos.

Ahora, ¿qué dicen las legislaciones sobre el otorgamiento de los créditos bancarios a los agricultores pequeños?

La norma de mayor rango, el Decreto-Ley 289/2011, establece sujetos, fuentes de amortización y garantías. En ningún lugar aparece que, para obtener créditos bancarios, el productor tenga que sacar una póliza de seguro como garantía.

La Resolución 99/2011 del BCC, tampoco norma que sea el seguro la fuente de amortización de los créditos bancarios, ni forma parte del análisis de riesgo de las instituciones bancarias a la hora de conceder los préstamos a los agricultores.

Esa resolución esclarece en su artículo decimotercero: “Los importes y plazos de amortización del crédito se pactan entre la institución financiera y el solicitante, según el análisis de riesgo que se realice y la actividad a financiar”. Por tanto, decidir de oficio cobrar la indemnización de la prima de seguro sin tener en cuenta los plazos pactados constituye una flagrante violación de los derechos de los productores.

Por su parte, la Resolución 101/2011 del BCC, donde se establecen las normas para cobros y pagos en el país, deja claro que si la incorrección de la transacción o la negligencia en su trámite es atribuida a la institución bancaria, como sucede con el cobro de oficio de la indemnización que entrega el seguro, los productores pueden acudir a la vía judicial para reclamar su derecho.

Luego del repaso a las regulaciones, resultan visibles las razones de Alcides y de otros productores, cuando advierten: “el seguro agropecuario debe ser aliado natural del campesino, no del banco. Sin embargo, eso se ha distorsionado y urge enderezarlo”.

Seguros paramétricos: ¡sí se puede!

Ni el rigor de la banca, ni el desgaste de las empresas aseguradoras son suficientes para evitar –a pesar de auditorías, controles, medidas– que algún empleado pueda salir de la finca del guajiro con un puerquito, un saco de malanga o de arroz en el maletero del carro. Corren tiempos duros. ¡Muy duros!

“Si en un año el campesino no tiene pérdida en los cultivos o en las instalaciones, al siguiente, disminuye la prima de seguro”, esclarece Fermín. / Yasset Llerena

Hasta la actualidad el mecanismo para indemnizar los daños causados por hechos fortuitos e insólitos, requiere de un ejército de controladores, una práctica propensa a corrupción, burocracia, insensibilidad, acomodamiento y despilfarro de recursos.

Desde hace unos años, India y China aplican métodos no tradicionales para asegurar las producciones agropecuarias ante siniestros. Esas nuevas maneras de cubrir las pérdidas que provocan eventos de gran magnitud, como huracanes, sequías intensas, terremotos… apreciables con exactitud por instrumentos científico-tecnológicos, sin que medien subjetividades, van extendiéndose en el planeta cual lluvia conciliadora entre agencias aseguradoras y potenciales asegurados. 

Para Fermín Mesa García, vicepresidente primero de la OSDE Caudal “la solución en la Agricultura serán los seguros paramétricos que reflejan el índice de lluvia, sequía, erosión de los suelos, salinidad. Las instituciones científicas que existen en el país captan estas cuestiones por vía satelital y las plataformas creadas.

Fondo de Desarrollo: ¿un saco sin fondo?

Para compensar el gasto de la prima del seguro a producciones agropecuarias en 2020, desde el Fondo de Desarrollo del Presupuesto del Estado se destinaron 62 000 000 de pesos. Al año siguiente esa cifra creció, por la espiral inflacionaria, a 160 000 000. 

La lista de los cultivos y actividades protegidas se amplía. Eso pudiera parecer bueno, si los resultados se vieran en la mesa de los cubanos. Pero no es así. Por tanto, no es suficiente que las arcas públicas sigan abiertas para estimular las producciones agropecuarias y pretender tocar con las manos el anhelado propósito de soberanía alimentaria.

Con instrumentos más eficaces que las hachas, motosierras o buldóceres deben limpiarse los “montes de marabú” en los campos y las mentalidades de quienes no entienden que el presupuesto es finito. No es un saco sin fondo. Y el déficit crece… Si las cosas en la Agricultura, y en Cuba, no funcionan como deberían hacerlo, el dinero nunca será suficiente.

“Ahí no interviene el hombre, es pura aplicación de la ciencia y la tecnología. En Cuba se determina la afectación a los cultivos por el ozono troposférico. Por coloración se sabe dónde ocurrieron las afectaciones a las plantas y se pagaría entonces el seguro de un plumazo a todos los implicados. No hay necesidad de tasar in situ lo sucedido”.

Se trata de un sistema global de entrega de indemnizaciones mucho más equitativo, justo y transparente que el actual. “Cuba cuenta con unos institutos de Metrología, Suelos, Sísmico, Sanidad Vegetal, Veterinario, que les ‘zumba el mango’. Tenemos infraestructura creada y consolidada. Y la ESEN no las utiliza”, lamenta Fermín. 

Una de las cosas, agrega, que le falta a la agricultura cubana es acabar de aplicar de manera sistemática e integrada los resultados científicos y tecnológicos. “Damos un aviso de alerta temprana a todos los campesinos. Pero ellos siguen a la antigua”, advierte.

Los productores, subraya, carecen de cultura para entender las bondades y necesidad de las pólizas de seguro. Sin embargo, en un país fatalmente castigado por ciclones y otras inclemencias meteorológicas y económicas, al parecer, los guajiros no son los únicos empecinados en seguir “a la antigua”. La Oficina Técnica del Ozono de Cuba está en la ESEN hace 50 años. ¡Medio siglo!

Entonces, transitar hacia los seguros paramétricos mucho más convincentes para los productores que los actuales, limpiando de polvo y paja el camino, es una urgencia inaplazable para sellar litigios con las primas de seguro.


CRÉDITOS

Autora: Delia Reyes

Fotografía: Yasset Llerena

Diseño: Fabián Cobelo

Maquetación web y dirección creativa: Mariana Camejo

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