El llamado de la tierra
El llamado de la tierra

El llamado de la tierra

Aún el sol no asoma sus rayos en el horizonte, cuando Pedro Clemente Aguilera llega con sus bueyes al Rincón de la Viuda. Extensa llanura, ubicada en los alrededores de Casimba Abajo, en el municipio montañoso de Manuel Tames, en Guantánamo. Después de enyugarlos, sin pensarlo mucho, comienza su dura faena de roturar la tierra. “Colombiaaanoo… Bodegueeeroo… joooo”, les grita, les chifla, quien ha dedicado toda su vida al campo. Dentro de poco, toda el área quedará sembrada otra vez.

Esa es una de las fincas más grandes de Luis Enrique Simón Savón, porcicultor destacado en el país, no solo por la cantidad de carne de cerdo pactada con la empresa estatal, sino porque sus propias cosechas alimentan a los animales. “Cuando el zapato apretó, y dejaron de entrar los barcos de pienso, me dije: ‘hay que sembrar y sembrar. No queda de otra’.

Además del cerdo, también aportan al autoabastecimiento local las producciones avícolas y ovino-caprinas, subraya Savón en su finca La Esperanza. / Gilberto Rabassa Vázquez

“Ahora en el Rincón de la Viuda tenemos más de 30 hectáreas de hortalizas y cultivos varios: yuca, boniato, sorgo. Hace unos meses atrás teníamos la finca entera sembrada con maíz para la crianza porcina”, explica Savón, mientras camina hacia un grupo de trabajadores agrícolas, de apoyo en la finca.

Entre ellos destaca, por su altura y complexión fortachona, Melquiades Laborde Durrutit, al que llaman cariñosamente Caguairán. A pesar de los años, él es uno de los más laboriosos de la tropa de Savón. “Ayudé a levantar la machera completa, trabajé en la construcción de los biodigestores y, cuando hace falta estar en el campo, me verá siempre entre los primeros”, dice con orgullo.

En Manuel Tames buena parte de las siembras, sea de sorgo y girasoles a la orilla de la carretera, o frijol caupí dentro de los cañaverales, pertenece a Savón y sus tres hermanos. A estos valiosos porcicultores, propietarios de la finca La Esperanza, además les han facilitado la entrega de otras muchas hectáreas en usufructo.

La machera

Con jerga campesina, Melquiades sentencia: “el que siembra su maíz, que se coma su pinol”. / Gilberto Rabassa Vázquez

Hace unas dos décadas, justo donde nació, en una casita de techo de guano y piso de tierra, en la finca La Esperanza, el emprendedor guantanamero comenzó a levantar nuevos corrales. En la actualidad suman más de 2 000 las cabezas de cerdo.

Una de las medidas adoptadas por el Gobierno para estimular la producción porcina es la entrega del llamado “pienso de inicio”, que el país debe importar. “Con eso ya sentiremos un alivio. Ahora, si bien ese alimento es necesario, la siembra resulta imprescindible. Porque luego, cuando los animales crezcan un poco, ¿con qué los seguirás cebando?”, sostiene Savón.

–¿Cree usted que la carne de cerdo mantendrá su escalada especulativa o llegará el momento en que sea asequible al bolsillo de la población?

–Eso depende mucho de la estimulación al productor. Porque lo fácil le gusta a todo el mundo. Debe darse una combinación de apoyo estatal y voluntad de los campesinos. Los costos los puedes abaratar si siembras el alimento de manera alternativa. Estamos comprometidos a luchar por bajar los precios y darle mayores posibilidades a la población.

“Ahora mismo, estamos sin pienso de inicio y mire la calidad que tienen estos cerdos. Solo recibimos un poquito de salvado de trigo entregado por el convenio porcino, estamos haciendo los yogures de yuca y boniato, preparados de las cosechas. La cría promedio por parto de las hembras es superior a siete, compite con la media nacional. Fíjense, sin barco, con alimentos propios.

“Sobrepasamos con creces la entrega de carne al programa de autoabastecimiento municipal, aportamos más del 80 por ciento en Manuel Tames y alrededor de un 40 en la provincia”.

Antes de la crisis económica, a los porcicultores se les entregaba el 70 por ciento –o más– del pienso requerido para la crianza. Ellos pactaban una cifra similar de entrega de carne al Estado. Al desaparecer esa “bonanza”, las cifras disminuyeron al 30 por ciento. A ellos se les encarece la crianza porque tienen que agregar los gastos en hacer parir la tierra.

“Para nadie es un secreto que el valor de los insumos se ha multiplicado hasta 20 veces. Sin embargo, los créditos y los índices de amortización del banco no están acordes con esos incrementos. A raíz de la intervención de Díaz-Canel, en la última reunión con el grupo ganadero, donde fue tratado el tema, se adoptaron medidas y están en proceso de mejorar esa situación”, asegura.

Capeando el vendaval, han logrado una natalidad envidiable en la cría de cerdos. / Gilberto Rabassa Vázquez

No obstante, los resultados tangibles en la mesa de la población todavía andan lejos de la codiciada carne. En el municipio de Manuel Tames, el precio de venta, pactado con el Consejo de la Administración Municipal, es de 120 pesos la libra. Pero, las placitas siguen vacías. Detrás del tapete, la carne alcanza valores astronómicos… ¡Si aparece!

Mientras la gente sufre a causa de la ausencia del tildado “mamífero nacional”, productores como Savón mantienen la esperanza de sembrar y criar más para bajar los precios. Con dos décadas ininterrumpidas enfrascado en tales menesteres, ha sido reconocido entre los mejores del país, el mayor productor de alimentos para cerdos y acreedor de la Quinta Corona de la Excelencia, otorgada por el Movimiento de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar.

De capa oscura

Como si se tratara de un bosque encantado, el primer coto de cerdos de capa oscura en la provincia guantanamera está ubicado en el poblado La Güira, próximo al municipio de Yateras. Con una extensión de casi cuatro caballerías a la redonda se distingue por la cantidad y variedad de árboles frutales en medio de las montañas.

“Ahora lo ve bonito, mas cuando llegamos esto era un monte tupido de maleza. Hubo que dar machete a las dos manos. Por suerte contamos con el apoyo de la comunidad. Los fines de semana venía mucha gente, hasta los niños ayudaban. Lo terminamos en tiempo récord, aunque todavía nos quedan algunas áreas por desbrozar”, cuenta Juan Alberto Padilla, jefe de la brigada encargada de atender el lugar.

Las primeras 40 reproductoras de capa oscura se las compraron al Grupo Ganadero. La aspiración es llegar a 120. “Aquí –amplía– las estamos cruzando con el cerdo colorado para que sean más fuertes. Cuando están próximas al parto, las trasladamos para las naves de la finca La Esperanza, donde logran la mayoría de sus crías. La tecnología de parto que hay allá la queremos construir aquí, aunque sea de manera rústica.

“Ellas andan sueltas, comiendo palmiche en el monte, y les reforzamos la dieta con yogurt de boniato, yuca, plátano burro maduro o cabecilla de arroz, elaborado por nosotros mismos”.

La idea es hacer de este coto un centro multiplicador de la especie criolla para ofertarla a otros productores del territorio. Mas, no solo eso. Tienen planes de reproducir en ese paraíso geográfico la cantidad de gallinas ponedoras que tienen también en La Esperanza. Los canteros sembrados con la técnica de la lombricultura ya están listos, solo falta terminar las cuatro naves.

Igual, han sembrado ciento de bolsitas de arbustos de café para intercalar entre los árboles madereros y frutales. Pensando en grande, estos laboriosos hombres aspiran a construir allí un sendero turístico que lleve a los visitantes hasta el Zoológico de Piedras en Yateras, aprovechando la belleza del lugar, el agua que baja de las montañas y corre a empozarse en una suerte de piscina natural en La Güira.

Una planta artesanal extrae el zumo a los mangos. Ni la semilla se desperdicia, es puesta al sol, y luego molida para elaborar los piensos criollos. / Gilberto Rabassa Vázquez

“A lo mejor, cuando regresen a Guantánamo, podrán hospedarse en una de las cabañitas que haremos y tomarse una tacita de café endulzado con miel. Ya tenemos aquí listas unas 40 colmenas”, afirma Juan Alberto.

Mientras el campesino comparte sus sueños con el equipo de BOHEMIA, el lente deslumbrado del fotógrafo descubre una cartacuba escondida entre el follaje de los árboles. Es una de las especies más bellas dentro del reino de las aves en el país. También muchos pájaros carpinteros han regresado a La Güira y, según afirman los guajiros, detrás de ellos siempre vienen las cotorras. Al filo del mediodía, el trinar de las aves en medio del monte convida a la meditación y el descanso.

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