Lidera en conceptos, ideas y proposiciones el cuarto evento Miradas compartidas, al recrear encuentros de fotografía emergente en el habanero Palacio del Conde de Lombillo
La curiosidad sin fronteras mueve al ser humano. Esa necesidad de desplegar exploraciones, sucesivos exámenes de lo real y de lo posible sin miedo al riesgo parece ser un impulso inquietante. Entonces, una intensa red de interpelaciones sorprenden y, definitivamente, cautivan.
Sucede así ante la cuarta edición del evento Miradas compartidas en los salones de la casona típicamente colonial, donde tienen lugar encuentros de fotografía emergente, pues en la muestra coinciden creadores italianos y cubanos de diferentes edades, puntos de vista, estéticas y vocaciones propositivas.
Los públicos espectadores aprovechan la cercanía ante lo expuesto y dialogan con el silencio parlante. Ideas, imágenes y palabras, o más bien conceptualizaciones filosóficas, explican sentimientos y aproximaciones de quienes se inspiran en la vida, siempre portadora de infinitas interrogantes.
¿Es posible pensar con los ojos? ¿Podemos conocernos y reconocernos en imágenes o visualidades amplias, diversas, propias y ajenas?
Desde perspectivas distintas, da rienda suelta a pensamientos e inquietudes Ernesto Castiñeira, al detener el vuelo de la luz en la necrópolis de Colón. Por su parte, Giulio Brantl interioriza y muestra sombras, luces, contraluces durante el acontecer de un pueblo de pescadores. Debora Barnaba advierte: convertirse en madre es un proceso delicado e intenso. Giuseppe Vizzari capta lo recóndito de un túnel. Impresiona Mavel Valdés al acercarnos a la comunidad afrodescendiente, revela riquezas del amor propio, el orgullo, el género y la raza. Yarelis González evidencia ante una especie de espejo su yo y sus fantasmas. Comparte el ejercicio de exorcismo y búsqueda de la felicidad propio del sentir.
Vivimos en un tiempo de transformaciones profundas. Su característica esencial es la tendencia a visualizar todo lo existente. La estetización de la realidad re-descubre tópicos diversos, de ellos forman parte hechos, situaciones, paisajes, protagonistas, en diferentes épocas y lugares.
Sin duda, la idea en cuestión reflexiona sobre lo que hoy pertenece a los denominados Estudios Visuales; estos, a su vez, colindan con la sociología visual; ambas disciplinas están comprendidas dentro del rubro más amplio de las Ciencias Sociales.
Alain Cabrera tuvo a su cargo la curaduría de la exposición, en la que Mino Di Vita propone, al parecer, la fotografía como epicentro de reflexiones teóricas. En el ámbito internacional se habla sobre posfotografía, lo cual no es otra cosa que la hibridación de la fotografía con Internet.
Cubre un amplio universo: historia, sociedad, cuerpos, retratos, paisajes, religiones, costumbrismo. Los planteamientos son personales, ilustran el estilo de cada autor o autora. Algunos responden a huellas del pictorialismo o pictoricismo, propios de la fotografía del momento. Después se aprecia el pensamiento geométrico, lo conceptual, lo posmoderno, lo queer, entre otras tendencias en la fotografía. Registran diversidad de temas y tendencias, al integrar la prosa ensayística y las imágenes en parte del devenir de la creación plástica en el mutante contexto actual.
Incluso alerta sobre la democratización social del acto de fotografiar, que ya tiene en la cámara integrada al teléfono móvil el sumun de lo que se pudiera imaginar. Es preciso discutir sobre estos temas. Existen personas ávidas por hablar, escuchar, sobre la fotografía desde el punto de vista teórico, docente, artístico.
Pero, insisto, este tema en particular versa sobre calidad estética, talento, visiones, no de si hay muchos o pocos, ni de masividad, sino de calidad.
Precisamos defenderla a partir del sentido de ver epicentros reflexivos al implicar la conciencia, el gusto, el conocimiento y los saberes sin límites de edades, sexos o países.
