Empoderarse es…

El Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, aprobado hace dos años mediante el Decreto Presidencial 198, se encamina a la igualdad y a lograr la plenitud de las mujeres, sin los vestigios de la discriminación


Mi amiga Yady –así, sencillamente, la llamaré– fue empoderada desde niña. A base de talento siempre dijo: “aquí estoy”. Su inteligencia le ganó la admiración de sus compañeros y amigos. Nadie dudó que llegaría lejos. Y así fue; sin quemar etapas, ascendió como pionera destacada, dirigente estudiantil, juvenil, política y administrativa con altos cargos en el país. Nada de esto fue fortuito, porque a su condición de buen ser humano –elemento esencial para cumplir con éxito cualquier responsabilidad– se unió en cada momento el incondicional apoyo de la familia.

Infinidad de mujeres, con iguales posibilidades que Yady, en cuanto a capacidad intelectual, quedaron en el camino, porque una vez priorizaron la creación de una familia, con ellas en condición de pilar esencial, el freno de la mala distribución de las actividades domésticas y de cuidado les impidió continuar creciendo profesionalmente. Fueron posponiendo su desarrollo y dejaron a un lado sus potencialidades laborales.

Otras, en cambio, lucharon por puestos afines a sus condiciones de técnicas o profesionales destacadas, y chocaron con los absurdos prejuicios administrativos y el lastre de las discriminaciones –primeramente, por ser mujeres, y después, por tener niños pequeños o la orientación sexual, por tener alguna discapacidad, y hasta por el color de la piel–, que intentaron frenarlas. Las más fuertes triunfaron por la dosis extrema de empeño que debieron poner en cada tarea. Las tímidas no avanzaron.

Ha sido –y es aún– parte de la cotidianidad, con base en tradiciones y convencionalismos que limitan, no obstante la creación desde 1959, de las bases jurídicas y las condiciones objetivas y subjetivas para el desarrollo de un modelo inclusivo, asentado en la igualdad y la justicia social, la plena emancipación de la mujer y el apego irrestricto a los principios de soberanía y autodeterminación.

Durante el proceso orgánico del XI Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que comenzó el 6 de abril último con su Convocatoria ante el Mausoleo que guarda las cenizas de Vilma Espín Guillois, en el Segundo Frente, uno de los temas analizados con fuerza –junto al de la política de cuadros y la labor política e ideológica con la juventud– ha sido, justamente, el de las insatisfacciones en torno a la plena igualdad.

Una disposición legal imprescindible

No es ocioso reiterar que la FMC, con Vilma al frente, desarrolló de manera creativa la concepción de Fidel acerca del protagonismo de las mujeres en la lucha revolucionaria, sobre todo en lo relacionado a eliminar la discriminación en todos los ámbitos. Pero, por más trabajo invertido, cinco siglos han podido más que seis décadas.

El análisis del Plan de Acción de la República de Cuba para el Seguimiento a la IV Conferencia de la ONU sobre la Mujer fue objeto de análisis, cuyos resultados, a la vez que reconocieron notables avances, “identificaron también desafíos para luchar contra las manifestaciones de discriminación y violencia hacia las mujeres en los ámbitos laboral y familiar, en la promoción a cargos de dirección y en los medios de comunicación”. Ello permitió plantear la necesidad de actualizar el Plan en un contexto diferente y cambiante.

Tal decisión respondió, igualmente, al hecho de que era insuficiente la preparación y el conocimiento sobre género de personas con cargos directivos, en puestos formadores y a nivel de la sociedad.

Estos argumentos fueron suficientes para fundamentar el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), documento que, al amparo del Decreto Presidencial 198/2021, “resume el sentir y la voluntad política del Estado Cubano y constituye la piedra angular en el desarrollo de políticas a favor de las mujeres, al tiempo que da continuidad al avance y desarrollo de la igualdad de género en el país, en tanto institucionaliza este derecho”.

El documento ratifica a la FMC como el ente nacional que promueve y garantiza las acciones de seguimiento, evaluación y control que corresponden a los organismos de la Administración Central del Estado, otras entidades nacionales y organizaciones e instituciones, además de las respuestas de estos a las recomendaciones que emite el Comité para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.

El 43 por ciento de la fuerza de la que hoy dispone la agricultura urbana, suburbana y familiar son mujeres./ Pastor Batista.

Algunos frutos

El PAM dispone de siete áreas de atención: Empoderamiento económico de las mujeres, Medios de comunicación, Educación, prevención y trabajo social; Acceso a la toma de decisiones, Legislación y Derecho; Marco normativo y sistemas de protección contra todas las formas de discriminación y violencia; Salud sexual y reproductiva; y Estadísticas e investigaciones.

Está claro que han transcurrido solo dos años de la aprobación, en medio de una complejísima situación económica; aun así, se evidencian algunos resultados.

Para el otorgamiento de círculos infantiles, por ejemplo, se tiene en cuenta a madres trabajadoras o estudiantes con problemáticas sociales, y también a las que tienen dos o más hijos. Con el propósito de suplir la carencia de capacidades en esos centros educacionales, se han inaugurado en el país 156 Casitas infantiles que garantizan 3 477 nuevas capacidades: se habilitaron en planteles del Ministerio de Educación (Mined) y locales de otros organismos de la Administración Central de Estado.

Según informaron autoridades durante el encuentro de la FMC, las provincias con mejores resultados en esta gestión, amparada en la Resolución 58/2021 del Consejo de Ministros, son Guantánamo, Granma, Villa Clara, Holguín, Las Tunas y Santiago de Cuba. Avanzan menos Artemisa, Mayabeque, La Habana, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

Por otro lado, en el sector agropecuario se desempeñan 326 240 mujeres, la cuarta parte del total de la fuerza; el 13 por ciento de ellas en labores productivas. Son dueñas de tierras el 3.7 por ciento, mientras que otras 16 930 son usufructuarias. Las campesinas conforman el 20 por ciento de los asociados a la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP),y 79 754 integran las brigadas FMC/ANAP.

En términos generales, la ocupación laboral de las féminas en Cuba es del 46 por ciento en el sector estatal y del 24 por ciento en el no estatal. Una solicitud de la organización femenina, en coordinación con los diferentes organismos a los cuales se vincula, es la de trabajar con intencionalidad en la generación de fuentes de empleo a las que se puedan sumar las mujeres.

Otros aspectos, que cuentan con el respaldo de normas legales emitidas por el Consejo de Ministros y organismos facultados para ello, brindan el apoyo necesario con el cual favorecer el crecimiento de la mujer.

Sin embargo, mucho queda por hacer para garantizar la igualdad plena de la mujer, una conquista que más allá de la existencia de entramados legales requiere de un desmantelamiento cultural del machismo aún arraigado en nuestra sociedad.

A las organizaciones e instituciones les corresponde trazar la ruta y acompañar a la mujer en el camino por el que avanzar, superándose y venciendo obstáculos que antes parecían imposibles de sortear, sin detenerse ante mentalidades llenas de patrones patriarcales y sin callar cuando haya que alzar la voz: ahí está el verdadero empoderamiento.

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