En la impaciente juventud: la acción y el anhelo

En la impaciente juventud: la acción y el anhelo.
Espacio de diálogo y emociones. Foto. / Anaray Lorenzo.

Abril suele ser pretexto para que los jóvenes cubanos multipliquen sueños. A propósito de las celebraciones juveniles del mes, BOHEMIA convidó a un intercambio –al mejor estilo bohemio– con un grupo de activistas, agrupados bajo el nombre de La Comuna.

La actriz Verónica Medina llega con el pelo suelto, un pañuelo rojo al cuello y un par de botas relucientes. Trae en el corazón y la mente una genuina doctrina: “la felicidad está en la lucha”. Para Alejandro, el guajirito de Omaja, intrincado poblado de Las Tunas, La Manigua (otro proyecto imbricado en La Comuna) es algo entrañable, tanto como su vocación de médico; viste una pulcra guayabera. A los muchachos del consejo editorial de La Tizza: Iramís Rosique, Ernesto Teuma y Raúl Escalona, no les preocupa la cáscara que guarda el palo. Viven dispuestos a echar “tiza” por sus convicciones.

El frágil cuerpo de la periodista Heydy Montes de Oca igual está calzado con botas, sus oídos parecen no perderse una sola palabra del debate. La colombiana Xiomy Giraldo irrumpe con su atuendo de estudiante de medicina, su agradecimiento a la Revolución aflora en la piel. Con muchos más años que el resto, pero de espíritu tan juvenil como los demás, entra al salón Fidel Díaz, guionista del programa televisivo La pupila asombrada. Carga una guitarra, su amiga de batallas y conciertos.

En el borde del camino hay una silla/ la rapiña merodea aquel lugar/ la casaca del amigo está tendida. / El amigo no se sienta a descansar…

La periodista de BOHEMIA Lilian Knight, quien sirve de moderadora del encuentro, introduce las primeras líneas de análisis: “¿Tienen las cosas que cambiar para que los jóvenes se queden en Cuba? ¿O tienen que quedarse los jóvenes en Cuba para que las cosas cambien? ¿Cuáles son las perspectivas actuales de la juventud cubana?

Alejandro, el médico, reconoce que son preguntas difíciles de responder. “El hecho de ver partir a compañeros de trabajo o estudio es algo duro. Y en la mayoría de las ocasiones sin tener ellos un pensamiento contrario a la Revolución. Es decir, la principal razón enarbolada es la búsqueda de mejoras socioeconómicas. Es difícil. Hay que partir de entender cuáles son las causas de eso. Es una tarea para revolucionarios.

“Nos corresponde dar argumentaciones de las cosas que están mal. A los jóvenes, a veces, nos ponen muchas trabas. Todavía existe un aparato burocrático que cuando lo enfrentas como revolucionario, entonces eres mal interpretado. Es ahí donde tenemos que enfocarnos, y trabajar con militantes y no militantes, para tratar de ayudar, dar a conocer esas trabas y formar parte de las soluciones a eso. Aunque no se vean al corto plazo. De alguna manera tenemos que seguir demostrando lo que es Cuba, el símbolo que es Cuba y lo que representa la Revolución cubana para el mundo”.

La joven Claudia Ramón, periodista de BOHEMIA, es también integrante del proyecto La Manigua. A su entender: “quienes formamos parte de los proyectos juveniles somos personas que disentimos del capitalismo como régimen económico y social. Por eso escogemos quedarnos en Cuba y aportar a la construcción del socialismo.

“Pero una de las cosas más difíciles es la lucha contra las trabas, a veces uno siente que son como muros. La burocracia, la corrupción, la malversación… Hay una frase muy conocida: ̔̒la Revolución no se lleva en la boca para vivir de ella, sino en el corazón, para morir por ella’. Hay mucha gente que está viviendo de la Revolución. Mientras hay otras muchas personas y grupos sociales en situación vulnerable, a los cuales no ha llegado nadie para darles al menos una palabra de aliento cuando no existen los recursos para resolverles de inmediato sus problemas. No se pude dejar a la gente a un lado, máxime si existe un sistema de atención social. Por eso, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que montarse en el carril de los problemas e intentar solucionarlos. Una persona honesta está en el deber de enfrentar lo mal hecho”.

En la impaciente juventud: la acción y el anhelo.
Alejandro explica que La Manigua busca unificar el pensamiento de izquierda y revolucionario en las redes sociales. Foto. / Anaray Lorenzo.

El tunero Alejandro habla con mucho orgullo de sus orígenes campesinos, y de las oportunidades dadas por la Revolución para hacerse médico y ocupar diversas responsabilidades. “A los 19 años fui elegido delegado de circunscripción y me mantuve por cuatro años. Ahí lidié con las trabas burocráticas. Cuando me llamaba a la reflexión, preguntaba por qué no se pueden hacer las cosas de manera diferente para beneficiar al pueblo. Entonces vas dándote cuenta de que existe todo un aparato para que esos procesos de atención funcionen, pero no es así. A eso tiene que enfrentarse el joven revolucionario. Para que se vea que es posible el funcionamiento del sistema y que su base es social”.

Pero las piedras son frías/ y le interesaban calor y alegrías/ las joyas no tenían alma/ solo eran espejos, colores brillantes…

Intrépida y locuaz, Verónica, una de las promotoras del movimiento juvenil Los pañuelos rojos, arremete contra la vana idea de que la juventud solo está en la “bobería” de los celulares, las marcas de ropas o calzado. Lo juvenil no es superficial, al contrario, opina. Asimismo, alerta sobre las incoherencias de la política cultural, particularmente en la televisión, donde en un canal se aboga por la igualdad de género y en otro aparece la mujer como objeto sexual.

Con una experiencia que supera con creces a la de los jóvenes de La Colmena, el trovador Fidel Díaz rememora con cierta nostalgia los años 80, cuando la máxima dirección de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC) organizaba los Cuba Vive, con Sara González, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez… “No se trata de quedarse detenido en el tiempo, sino de pensar nuevas maneras de hacer las cosas”.

El músico y periodista también advierte sobre la desideologización que existía antes de los sucesos del 27 de noviembre ante el Ministerio de Cultura. En respuesta a ese hecho los muchachos protagonizaron el tanganazo “y demostraron que los revolucionarios son críticos. También los hechos del 11 de julio fueron cardinales para romper con una burocracia que estaba anquilosada en un sistema de pensamiento dogmático. Durante muchos años se creyó que la Revolución ya estaba hecha y que a los jóvenes no les tocaba hacer nada.

“Para Cuba ha sido maligna la práctica del que dice sí a todo, por conveniencia suya y del que está arriba. Al que dice no, de pronto lo apartan. Entonces se crea ahí la modorra peligrosa del sí sí sí. Ser revolucionario es un acto de osadía”.

Veo una luz que vacila/ y promete dejarnos a oscuras/ veo un perro ladrando a la luna/ con otra figura que recuerda a mí…

Sin pedir la palabra, porque en este encuentro las formalidades sobran, Iramís Rosique, del consejo editorial de La Tizza, coge la batuta. “Un tema que nos atormenta es el de la emigración. Es un dato de la realidad que habla de otras cosas que nos están pasando”.

A su juicio, lo económico es político. “Nos hemos dado en decir, sobre todo en el discurso oficial, como si estuviéramos expiando una culpa: ̒̔̔bueno, la gente en Cuba se va por razones económicas, no solo por razones políticas̓. El hecho de que las personas, sobre todo jóvenes, no encuentren un proyecto de reproducción material de sus vidas en Cuba es un problema político de primer orden. Qué come la gente, cómo se viste, cómo se cumplen sus sueños y expectativas es un problema político.

“Si bien vivimos en una sociedad socialista, hay también bolsones de capitalismo. Hay personas que, en la concreta de sus vidas, en su cotidianidad, están insertadas en relaciones de producción capitalista. En relaciones sociales donde, por ejemplo, el dinero es lo más importante. Eso es un factor de la emigración.

En la impaciente juventud: la acción y el anhelo.
Iramís es un convencido de que la juventud tiene que ser sujeto de las transformaciones en Cuba. Foto. / Anaray Lorenzo.

“Cuando la gente tiene que escoger entre vivir en una cotidianidad, que en su práctica concreta quiere decir falta el médico de la familia, no están aseguradas las condiciones para la reproducción material de sus vidas, no funcionan las instituciones culturales y demás… y están luchando por su cuenta, entonces la gente hace una elección.

Al hurgar en las causas de la emigración, a Iramís le preocupa, y mucho, el tema de las desigualdades sociales que se entronizan cada vez más.  “Estamos en condiciones de bloqueo, de agresividad intensa del imperialismo. Entonces, el mensaje de resistir se recibe de manera diferente entre quienes no tienen nada que perder y otros que tienen garantizada la reproducción material de sus vidas”.

Pero Iramís va más allá. “¿Los que nos quedamos, por qué lo hacemos?”. Su hipótesis es la siguiente: “la mayoría que se queda en Cuba lo hace porque se siente protagonista de algo, sujeto que por sí mismo construye la política del país donde quiere vivir. Otra de las razones de la emigración tiene que ver con cuántos compañeros llegan recién graduados a un centro de trabajo con ganas de comerse el mundo, materializar sus ideas, poner en práctica su proyecto y, sin embargo, les cortan las alas. Está el que se va y está el que lo vamos”.

Esta redactora realiza otras observaciones sobre los orígenes de la situación que presenta Cuba: “Es cierto que más de 60 años de revolución no han podido borrar las secuelas culturales, políticas, sociológicas… de 500 años de dominación colonial y neocolonial. El subdesarrollo sigue latiendo. Pero también es una verdad irrebatible que en los años 70 el proceso revolucionario cubano experimentó una inflexión ideológica que lo alejó de sus prácticas liberadoras experimentadas en la primera década en el poder.

“Hoy todavía enfrentamos los fantasmas del dogmatismo y la doble moral. Por eso es tan importante que en Cuba la juventud cubana defienda un modelo antiimperialista, soberano, auténtico. Donde no se ampute el ejercicio de la crítica revolucionaria”.

En el memorable ensayo Nuestra América, escrito para todos los tiempos, decía el Apóstol de la independencia cubana: “Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!”

Luna de los pobres siempre abierta/ yo vengo a ofrecer mi corazón/ como un documento inalterable…

Ernesto Teuma, también del consejo editorial de La Tizza, expresa que “no podemos renunciar ni un centímetro a la igualdad que aspiramos, ni a la libertad que queremos”. Considera que hay tres virtudes complicadas de sintetizar: luchar con audacia, inteligencia y realismo. Algo que Fernando Martínez Heredia –su mentor intelectual– practicó durante toda su vida. Su obra es un referente obligado para aquellos que pretendan adentrarse en las esencias del proceso revolucionario cubano.

A juicio de Ernesto, “La Comuna, por ejemplo, es un gesto audaz frente a aquellos que decían que no valía la pena conversar con la juventud o con otras organizaciones revolucionarias. Se trata de una audacia contra ese consenso quietista, inmovilista, que decía que nada se podía cambiar y nada se podía transformar. No valía la pena tampoco meterse en la política ni en nada. La solución era irse del país.

“Pero también audacia, de la manera en que el Che Guevara lo definiera en su Diario de Bolivia. Una Revolución cubana contra las oligarquías y los dogmas. Una audacia que se hace, incluso, frente, en contra, y desde dentro de la propia Revolución. No podemos perder de vista esta perspectiva”.

La estudiante de Medicina, Xiomy Giraldo comparte sus conmovedoras vivencias como desplazada por los paramilitares en Colombia. Ella y su familia perdieron sus tierras, su hogar, todo.

Como parte del proceso de paz en ese país, el gobierno cubano ofreció 500 becas para que desplazados y exmilitares se formaran como médicos en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). Un proyecto impulsado por Fidel a finales de la década de los 90.

En la impaciente juventud: la acción y el anhelo.
Porque la buena música nunca pasa de moda, Fidel echó manos a su guitarra, para conmover el alma y la conciencia de los jóvenes. Foto. / Anaray Lorenzo.

“Personas como yo –refiere Xiomy– no tendrían oportunidad de formarse como médico en mi país. Por eso estoy tan agradecida con Fidel, con su pueblo. Porque Cuba no da lo que le sobra, comparte lo que tiene. Y la juventud cubana, y el mundo entero, tienen que saber que nosotros no pagamos un solo centavo por estudiar aquí”, dice emocionada.

“Los muchachos creen que afuera hay una burbuja, rosadita, bonita. Pero no saben que si tienes un pensamiento diferente te van a matar. No puedes ni siquiera levantar la voz para defender a los campesinos porque te matan. Eso hay que demostrárselo a los jóvenes cubanos.

“Ustedes no pueden desfallecer, en cada uno de ustedes están los sueños de Fidel. No pueden seguir trabajando cada uno por su lado. Tienen que unirse como lo están haciendo ahora. La Revolución, el Partido, Cuba, nacieron para ser eternos y eso nadie lo podrá tumbar. Eso tiene que quedar en la mente de ustedes. La Revolución nunca va a caer. Todo lo contrario. Por eso hay que llegar a los que no están convencidos. Hay que ir abajo”, exhorta Xiomy.

Eduardo Montes de Oca, periodista de BOHEMIA, agradece la pasión con que se expresan los jóvenes. En mirar hacia afuera y hacia dentro. De cierta manera, él vibra en la misma cuerda. “Es bueno que la UJC y el Partido se hayan dado cuenta que la lucha va más allá de las organizaciones instituidas. Lo que ustedes están haciendo es algo maravilloso”.

Comparte en redes sociales:

16 comentarios

  1. El comercio, la gastronomía, la industria del entretenimiento en Cuba debe jugar su rol protagónico en la economía cubana haciendo uso del comercio electrónico, las redes sociales, los recursos endógenos, el capital humano que tenemos en Cuba.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Te Recomendamos